Alba descuelga el abrigo del perchero y lo deja en el suelo como le han enseñado a hacerlo y espera a que Martín haga lo mismo.
-Una, dos y tres- cuentan a la vez en voz alta y ríen al ver que los dos se lo han puesto a la vez.
La profesora pide a todos los alumnos que terminen de recoger y Martín corre junto a Alba con las mochilas ya puestas para poderse poner en la fila, pues a ella le toca ser la primera hoy. Martín corre a su lado pasándose la mano por el pelo porque al ponerse el abrigo se ha despeinado los rizos.
Alba apoya la frente en el cristal frío de la puerta que da al patio y pega la nariz hasta que queda aplastada, clavándose las gafas levemente.
-Martín-le llama emocionada para que se acerque a ella y mire lo que le señala dando con un dedito golpes en el cristal- Han venido papá y mamá -exclama dando pequeños saltitos en el sitio con una sonrisa enorme iluminando su rostro.
Martín también sonríe al verles, pues sabe que los papás de Alba a veces se pelean y nunca hacen nada los tres juntos. No mucho más allá de dónde le señala Alba divisa a su madre, que se encoge en su bufanda.
Tanto a Luis como a Noelia se les hace raro estar los dos esperando en la puerta del colegio como una pareja más, una que hace años que no son.
Luis no sabía si esperar unos metros más lejos o caminar hasta estar a su lado, decantándose finalmente por colocarse al lado de Noelia. Trata de mostrarse despreocupado ante el que sin duda va a ser uno de los eventos del año, al menos para Alba.
Sabe que pasaría todas las horas que hicieran falta con Noelia, o con el mismísimo diablo, solo por la mirada de Alba brillando como lo hace ahora corriendo hacia ellos.
Alba se lanza al cuerpo de su padre, que es al que hace más que no ve y ríe cuando la coge en brazos jugando con ella.
- Oye, bichito, ¿y yo qué?-dice Noelia haciendo que la niña se abrace a su cuello con una sonrisa antes de dejar un beso en su mejilla.
Camina dándole una mano a su padre y otra a su madre. Va dando pequeños saltos, pues la ilusión que tiene en el cuerpo le impide andar de otra manera. Es entonces cuando se da cuenta de que se ha olvidado de decirle adiós a Martín. Espera que no se haya enfadado con ella.
Van a comer los tres juntos y aunque la niña no lo recuerde, eso es algo que no pasa desde antes de que Noelia y Luis se separaran. Alba está con los dos y con eso le basta.
Le han explicado que como el día de su cumpleaños su padre estaba malito y no pudo celebrarlo con ella, van a comer hoy los tres juntos para celebrarlo. Alba sonríe entusiasmada, es casi la tercera vez que celebra su cumpleaños y eso siempre es un buen plan.
Alba juega con el muñequito que le ha tocado con su hamburguesa mientras unta las patatas en ketchup con una sonrisa enorme, manchada de rojo.
Balancea las piernas de lo exaltada que está, dándole alguna patada de vez en cuando a Luis, que enfrente suyo la mira embobado degustando su segunda hamburguesa de la semana.
Alba pide dejar el último trozo de hamburguesa que le queda, porque en realidad lo que más le gusta del establecimiento es el parque de juegos. Noelia le limpia la cara con una servilleta y le dice que si da un mordisco más puede ir a jugar.
Los dos miran cómo camina un poco insegura hasta la puerta, que abre sin dificultad. Se quita los zapatos de los cuales Luis le había desabrochado ya el velcro para que pudiera descalzarse sola.
Noelia se pasa la mano por la frente y suspira reacomodándose en el asiento. Ahora ya se han quedado solos, no les queda más remedio que hablar entre ellos.
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Canción Desesperada
RomantikLos comienzos no siempre son buenos, las primeras impresiones tampoco.