Estrella y arcoíris

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El corazón de Luis le despierta a mil por hora en mitad de la noche. Descansa con la cabeza apoyada sobre el brazo de Aitana, así que su movimiento brusco despierta también a la chica. Luis se pasa la mano por la frente alargando el brazo para coger el móvil, causante de su sobresaltado despertar.

Sus ojos aún no enfocan pero puede leer el nombre de la madre de su hija en la pantalla, lo que hace que el nudo de su pecho se apriete aún más.

-Dime....Vale, salgo enseguida y lo que tarde en llegar-dice incorporándose mientras enreda su mano en su pelo.

-¿Te vas?-pregunta Aitana bostezando.

-Era Rubén, Noelia se ha puesto de parto y van ya para el hospital, voy a por Alba. Te veo luego, ¿vale?-se agacha dejando un beso en su sien.

Antes de que se aleje del colchón Aitana le agarra de la muñeca deteniéndole.

-Tráela aquí, anda-balbucea aún medio dormida.

Luis deja un beso en sus labios y Aitana cae rendida otra vez cuando oye la puerta de su piso cerrarse.

Los primeros días fuera del hospital están siendo bastante caóticos. Como si el niño que cada vez más le presiona a Noelia la cadera supiera que ya están en casa, está dispuesto a llevarle de vuelta al hospital apenas cuatro días después del alta de Alba.

Gracias a la baja de Noelia, Luis y ella pueden coordinarse para que la pequeña pueda pasar las mañanas con su madre y las tardes con su padre. Es verdad que cuentan con la ayuda de muchas personas, pero quieren recobrar la rutina cuando antes y que Alba esté tranquila sin demasiados cambios más allá de los inevitables.

Eso sí, no está siendo un camino fácil. Las peleas por la comida continúan fuera del hospital, entremezclando noches de lágrimas con noches de accidentes en la cama.

Alba sigue desmotivada y apenas presta atención a los intentos de la gente que la quiere por distraerla. Pasa prácticamente todo el día apoyada en el cuerpo de cualquiera de sus progenitores, en un estado de duermevela. Su estado de ánimo deja ver irritabilidad y se niega a hacer sola cosas que es capaz y que antes sí hacía.

Con muchas lágrimas y frustración de por medio, están consiguiendo que Alba retome algo la actividad después de tantos días tumbada en una cama.

Por precaución, el deporte más fuerte que puede hacer es caminar y se les hace complicado encontrar sitios lo suficientemente alejados de parques para que Alba no pida ir y ellos tengan que negárselo por su salud. Aún se cansa con facilidad y los días calurosos cada vez se hacen más interminables.

Noelia empezó a encontrarse mal la tarde anterior, pero no fue hasta la noche cuando empezaron las contracciones. Esperaba poder aguantar hasta por la mañana, pero el dolor que atraviesa su eje cada vez le dificulta más estar de pie. Siente mucha presión y es cuando finalmente rompe aguas cuando no les queda más remedio que llamar a Luis.

Esperan lo máximo posible para levantar a Alba, pero la niña ha sentido el revuelo en la casa y a Noelia cada vez le cuesta más reprimir los quejidos de dolor cada vez que una contracción recorre su cuerpo.

Alba llora en los brazos de Rubén, que primerizo e inseguro, se siente algo sobrepasado por la situación mientras la niña se revuelve en sus brazos reclamando a su madre.

Cuando Noelia se recupera algo de la última contracción se sienta en el sofá con dificultad pidiéndole a Rubén que le pase a la niña.

En cuanto está junto a Noelia, Alba se agarra a su camiseta con ansiedad y llena de miedo por ver el dolor reflejado en la mirada de Noelia, que trata de sonreírle y acariciarle en los pocos momentos de tregua entre contracciones.

Canción DesesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora