— No estoy de acuerdo contigo.Dijo la mujer en cuanto el moreno le explicó la situación. Su esposo suspiró profundamente y nuevamente habló.
— Sesshomaru la conoció primero que Inuyasha pero en ese entonces él no quiso actuar.
— Eso lo entiendo perfectamente y comprendo la postura de Sesshomaru. Siempre ha sido un hombre recto, prudente y seguro de sí mismo. Ella solo era una chiquilla ingenua que no sabía ni lo que quería.
El moreno rodó los ojos. Habían ciertas ocasiones en las cuales no entendía a su esposa y esa, era una de ellas.
Se levantó y de un salto se introdujo a la piscina, no tenía caso que siguiera con el tema puesto que al parecer Kikyo andaba en esos días en donde ni siquiera ella misma se soportaba.
Bankotsu nadó hasta liberar toda la tensión en su cuerpo. Conocía a Sesshomaru desde que eran unos críos y la situación que estaba pasando también le afectaba a él en cierta manera.
Sesshomaru nunca aceptó el hecho de que se había enamorado de Kagome, quizá fue la edad o simplemente quiso ir en contra de lo que su jodido corazón quería.
Sesshomaru siempre era así, no había ningún sentimiento que pudiera doblegarlo, subyugarlo. Ser práctico lo había salvado de muchos líos, todos ellos femeninos, aunque había algo que Bankotsu nunca logró comprender y era el hecho de que Sesshomaru le haya pedido matrimonio a Kagura ¿Sería una escapatoria a sus verdaderos sentimientos? No, Bankotsu no creía que Sesshomaru lo haya querido por el simple hecho de olvidarse de Kagome.
Una hora después, Bankotsu salió de la piscina y Kikyo le tendió una toalla, se veía más relajada y cariñosa.
El moreno sonrió negando con su cabeza, su mujer era un caso demasiado complejo. Entraron a la sala y después que Bankotsu se cambió la ropa mojada, tomaron un pequeño refrigerio.
— ¿Qué te dijo Naraku? — preguntó el moreno. Kikyo sonrió de oreja a oreja.
— Dijo que el bebé se desarrolla perfectamente pero ya sabes cómo es mi tío. Siempre me manda a guardar reposo.
— Estoy de acuerdo con él.
Kikyo rodó los ojos.
— Estoy embarazada Bankotsu, no enferma.
— ¿Y? Sí Naraku dice que tienes que guardar reposo así será.
— ¡Dios! ¿Qué haré con ustedes dos?
(...)
El joven Taisho recibió una llamada telefónica, sacó el móvil de uno de los bolsillos de su pantalón y el rostro se le iluminó al leer el nombre en la pantalla.
Salió de la cama, en donde la mujer retozava completamente desnuda, entró al baño y saludó con voz cálida y animada al oyente que estaba al otro lado de la línea.
— Espero que estés deseoso de verme.
Taisho sonrió abiertamente viéndose en el espejo, se humedeció una mano y la pasó por su rostro somnoliento.
— Por supuesto que sí cariño.
Y era verdad. El joven se sentía nervioso y ansioso. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvieron juntos y el plazo de los estudios de su pareja habían culminado y regresaba de nuevo a la ciudad.
— ¡Perfecto! Ya sabes dónde encontrarme. Nos vemos esta noche. Besos.Cuando la línea anunció que la llamada había terminado, dejó el móvil sobre el lavabo y se aferró a la fría porcelana con ambas manos.
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