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Aparcó a dos cuadras de el hospital y se bajó de el auto. Sus hombres se habían encargado de quitar cualquier estorbo en su camino. Se acomodó el traje negro y guardó la jeringuilla en uno de los bolsillos laterales de su pantalón y entró al edificio.

El guardia quien ya había sido sobornado por él mismo, lo guió hasta la habitación en donde el joven médico; Inuyasha Taisho, dormía plácidamente. Entró y se sentó en un cómodo sillón para tomarse el tiempo necesario para verle. Se grabó a fuego cada rasgo de él... Era sumamente hermoso.

Sí tan solo él no hubiera despreciado su amor, si quizá esa noche cuando le confesó lo que sentía, no lo hubiera rechazado, posiblemente en la actualidad seguirían siendo una pareja feliz. Más eso no ocurrió porque Inuyasha había respondido que ya existía una persona en su vida, en su corazón.

Onigumo sintió que su mundo se hacía pedazos bajo sus pies. Sus tontas ilusiones murieron con esas palabras ¿Qué haría? ¿Aceptaría la derrota? Jamás, un hombre como él simplemente no podía aceptar negaciones. Luchó para ser lo que hoy en día es y quizá fue por causa de ese sentimiento frustrado y de el deseo de venganza que continuó viviendo.

Él no quería ser un simple compañero, un tonto amigo que estaba allí para defenderlo. En reiteradas ocasiones sufrió unas buenas palizas por parte de los compañeros de el salón. Le molestaba que humillaran a Inuyasha solo porque su padre nunca llegaba a por él.

Verlo llorando le partía el corazón pero qué puto de mierda es el destino pues Inuyasha siempre sintió admiración por él más no amor... Ahora que nuevamente está frente a él se cuestiona si vale la pena seguir viviendo, si vale la pena seguir respirando cuando la persona que ama te es indiferente. 

Cerró sus ojos por unos instantes, meditando en su decisión. Pueda que su madre tuviera razón al decirle que esos sentimientos no eran sanos, que eran tóxicos. Quizá debió escucharla un poco más cuando le decía que en la vida hay que saber ganar o perder y que todo sucede para bien o para mal.

Más su ego, su orgullo herido y el dolor que llevaba guardando en su corazón por tanto tiempo no lo dejaban pensar con claridad. Él simplemente quería venganza. No iba a permitir que un completo desconocido, alguien que nunca estuvo para calmar el llanto de Inuyasha en sus días grises se quedara con el premio.

Pueda que le dé el mejor regalo, algo que jamás podría recibir de nadie más ¿Y qué sí es tóxico lo que siente? ¿Acaso a alguien le importaba el dolor que él sentía? Nadie se interesó por él. Las mujeres le eran insuficiente, no lo saciaban. Era demasiado tarde para que alguien como él tuviera una segunda oportunidad en la vida.

De la parte trasera de su espalda baja, cogió aquella arma con la cual siempre les quitaba la vida a los inútiles, a los buenos para nada, a los que solo eran una piedra en su camino. Sin embargo en esta ocasión le quitaría la vida a la persona que un día hace años atrás, le rompió el corazón en mil pedazos.

Cuando Inuyasha reaccionó, el frío silenciador ya estaba colocado en su frente. Abrió los ojos como platos e intentó gritar más ese grito nunca salió de su boca... El tiro fue como todos los demás; limpio y preciso. La nariz y los oídos de el peliplata comenzaron a sangrar, la bala había explotado su cerebro. Minutos después,  Onigumo se pegó un tiro en su sien.

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"Noticia de última hora: Los sentimientos en el ser humano son armas poderosas, fuerzas involuntaria que cuando se vuelven tóxicas, te devoran, te consumen... Hoy, toda la ciudad de Tokio, se viste de luto, lamentamos la pérdida tan pronta de quién en vida fuera un excelente cardiólogo y persona... Inuyasha Taisho, descanse en paz"

Conmocionada por la noticia, Kagome apagó la TV y se limpió las lágrimas. Sentía un dolor profundo en su corazón. No lo pudo odiar y no se merecía una muerte así.

Inuyasha merecía una segunda oportunidad. Se estaba rehabilitando y todo marchaba bien. Su actitud agresiva iba siendo sustituida por sonrisas tiernas y miradas risueñas ¿Qué estaba pasando en el mundo? Se preguntó mientras se preparaba para el sepelio.

Inu no llevaba horas encerrado en su despacho, llorando y maldiciendo mientras apretaba contra su pecho la fotografía en donde salía un Inuyasha sonriente, recibiendo su diploma. Dolía, se ahogaba con el líquido salino que emanaban sus ojos ¿Porqué todo tenía que pasar así? ¿Porqué no pudo disfrutar un poco más de la compañía de su pequeño?

— ¡No! — gritó desesperado — ¡Mi hijo no está muerto!

Sesshomaru entró en el despacho y se aferró a su desgarrado padre. Inu no se dejó caer de rodillas al piso llevándose consigo a su hijo mayor y lloró amargamente. El sentimiento de culpa era tanto que quería morir... Deseaba la muerte antes que cargar con ese peso que lo abrumaba.

Simplemente no existen palabras para describir un dolor como tal. Verlo tirado en el piso, hecho polvo, molido en arrepentimiento, terminó por quebrantar el lastimado corazón de Sesshomaru.

Jakotsu en cuanto llegó a la mansión se lanzó sobre el féretro y desahogó todo su dolor en lágrimas. No le importó si era juzgado, no le importó si sería el centro de atención. El amor de su vida yacía en esa puta caja ya sin poderlo oír, sin poderlo mirar.

— ¡Inuyasha! ¡Levántate!

Gritaba mientras levantaba la tapa y así poderlo tocar aunque fuese por última vez. Bankotsu le pidió ayuda a Kouga para que lo ayudara a sostenerlo y así poderle aplicar un calmante. Kouga le pidió a Ayame, su novia,  que le esperara. La pelirroja asintió y se limpió las lágrimas... Ver a Jakotsu tan destrozado le rompía el corazón a cualquiera.

En el cementerio privado, solo los más allegados a la familia participaron de el funeral. Gracias al sedante que le aplicaron, Jakotsu pudo controlarse y se acercó una última vez al féretro, besó una rosa blanca y la colocó encima de la lisa y fría superficie de madera.

               
                         INUYASHA TAISHO
                                        1992- 2019

¡FIN!

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¡Joder! Aún estoy llorando... Este capítulo fue el que más me golpeó al momento de escribirlo.
Muchísimas gracias de corazón por haberme acompañado en esta travesía... En ciertas ocasiones este fic es una realidad en el mundo en que vivimos.
Espero seguir contando con cada uno de ustedes...  Amo leer sus comentarios.


Siguiente capítulo: Epílogo.

Tóxico (Terminado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora