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— ¿Dónde estás?

Quiso saber su amiga, quien estando al otro lado de la línea, se sentía sumamente preocupada por Kagome.

La azabache le había narrado todo lo sucedido y Sango le aconsejó que no dejara el apartamento de Sesshomaru, que estando al lado de su cuñado estaría protegida.

Pero Kagome dudaba, aunque Sango estuviera de acuerdo en que esté en el apartamento de Sesshomaru, ella se sentía demasiado incómoda y confundida.

No quería ser una molestia para su cuñado mucho menos agregarle más motivos a la pésima relación que siempre ha llevado con Inuyasha.

Luego de oír los consejos y reproches de Sango por más de una hora, se despidió de ella para luego cortar la llamada. Sentada en un sofá, meditaba en cómo su vida había dado un giro inesperado, ahora se encontraba bajo el cuidado de el hombre que siempre ha amado en silencio. 

Sintió que Sesshomaru quería abrir su corazón, sin embargo al final optó por desviar la conversación y eso la frustró demasiado porque ella sí había tomado la decisión de confesarle todo aún así, él se cerró en sí mismo. Agotada de tanto pensar, quiso darse una ducha rápida.

Entró nuevamente a la habitación de su cuñado y tomó una toalla blanca, aspiró el aroma impregnado de Sesshomaru en ella y abrió la puerta de el baño. Su cuñado era un hombre muy ordenado y limpio.

Abrió el grifo y se metió bajo el agua sin esperar a que saliera la fría. Se enjugó su cabello con el champú de Sesshomaru al igual que su cuerpo con la gel masculina. Apenada y un tanto nerviosa salió de el baño, era obvio que Sesshomaru notaría que usó sus objetos personales.

Mientras secaba su cuerpo con la toalla, la puerta de la habitación se abrió de golpe y ambos se vieron afectados.

Sesshomaru se quedó perplejo puesto que había visto la desnudez de su cuñada. Y Kagome, no podía creer que Sesshomaru la haya visto a como llegó al mundo. Con el rostro tan rojo como la grana se cubrió su desnudez y Sesshomaru le ofreció la espalda.

— Lo siento mucho.

Se disculpó él con voz temblorosa. Kagome se enrolló la toalla y se aseguró que no se le viese nada más que los hombros y las piernas.

— No...no te preocupes. El descuido fue mío. Es tu habitación.

Silencio... Un monótono y pesado silencio se formó, sin embargo el ambiente se sentía tenso dentro de la habitación.

Las intenciones de Sesshomaru eran llegar a casa, darse una ducha y preparar la cena pero no contaba que sería recibido con tan excitante visión porque sí que lo calentó a tal grado que su erección dolía.

Abrumado abandonó su propio cuarto y se instaló en la cocina. Llenó un vaso con agua fría y se lo tomó dando grandes tragos. Se sentía incómodo, descolocado. Jamás había deseado tanto el cuerpo de una mujer ¡Jamás!

No obstante, sus ojos se habían satisfacidos con una visión perfecta.  Minutos después Kagome salió de la habitación en su búsqueda, lo encontró apoyado en la encimera, con el rostro oculto entre sus manos.

— ¿Estás bien? — preguntó algo cohibida por lo que había ocurrido en la habitación.

Sesshomaru suspiró profundamente y la miró fijamente, en sus ojos se podía observar una confusión enorme. Kagome lo sabía, además de ser su cuñado también era hombre y ambos estaban solos, únicamente él y ella, sin embargo Kagome debía de estar segura de lo que Sesshomaru sentía por ella.

Hasta el momento no había dicho nada contundente, alguna señal que le bastase para dar el siguiente paso porque Kagome sí lo quería dar, ser de Sesshomaru es lo que siempre quiso desde que le conoció.

Tóxico (Terminado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora