La enfermera entra para retirar la bandeja del desayuno y comprobar las constantes vitales de Aitana.
Agradecen que haya sido una tercera persona la que haya roto el silencio en el que llevaban sumergidos unos minutos después de que Aitana terminara su insípido desayuno.
Aitana sonríe a la enfermera dándole las gracias. Luis supone que ha llegado el momento.
Sabe que es a él al que le toca mover ficha.
-Aitana-dice llamando su atención con voz algo temblorosa- Siento muchísimo lo que te dije. Yo no tengo ni idea de nada y siento haberte desautorizado delante de los demás. Simplemente estaba cabreado y no pensé lo que dije. Sé que no es excusa, pero de verdad siento lo que te dije.
Aitana asiente levemente con la cabeza mirándole a los ojos. Sí parece arrepentido y quizá hasta algo avegonzado de su comportamiento.
-Respeto mucho tu trabajo y está claro que tienes más experiencia que yo. Fui muy imbécil.
-Sí fuiste bastante imbécil-dice Aitana con tono serio- Pero todos podemos tener un mal día-acaba cediendo con un amago de sonrisa.
Luis suspira aliviado sonríendole. La verdad es que odia pedir perdón, es más, no lo hace hasta que llega a un extremo en el que la situación llega a ser insostenible.
Puede que fuera uno de los puntos principales que les llevó a Noelia y a él a una separación que solo era cordial por Alba. Y a veces incluso se olvidaban de que habían prometido que Alba jamás volvería a verles discutir delante de ella cuando se divorciaron.
- ¿Puedes rellenarme la botella de agua?-pregunta Aitana señalando la mesilla donde reposa la botella vacía- Iría yo, pero-dice levantando la mano donde tiene colocada la vía.
-Claro-asegura él levantándose con ímpetu para coger la botella y encaminarse hacia el baño.
Oye cómo la puerta se abre, dando paso a una mujer de unos sesenta, que tiene pinta de haber sido una persona muy elegante, y sin embargo, aparenta más edad de la que probablemente tenga. Luis no la conoce, pero parece que Aitana sí por cómo se saludan y cómo la señora pregunta por su estado de salud.
-Hola-dice él tímido al salir con la botella y tendérsela a Aitana.
La mujer le mira de arriba abajo un par de veces, antes de volver a dirigirse a Aitana. La postura y el gesto de Aitana reflejan que está tensa, y ve cómo traga saliva con dificultad.
-Tenemos que hablar-vuelve a repetir la mujer con una seriedad con la que nunca ha hablado con ella, sintiendo que sus palabras se clavan como puñales en su maltrecho corazón.
Luis nota la respiración de Aitana agitándose, que parece haberse quedado petrificada ante la actitud de la mayor de las dos.
Luis no sabe por qué, pero siente la necesidad de romper esa tensión que parece envolver el ambiente y que le está dificultando hasta a él mismo respirar. Ve cómo Aitana hace amago de hablar un par de veces, sin que en ninguna de las ocasiones se escape una sola palabra de sus labios.
Luis alza la mirada desde Aitana hasta mujer, que aún le mira de reojo preguntándose por qué se ha quedado ahí parado.
-No creo que ahora sea el momento para hablar. Aitana necesita descansar y estar tranquila ahora mismo-dice con más seguridad de la que siente ante la mirada oscura y penetrante de la mujer.
-¿Tú quién eres?-pregunta la mujer examinándole de nuevo utilizando un tono incluso más seco que con Aitana.
Aitana parece haber recobrado el sentido, adelantándose a la respuesta de Luis.
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Canción Desesperada
RomanceLos comienzos no siempre son buenos, las primeras impresiones tampoco.