Cicatriz

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Todos aplauden emocionados, aunque no tanto como Miriam, que acaba de desnudar su alma en público por primera vez. Sonríe con la mirada aguada abrazada a su fiel compañera, su guitarra.

Roi ha presenciado la actuación apoyado con los codos en la barra y esa sonrisa tonta que es difícil que se le desdibujar últimamente.

Amaia incluso se pone en pie aplaudiendo y saltando en el sitio.

-¿Es suya?-pregunta en un susurro Luis a Aitana, sentada a su lado, mientras ambos aún aplauden y ella sonríe orgullosa de su amiga.

Aitana asiente con una sonrisa colocándose un mechón detrás de la oreja con alguna lágrima acumulada en la mirada.

-Pues ha sido brutal, me ha puesto los pelos de punta-dice señalándose el brazo para que compruebe que lo que dice es verdad.

-Es toda una artista-le asegura Aitana lo que él mismo acaba de comprobar.

Cuando la gallega vuelve a la mesa, Roi le regala una cerveza y brindan todos juntos porque por fin Miriam se haya atrevido a alzar su voz ronca y llena de verdad para que la oiga alguien más que sus alumnos.

La noche no acaba demasiado tarde, pues a fin de cuentas mañana todos deben madrugar para ir a sus puestos de trabajo.

Sorprendentemente, a la junta le gustó la idea sobre el reportaje sobre locales de ocio alternativo, y por unanimidad han coincidido que el primero en tener un espacio en las páginas de la revista iba a ser el de Roi.

Roi le dio las llaves a Luis para que  pudieran colocar todo  el material de grabación  antes de abrir y que la clientela no les permitiera trabajar  tranquilos.

Luis revisa la localización de las cámaras en la pantalla del portátil mientras Aitana, subida a la banqueta del piano, coloca un micrófono para evitar que el ruido de fondo oculte el talento sobre el escenario.

Aitana se baja de la silla sin dificultad y roza las teclas del piano.

-¿Tocas?-pregunta él levantando la mirada del portátil.

Ella niega con la cabeza nostálgica, pero algo en su gesto le hace a él pensar que esa no es la respuesta correcta a la pregunta.

-Bueno, sí, pero hace muchísimo que no lo hago. Era un poco desastre, nada que ver con Amaia.

-Dudo mucho que seas un desastre en algo-le dice sincero con una sonrisa.

Siente como si el piano le llamara a gritos para que le acariciara y sacarse a sí misma de ese silencio. Toca una tecla y es como si esa nota empezara a desempolvar algo dentro de ella, como encontrarse con una de esas partes de sí misma que se ha obligado en enterrar envuelta en el dolor.

Su propio autocastigo dirigido a boicotearse a sí misma cualquier gesto o cosa que le haga sentir una pizca de felicidad, que le permita hacer un paréntesis en su pena.

Pero siente como miles de melodías le queman en las puntas de los dedos, deseosas de crear un incendio catártico.

Luis se acerca a su lado como si algo tirara de él hacia cualquier lugar donde esté ella.

-¿Tú sabes?-le pregunta ella alzando la mirada cuando le nota a su lado.

-Creo que lo que hago más que tocarlo es desafinarlo.

Ella sonríe levemente sentándose, dejándole un hueco en el caso de que quiera ocuparlo. Luis no tiene que pensárselo dos veces.

Aitana se humedece los labios y cierra los ojos. Sabe que es imposible que no sepa cómo se hace después de más de 10 años de clases particulares. Lo que tiene es miedo de que cualquier movimiento le lance de cabeza a un precipicio.

Canción DesesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora