— ¿Se besaron? — preguntó sonriendo pícaramente el moreno, quien sentado en uno de los sofá y tomando un refresco de cola,ultrajava verbalmente a su amigo.Sesshomaru gruñía con cada pregunta y ya se sentía lo bastante cabreado con todo lo que había ocurrido la noche anterior en su apartamento con Kagome, su cuñada.
Fastidiado lanzó la carpeta que analizaba sobre el escritorio y se tocó el puente de su nariz. Bankotsu observaba divertido cada uno de los gestos de el peliplata.
— Eso no debió ocurrir — contestó al fin ya que sabía que, si no le aclaraba las cosas a Bankotsu lo tendría encima de él toda su miserable existencia.
El moreno arqueó una ceja y se acomodó su cabello revuelto antes de hablar:
— No sé cómo diablos funciona tu cabeza, lo que si te digo es que si yo estuviera en tu lugar mandaría a la mierda el compromiso con Kagura, le pateo el culo a Inuyasha y me largo con su vieja.
— A veces pongo en duda que te hayas graduado en medicina, tu lenguaje deja mucho que desear.
— ¡A la verga mi lenguaje Sesshomaru! Lo que aquí importa es lo que sientes por Kagome, porque sí lo sientes ¿Verdad?
— Me siento confundido — Sesshomaru se restriega el rostro con ambas manos — no sé lo que realmente siento por Kagome. Desde que la conocí me pareció una chica encantadora.
— Y lo es. Lastima que tú estás de por medio pero ya sabes que si fuera por mí Inuyasha ya estaría en la morgue.
— ¡Joder Bankotsu! No sé cómo diablos te tolera Kikyo.
Sesshomaru no pudo reprimir una sonrisa y el moreno se encogió de hombros.
Ambos médicos dejaron para después de la conversación y continuaron analizando los casos de pacientes que ameritaban una intervención quirúrgica lo más pronto posible.
Mientras tanto Inuyasha seguía haciendo de las suyas en su propio consultorio.
— Deberías dejar a Inuyasha. Esa relación ya no es sana — aconsejó Sango a Kagome, quien meditaba en todo lo que había pasado esa noche.
— Inuyasha nunca me dará el divorcio. Él es... Es tan...
— ¿Poco hombre, machista, una basura? — añadió la castaña.
Sango era la única de el grupo en la cual Kagome podía confiar. Yura era demasiado extrovertida y seguramente le diría que se coja a Sesshomaru y listo.
Ayame podría argumentar que no es correcto que sienta esos sentimientos por su cuñado y Sango, pues ella es la única que sabe comprender los motivos por los cuales aceptó a Inuyasha y también es la única que sabe que el muy desgraciado maltrata físicamente y verbalmente a Kagome.
— Nunca creí que Inuyasha fuera a hacerme daño.
Sango hizo un gesto de pesar.
— No lo tomes a mal pero nunca debiste casarte con Inuyasha solo para estar cerca de Sesshomaru.
— ¡Lo sé Sango! — los ojos azules de la morena se cristalizan — todo ha sido mi culpa. Me enamoré perdidamente de él, que creí que estando con Inuyasha, me buscaría.
— Solo tenías 16 años Kag, siempre creí que Naomi no debió de apoyarte. No pensabas con claridad.
El dueño y jefe de la cafetería las pilló a ambas en la parte trasera de el local y les llamó la atención por estar conversando en horas laborales.
Las chicas entraron de inmediato y se dispusieron a terminar la ronda nocturna.
Cuando Kagome llegó al apartamento, Inuyasha la estaba esperando, sentado en uno de los sofá y con una copa de vino entre las manos.
La morena le saludó e intentó darle un beso en la mejilla pero su esposo la rechazó. Se levantó de golpe de el sofá y la abofeteó sin decirle una sola palabra, la agarró de el pelo y la llevó a rastras a la habitación.
Inuyasha ignoraba los gritos de súplicas de su joven esposa, la lanzó a la cama y se colocó a horcajadas sobre ella. Kagome luchaba por quitárselo de encima pero este nuevamente la golpeó con más fuerza rompiéndole el labio inferior.
— ¡Eres una maldita zorra! — le gritaba mientras le rompía la camisa.
— Inuyasha, por favor, déjame.
— Eso no le decías a él, verdad — le rompió el sostén y le magullo los pechos, dejándole moretones y aruños.
— Déjame Inuyasha, me lastimas.
— ¡No Kagome! Eres mía ¿Entiendes? ¡Mía!
Inuyasha lleno de furia, de celos le hizo el amor a Kagome en contra de su voluntad causándole mucho daño, tanto físico como emocional.
Salió de ella hasta que toda la frustración abandonó su cuerpo, Kagome no sentía sus piernas y sus partes íntimas dolían y sangraban.
A como pudo se puso en pie y con sus piernas flaqueando logró llegar hasta el baño en donde se encerró y permaneció debajo de el agua hasta que su piel se arrugó y sus ojos hinchados dejaron de derramar lágrimas de dolor.
Inuyasha desde temprano se largó al hospital, su padre había sido lo suficiente claro cuando le llamó la atención sin embargo no estaba dispuesto a seguir tolerando que Sesshomaru se siguiera acercando a Kagome.
Irrumpió en el consultorio de Sesshomaru echando humo por todos los poros, no le importó que este estuviera con un paciente y se lanzó a por él.
La mujer salió gritando de el consultorio y llamó a los de seguridad interna. Rin, cansada de presenciar los enfrentamientos entre ambos hermanos corrió hacia la oficina general pero Inu no, no se encontraba.
Buscó a Naraku, a quien encontró en el área de radiografía en compañía de Kikyo.
Los dos médicos y Rin entraron al consultorio,el cual estaba completamente destruido. Inuyasha tenía el rostro inflamado mientras que Sesshomaru solo tenía un corte en la ceja izquierda.— ¿Ya terminaron? — dijo Naraku en tono sarcástico.
Inuyasha escupió sangre y clavó su fría mirada en Naraku. Sesshomaru se acomodó la bata
— Este hospital ya parece un campo de concentración.
Dijo Kikyo rodando los ojos.
— No quiero verte cerca de Kagome. Te lo advierto Sesshomaru.— Tú a mi no me ordenas nada ¿O qué? ¿Ya se te olvidó que está contigo pero me ama a mí?
Rin abrió los ojos como platos al igual que Kikyo y Naraku negó moviendo la cabeza.
— ¡Cállate! ¡Kagome es mi esposa!
— ¡Hasta que yo lo permita!
— ¡Ya basta! — gritó Naraku — no puedo creer que los dos médicos más prestigiosos e importantes de el país estén discutiendo por un coño.
— Cállate Naraku — masculló Sesshomaru — tú no sabes nada.
— Estás advertido Sesshomaru.
Dijo Inuyasha y caminó hasta la puerta, antes de irse le dedicó una mirada despectiva a Naraku.
Sesshomaru se dejó caer en su silla y Rin buscó el botiquín para limpiar la sangre seca y curar la herida. Kikyo salió en busca de Inuyasha mientras que Naraku se quedó esperando una respuesta por parte de Sesshomaru.
