— ¡Sesshomaru! — Exclamó eufórica en cuanto abrió la puerta.— ¿Kagome? Pero... — la morena se lanzó a sus brazos sin pudor alguno y lo estrechó con fuerza.
Sesshomaru frunció el ceño y arrugó la nariz en cuanto el olor a alcohol llegó a sus fosas nasales.
— Cuñado... — hipo — deseaba tanto verte — hipo — sabes — sonríe maliciosamente mientras se separa de él y con su dedo índice sigue la línea de botones de la camisa negra que Sesshomaru viste — el tonto de tu hermano, mi esposo, se fue y me dejó sola.
— Kagome, son las diez de la noche. Estás sola y tomada — le reprende.
— ¡ Siiii! ¿Cómo lo supiste? Eres un genio por eso me gustas tanto.
Sesshomaru se quedó perplejo por unos segundos pero sabía que en realidad quien hablaba era el alcohol y no Kagome. La chica se mecía de un lado para otro y sonreía abiertamente. Se veía feliz y triste a la vez.
— Llamaré a Inuyasha, no...
— ¡No! — protestó ella de inmediato.
Nuevamente se lanzó sobre él y lo metió al interior para luego cerrar la puerta con dificultad.
— No quiero ver a Inuyasha. Por su culpa estoy así.
— ¿Te hizo daño? ¿Te golpeó? — Ella negó.
— Me dejó, se fue y me dejó.
Sesshomaru observó la botella de vino blanco que había sobre la pequeña mesa y la cogió para vaciar el contenido restante en el lavavajillas. Se lavó las manos y al regresar a la sala, Kagome se encontraba en el sofá, con las piernas pegadas a su pecho y rodeándolas con ambos brazos.
— Sabes Sesshomaru — habla sin verlo — soy una tonta.
— ¿Porqué dices eso? — se sienta a su lado.
— Inuyasha no me ama — sonríe con tristeza — creo que solo me ve como una posesión más.
— Kagome...
— Cállate, no me interrumpas — Sesshomaru guarda silencio — solo tengo 22 putos años. Quiero vivir mi vida, hacer lo que yo quiero y que él no esté ahí para reprocharme.
— ¿Porqué no lo haces?
— Porque soy tonta.
Sin saber el porqué, Kagome siente la necesidad de tener a Sesshomaru cerca. De un solo movimiento se levanta y se coloca a horcajadas sobre él, tomándole por sorpresa, sin embargo, Sesshomaru no hace nada para quitarle de encima.
Ambos se miran fijamente y sienten como poco a poco el deseo les llena. Tantos años deseando ese contacto tan íntimo hace que el peliplata mayor pierda un poco sus defensas y quiera poseer a Kagome, pero... El alcohol, el puto alcohol es quien está moviendo a su antojo a la chica.
— Me gustan tus labios — le confiesa mientras los rosa con la yema de su dedo índice — son suaves, rosados y...
— ¿Y?
— En estos momentos deseo besarlos.
— Kagome...
— ¡Maldita sea Sesshomaru! ¿Porqué no dejas de ser tan recto por una puta vez?— Estás tomada.
— ¿Y?
— No así, si algo pasará entre tú y yo quiero que siempre lo recuerdes, que siempre me sientas.
Los ojos azules se llenan de lágrimas y Sesshomaru la rodea con sus fuertes y cálidos brazos. La estrecha dulcemente contra su pecho y le acaricia el cabello.
— Deseo tanto regresar a esa noche.
— ¿Para qué Kagome?
— Para buscarte por toda esa maldita casa.
Y es en ese preciso momento en que Sesshomaru decide luchar por lo que realmente ama.