Alba mira en todas las direcciones algo abrumada ante tanto estímulo. Hay gente corriendo de aquí por allá y mucho ruido. Incluso un señor empuja a Luis y él le mira mosqueado cuando este no se disculpa.
El techo está muy muy alto y hay plantas enormes. Se agarra con algo más de fuerza a la mano de su padre, acercándose también un poco más a su pierna.
Luis busca con la mirada a Aitana, que me ha escrito que ya está en la estación pero él no la ve entre la multitud.
-¿Me ayudas a buscar a Aitana, bichín?-le pregunta cogiéndola al brazos al verla algo agobiada.
A Alba le encanta ver el mundo desde los brazos de su padre. Ahí no se siente tan pequeña. Alba asiente con la cabeza y sus ojos azules recorren la estación en busca de la chica del flequillo.
-Allí-exclama Alba al divisarla a apenas unos metros de ellos.
-Si es que eres una campeona-dice Luis dejando un beso en su mejilla antes de comenzar a arrastrar la pequeña maleta hacia Aitana.
Aitana levanta la vista del móvil al tiempo que a Luis le vibra el suyo en el pantalón. Sonríe levemente al encontrarles frente a ella. Deja una caricia en la mejilla de Alba sonriéndole con ternura.
No ha podido evitar perderse en sus recuerdos un rato, incluso ha confundido a un chico con Dani. Atocha y Dani esperándole con una sonrisa de oreja a oreja moviendo los pies nervioso en el andén es su primer recuerdo de Madrid.
Ir en tren no iba a ser una experiencia tan idílica como les pareció durante la primera hora, en la que la curiosidad de Alba estuvo en su máximo explorando cada centímetro cuadrado del asiento junto a su padre, investigando para qué servía cada botón. Pero cuando ya no hubo un solo elemento que no hubiera tocado y por el que no hubiera preguntado, empieza a revolverse nerviosa en su asiento.
Como a cualquier niño de su edad, no le gusta estar tanto tiempo sentada sin hacer nada, y aunque su padre le recuerda que han cogido una libreta y pinturas para pintar, e incluso algún juguete, Alba lo que quiere es jugar y correr y sobretodo no estar allí. Así que poco tarda en ponerse a llorar, también algo agobiada por sentirse allí atrapada.
Luis la sienta en su regazo tratando de hacer que se calme con poco éxito. Aitana les mira desde su asiento al otro lado del pasillo. La niña sigue llorando desconsolada al tiempo que Luis nota que los pasajeros del vagón empiezan a revolverse en sus asientos. Son casi las 7 de la tarde ya y la gente quiere descansar.
Al ver que sus esfuerzos por calmar a Alba resultan en vano, decide ponerse en pie con ella en brazos y salir del vagón para que la niña pueda tranquilizarse y no molestar a nadie. Aitana asiente con la cabeza cuando se lo dice y ve cómo padre e hija desaparecen tras las puertas del vagón.
Han pasado un par de semanas desde que durmió en casa de Luis y desde que él le dio la idea motivo de ese viaje. Su mente aún es un hervidero de ideas inconexas y en ocasiones incongruentes. Se siente más perdida que de costumbre y duda de cada paso que da, temiendo estar destrozando la poca estabilidad que le queda.
Provocó una discusión con sus padres cuando les dijo que necesitaba que se fueran, que quería estar sola. Teniendo en cuenta los antecedentes de su hija, ni Cosme ni Belén querían abandonar Madrid. Pero Aitana hace mucho tiempo que dejó de ser una cría y casi a regañadientes tuvieron que acatar la decisión de su hija, marchándose con un nudo en el pecho dirección Barcelona.
Aitana no tiene muy claro ni qué ha pasado en este tiempo, ni qué ha estado haciendo. Supone que nada relevante si no se acuerda.
Luis ha prometido guardarle el secreto de lo que pasó cuando se fueron del tanatorio. No fue inteligente lo que hizo. Aún tiene que reflexionar sobre lo que pasó, pero desde luego arrastar a Luis hasta esa situación es algo de lo que se arrepiente enormemente, teniendo en mente que Luis se está convirtiendo en un apoyo importante sin que ninguno de los dos se haya dado cuenta en muy poco tiempo.
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Canción Desesperada
RomanceLos comienzos no siempre son buenos, las primeras impresiones tampoco.