Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]

• CAPÍTULO 6 •

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  Misterio por revolver .
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Nina había logrado hallar un momento libre para poder sentarse a escribir unas cartas que tenía pendientes. Luego de las vacaciones de Navidad y del nuevo año que comenzó, había comenzado a asistir a clases de vuelo particulares  impartidas claro por su amigo Draco. Todo esto porque el niño estaba empeñado en entrar al equipo de Quidditch tal como lo había hecho Potter. Honestamente Nina lo hacía sólo para ayudarle a entrenar y que se sintiera importante, pero a la chica no le interesaba el deporte mágico en lo más mínimo, al menos no le importaba practicarlo y menos entrar al equipo.

No había que mencionar que su amistad con Draco se había estrechado bastante y que solían hacer prácticamente todas las actividades juntos. Pero Nina también tenía otra amiga a la que echaba mucho de menos. Luna. La familia de Nina había conocido a los Lovegood en un campamento al monte Grimoore, un lugar para escalar y hacer camping. Ambas familias coincidieron, ya que por lo general era un lugar al que sólo llegaban los magos por la lejanía que implicaba viajar.

Desde allí que ambas familias se conocieron y se hicieron unidas, ambas niñas se hicieron muy cercanas, ya que Nina tenía siete y Luna seis. Fue muy lamentable cuando la señora Lovegood falleció, la pequeña se vió muy afectada, pero gracias a la amistad que habían comenzado fue todo más llevadero. Antes de que Nina viajara a Londres, siempre solían visitarse, a pesar de la distancia y ambas niñas se sintieron muy felices cuando supieron que Nina asistiría a Hogwarts y no a Beauxbatons, ya que eso implicaba que pronto pasarían todo el tiempo juntas.

La bruja estaba escribiendo todo en una larga carta para su amiga, los hechos importantes que se habían generado en la escuela, y también lo que a ella le esperaba cuando ingresara el próximo año. Le deseaba que pronto estuvieran juntas para las vacaciones de verano para poder contarle todo y pasar tiempo juntas. De paso escribió también una carta para Phillipe, su amigo de Francia a quien hace mucho tiempo no veía. Dejó también una carta para sus abuelos, pero netamente por cortesía, ya que no lo sentía de corazón realmente.

Al guardar la pluma dentro de un fino estuche, reparó en el llavero que colgó en la cremallera. Nunca había sabido quién se lo había entregado. Por más que preguntó a sus compañeros de casa ninguno sabía quién había sido o quién lo había entregado. Sólo que un día apareció en la sala común indicando que era para ella. Tenía su inicial hecha a crochet, una tecnica de tejido, la conocía porque la madre de Luna solía crear cosas de esa forma.

Al parecer la persona que hizo el presente no se daría a conocer, o eso era lo que creía ella. Pero era un misterio y a la niña le estresaba de sobremanera no saber todo lo que sucedía a su alrededor. Era frustrante no conocer el remitente del obsequio.

Se dirigió a la lechucería para dejar las cartas y esperar a que fueran enviadas a sus respectivas direcciones y luego de eso iría hacia la cocina a conseguir más comida para Irina –su gata– quien no parecía de muy buen humor por el hecho de dejar la comodidad de la casa de los Illich. Esa  definitivamente era un animal de la alta aristocracia Francesa, no acostumbraba a dejar los finos manjares.

Últimamente había estado estudiando mucho, incluso de materia que no estaba en el programa de su año escolar, le gustaba leer y había comprendido todo lo que indicaba su libro, por lo que había decidido explorar más allá. De cierta forma era entendible que no tuviera tiempo de mandar una carta, el profesor Snape era quien más les dejaba tarea, era su jefe de casa, por ende siempre solía decir que ellos como Slytherin, debían resaltar ante los demás estudiantes. Eso estaba dando frutos, estaban ganando la copa de las casas con mucha delantera ante Ravenclaw, quien era la casa que venía pisándoles los talones.