Imprevistos

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Lo primero que Miriam hizo cuando Aitana se despertó fue arrastrarla hasta la farmacia de su calle. Aitana, en un segundo plano, no había abierto la boca desde que se durmió, contestando con una mirada de frustración y un leve encogimiento de hombros al tercer grado sobre la noche anterior y el tío con el que se había acostado al que le sometió Miriam.

La escena inevitablemente era cómica y la farmacéutica llegó a pensar que era una cámara oculta, cuando Miriam, a la que le falta algo el resuello y con una barriga de casi ocho meses, pidió la píldora del día después. 

Cuando comprobó que se la había tragado buscó dónde solicitar cita para una prueba de VIH para Aitana. Quizá estaba siendo un poco paranoica o se había dejado llevar por el clichés, pero ella se quedaba más tranquila y Aitana tampoco opuso mucha resistencia.

Roi se odió a sí mismo por tener que irse a Galicia a reunirse con su nuevo posible socio, dejando a Miriam al mando de la situación, que aunque ella no quisiera admitirlo delante de él, le sobrepasaba. 

Desde hace un par de días, Aitana ha cambiado el sofá, la única superficie cómoda que Miriam puede ofrecerle, por el lado de la cama de Roi.

No están siendo unos días fáciles para nadie. Miriam convocó a las chicas lo que ella misma denominó una "reunión de urgencia" en su casa, donde tenía a Aitana prácticamente custodiada. Cada una se encargó de buscar recursos, instituciones e información que pudiera ayudarles, a pesar de que las reacciones en un primer momento fueron dispares. Con todo más reposado con la almohada, concluyeron que, a pesar de que Miriam estuviera de baja, no podía estar encima de Aitana las 24 horas del día.

Se han puesto en contacto con la psicóloga de Aitana, que está siendo de gran ayuda y la ha visto ya un par de veces esta semana para decidir un plan de acción.

Aitana apenas habla, perdida en su propio pensamiento, siempre cansada y presa de la ansiedad. No manifiesta su opinión y simplemente se dedica a perseguir a Miriam por la tienda de ropa infantil, que tiene miedo de terminar de dar el pistoletazo de salida al cataclismo definitivo, pero quiere que esté cerca de ella y no sola quién sabe dónde haciendo quién sabe qué, y ella necesita hacer ese recado. Además, las dos necesitan que les dé un poco el aire, aunque el sea el aire acondicionado de un centro comercial.

Vuelve a recorrer el pasillo buscando algún body más para el pequeño, que ya está encajado en su cadera y le impide moverse con toda la soltura que le gustaría. Aitana le sigue como alma en pena perdida en esa ropa que Ana se encargó de meter en una maleta junto a ella para llevarla a casa de Miriam.

- ¿Cuál te gusta más?-le pregunta mostrándole dos modelos distintos mordiéndose el labio.

Aitana se limita a encogerse de hombros.

- Son más monos los ciervitos estos, ¿no?-pregunta Miriam hablando sola.

No siempre es fácil, pero intenta que su estado de ánimo sea lo más calmado y positivo posible, tratando de evitar que Aitana se sienta aún más culpable de lo que sabe que se siente. Suspira cuando se acercan a la cola, apoyando una mano en su cadera. Es verdad que el cuerpo de Aitana tampoco aguanta mucho más y eso que apenas llevan media hora en el centro comercial.

- Ve a sentarte fuera y hago yo la cola-le indica Aitana viendo que Miriam necesita un descanso. 

La Miriam peleona le hubiera discutido, pero es verdad que no se encuentra demasiado bien y que espera que el dolor de espalda se le pase al sentarse.

Casi 10 minutos después Aitana aparece al lado de Miriam, que le propone ir a descansar a una cafetería. Lleva un par de días sintiendo ligeras contracciones que su matrona le ha explicado que son normales y que preparan al cuerpo para el momento en el que lleguen las reales y el parto, así que supone que si se sienta un rato y descansa, el dolor desaparecerá.

Canción DesesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora