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Narra Inuyasha

Cuando leí el mensaje, mis manos sudaron al instante. Un nudo se formó en mi garganta y sentía un incómodo vacío en mi estómago.

Los nervios me atacaron sin piedad alguna. Habían transcurrido dos años desde la última vez que le miré. Su rostro perfecto y sonrosado se quedó grabado en mis pensamientos.

Llegué a el edificio indicado en menos de una hora. Aparqué el auto en frente y antes de bajar me quedé algunos segundos asimilando la situación.

Sabía que entrando a ese apartamento mi vida cambiaria por completo y debía tomar una decisión, por muy drástica que fuese, sin embargo había una sola cosa o mejor dicho, una persona.

Esa persona especial también permanecía en mi corazón aunque no fuera de la forma que realmente se merecía pero lo estaba y de allí nadie la podía sacar.

Eché algunos cabellos hacia atrás, aquellos que volaron libremente por el aire que se colaba por la ranura de la ventana.

Abrí la puerta y me acomodé el traje que vestía. Opté por usar el mismo con el cual le conocí aquella noche. 

Suspiré intranquilo y me decidí a entrar. Un anciano regordete era el encargado de recepción. Su rostro arrugado se contrajo en cuanto notó mi presencia.

— ¿En qué puedo ayudarle Joven?

Me acerqué a él y le brindé toda la información necesaria. Tecleó rápidamente en el computador y minutos después me entregó la llave maestra, me quedé observando el objeto metálico en mi mano.

Le agradecí al viejo y busqué el elevador, estando dentro me recosté a una de las paredes metálicas y cerré mis ojos. Mi vida era una completa mierda.

Al abrirse en el piso indicado, salí y noté que solo había un apartamento, al final de el pasillo. Caminé con pasos firmes, seguro de lo que haría, seguro de mí mismo y de lo que era.

Allí, dentro de esas cuatro paredes podré ser yo mismo, liberar mi esencia sin que nadie pueda juzgarme. Introduje la llave en la ranura de la puerta y la giré, se abrió de inmediato. Antes de entrar apagué el móvil, no quería interrupción de ninguna forma.

Cerré la puerta y presioné el seguro. Me quité el saco y lo dejé doblado sobre el respaldo de un elegante sofá tapizado.

Solté el nudo de la corbata, dejándola sobre mis hombros. Escuché un ruido proveniente de, según yo, la cocina. Sonreí feliz y me adentré en el sitio. El decorado vanguardista no me sorprendió así que no le presté atención.

— Hola.

Me saludó esbozando una amplia sonrisa, mostrando una dentadura perfecta y blanca. Sonreí de igual forma y me recosté en el borde de la puerta. Se movía de un lado para otro, moviendo sus finas caderas. Olía delicioso, el estómago me rugió.

— ¿Qué tal el viaje?

— ¡Uf! Una completa pesadilla.

Sacó la cuchara de una olla y untó un poco de el contenido en la palma de su mano para luego degustarlo. Hizo un gesto de satisfacción y me miró nuevamente.

Sus ojos negros brillaban llenos de felicidad ¡Joder! Le extrañé tanto. La emoción de vernos nuevamente los inundó, y se nos hizo imposible seguir conteniendo el deseo de abrazarnos.

Se lanzó a mí y me rodeó el cuello con sus largos brazos. Me besó todo el rostro mientras me confesaba lo mucho que me había echado de menos, lo mucho que  me necesitó.

Nos fundimos en un largo y deseoso beso. Le solté los labios hasta que me harté de su sabor, de su esencia. Respirabamos agitados, diciéndonos todo aquello que llevamos guardado durante tanto tiempo.

— Debiste irte conmigo.

— Sabes que no podía. Tengo un trabajo que cuidar.

— No lo necesitas Inuyasha — acarició mis labios — tienes dinero suficiente.

Le tomé la mano y le besé la palma. Me dolían sus palabras. Le amo mucho.

— No se trata de dinero. Es lo que me gusta hacer, por lo que me preparé.

— En Inglaterra podías ejercer de igual forma. Eres un excelente cardiólogo. Además, tu apellido es más que suficiente.

Inspiré agotado y me froté el rostro con ambas manos. Me alejé un poco de su cuerpo y me recosté en el borde de la encimera. Me sentía demasiado ofuscado como para querer iniciar una discusión, no en este momento en el que le acabo de recuperar.

— Es por ella ¿Verdad?

Aquí vamos de nuevo. Me froté los ojos y negué. Negué porque no era cierto. Mi mayor anhelo es estar siempre a su lado pero a pesar de el tiempo sigue con sus inseguridades y eso me molesta, me enerva que no confíe en mi.

Tomé la corbata de mis hombros y la dejé en la encimera. Comencé a destrabar los botones de mi camisa hasta quitármela de el todo.

— Me daré una ducha.

No dijo nada, solo se limitó a asentir. Entré a la habitación y me metí al baño de inmediato.

El agua fría caía sobre mi cuerpo llevándose consigo mis dudas, mis temores ¿Hasta qué punto Kagome influye en mi vida? ¿La amo? ¿Qué diría Sesshomaru si supiera que todo lo que hice por ella, solo fue para joderlo? Me mofo de mi mismo porque seguramente ya estaría bajo nueve cuartas de tierra.

Sesshomaru me desollaria sin compasión alguna.

Me enrosco una toalla en la cintura y con otra me seco el cabello. Me siento en la cama colocando los codos sobre mis rodillas y me cubro el rostro con ambas manos.

Nunca antes me había sentido tan desesperado, tan jodido. Se supone que en estos momentos debería de ser el hombre más feliz de el mundo por estar con la persona que amo sin embargo no es así, no me siento feliz mucho menos cómodo.

Entra en la habitación y se sienta a mi lado. Con una mano acaricia mi cabello húmedo y con la otra mi espalda. Cierro los ojos y disfruto de el contacto cálido que sus manos me producen en mi piel entumecida.

Me relajo poco a poco y alejo todos los temores que me aquejan. Esta noche es mia, es mi momento y debo disfrutarlo.

— Lo siento mucho. Sé que no debí precionar.

— No te disculpes. Todo es mi culpa.

Le veo fijamente y le acaricio el rostro suave con la yema de mis dedos. Sus ojos se humedecen y las lágrimas hacen acto de presencia ¡Mierda! Me odio tanto cuando le hago llorar. Bebo el líquido salino y sonrío para que se relaje.

— Sé que no es nada sencillo para ti que todos lo sepan.

— No tengo miedo Jakotsu. Yo te amo y llegará el momento en donde tendré que gritarlo a los cuatro vientos.

Nuevamente los besamos pero esta vez con más pasión, con más fogosidad.

Lo deseo tanto, necesito hundirme en él y olvidar toda la puta mierda que me ahoga. Lo desvisto rápidamente y lo lanzo a la cama, me quito la toalla y mi erección baila con total libertad. Sonríe pícaro y la agarra con sus manos tibias.

Su boca se abre con el único propósito de darme placer, curvo mi espalda en cuanto su lengua lame mi glande ¡Joder! Lo agarro de el cabello y lo mantengo firme para luego embestirlo con brusquedad. Las arcadas llegan y esupe mis huevos.

Entro y salgo en su boca una y otra vez hasta que me corro en ella. Traga el semen con tanta facilidad que mi pene revolotea nuevamente. Lo agarro de las caderas y lo tumbo boca a bajo, le separo las piernas y con un solo movimiento lo penetro, gime y yo gruño extasiado. Su culo es tan prieto que no creo durar mucho.

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¡Oh, Dios mío! 😱😱😱
Inuyasha ¡No lo puedo creer!
¿Qué opinan?
No soy para nada buena en lemon Yaoi 😆😆😆😆

Tóxico (Terminado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora