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Siente la tensión, sabe que las cosas estarán peor.

Inuyasha conduce en silencio hacia el apartamento. Desde que salieron de el consultorio no ha dicho una sola palabra y la joven morena prefiere escuchar los gritos, los reclamos de su esposo aún más que el pesado silencio.

Cuando llegan a casa, se sienta en uno de los sofá y se descalza. Se acurruca y espera la explosión, pero Inuyasha ni siquiera la voltea a ver, se encierra en la habitación y a los segundos escucha el agua de la ducha caer.

Suspira relajada y se levanta para ir a la cocina por un poco de agua. La toma con dificultad debido al grueso nudo que se había formado en su garganta, está temblando y su piel se crispa con facilidad.

Inuyasha aparece frente a ella, cubriendo su desnudez con una toalla blanca. Gruesas gotas de agua caen de su cabello e impactan en el piso de madera pulida.

Kagome coloca el vaso nuevamente sobre la encimera y cierra los ojos mientras se acaricia la sienes.

— Saldré esta noche y no quiero que me esperes despierta.

— ¿ Dónde irás?

—  No es asunto tuyo. Conformate con que te lo haya dicho.

Se gira para irse hacia la habitación nuevamente pero Kagome lo retiene. Inuyasha tensa la mandíbula más no dice nada. Siente la calidez de la mano femenina posarse sobre su hombro desnudo y en cuanto el aliento caliente de ella impacta en su cuello, toda su piel se crispa.


—  Quédate conmigo —  le suplica abrazandolo — Quiero que me hagas el amor Inuyasha.

—  Lo siento Kagome. Ya di mi palabra, no puedo faltar.

— ¿ Es algo más importante que yo?

— Por supuesto que no.

— ¿ Entonces? Quédate, te prometo que la pasaremos bien.

— Otra noche será.

Y sin mediar más palabras, se soltó de el abrazo de su mujer y se encerró en la habitación. Media hora después salió vestido con un elegante traje de tres piezas, el favorito de su esposa y con su cabello sujeto en una coleta alta.

Kagome preparaba unas palomitas para ver películas hasta media noche ya que así no le prestaria atención al tiempo.

En el otro extremo de la ciudad, el peliplata mayor, pensaba en la conversación que había tenido con Bankotsu, y sí, él tenía razón. Debía de buscar la forma para que Kagome dejara a Inuyasha, sin embargo él no es un romántico empedernido, de esos que llevan flores y chocolates, no, Sesshomaru es práctico.

Si tan solo pudiera encontrar las palabras adecuadas para expresarle todo el amor que siente hacia ella. Definitivamente su vida relajada se convirtió en un jodido infierno desde esa noche.

Tal vez si se hubiese quedado en casa y no ir a la patética fiesta de despedida, no la hubiera conocido, pero no, el cabron de su amigo molestó tanto que no se pudo negar, pero para Sesshomaru una fiesta de despedida en las preparatorias era lo más ridículo, y más cuando ya cursaba el tercer año de medicina.

Fastidiado por no saber cómo actuar, se levanta de el sofá y continúa tomando champán. Abre la puerta corredisa de el balcón y respira aire fresco. El vibrar de su móvil lo alerta, lo saca de el bolsillo de su pantalón y lee el mensaje que ha llegado.

<<¿ Puedes venir, me siento triste y estoy sola>>

Sería bastante estúpido si perdiera una oportunidad como esa.

Tóxico (Terminado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora