• CAPÍTULO 84 •

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84. El pequeño tren espera por mí.
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—Vamos bonita ¿cuándo me dirás si es que tienes novio? porque de ser así, quisiera postularme como candidato. 

Nina estaba harta de tener que fingir con respecto a sus intenciones, con respecto a quién era y que era lo que estaba haciendo en dicho lugar rodeada de mortífagos. Se sentía cansada de tener que mentir, por tener que estar constantemente en guardia, por tener que husmear en los pensamientos de ellos y proteger los suyos en todo momento. Necesitaba una cama para dormir segura y no en contacto con todos esos carroñeros y mortífagos que estaban hambrientos de poder. 

—¿Y tú crees que yo te aceptaría?— preguntó haciendo uso de todo el cinismo que le era posible—, sí que tienes amor propio Scavior, no lo pierdas, pero creo que debes aprender a escoger mejor las batallas en las que puedes o no ser un digno vencedor. 

Era muy estresante tener que mantener a raya a esos idiotas, sólo porque creían que era una mujer pensaban que era fácil de intimidar y ese no era el caso. Nina se había metido sola en la mansión Malfoy, se había dado el lujo de engañar al señor tenebroso y ellos neciamente creían que ella se intimidaría por pláticas incómodas. 

—Osea que tienes novio, cuéntame ¿él sabe que lo engañas con este?—preguntó con curiosidad, refiriéndose a Draco—, sólo un tonto creería que ustedes dos son sólo amigos tan cercanos. 

Nina le regaló una aguda mirada, felina; estaba dispuesta a lanzarle una maldición imperdonable si seguía fastidiando con respecto a su vida personal. No obstante tenía que mantener la paciencia si quería que su plan no se viniera abajo en medio de la nada, pues de ser así sería muy difícil sobrevivir, no podía darse el lujo de que ellos desconfiaran de ella mucho más de lo que ya lo hacían. 

—¿Y eso te importa mucho? ¿Tienes celos de Draco?

—Sólo porque duerme contigo, de lo demás no. Es un idiota, sólo un idiota con dinero. 

Draco le dedicó una sonrisa socarrona y dejó escapar una carcajada notoriamente sarcástica, el rubio sabía muy bien la manera de camuflar sus verdaderas emociones; este había sido criado para estar al mando de cualquier puesto importante, cuando creciera seguramente estaría a cargo de la dirección de algún banco mágico o un departamento diplomático como su padre, por lo que aguantar que se le denigrara por los sucesos anteriores vivenciados por Lucius no le sentaba nada bien, sin embargo debía morderse la lengua si no quería verse sobrepasado y demostrar delante de sus colegas ese tipo de debilidad, aunque le costara admitirlo, era sumamente de mal gusto, no tendrían porqué importarle las opiniones de un montón de buenos para nada. 

—Bueno Scavior, creo que tendrás que ir guardando tus intenciones para otras mujeres, Nina es una mujer con pretensiones e intereses mucho más refinados, además cuando el señor tenebroso se alce, ella estará en los puestos más altos de su pirámide, le habrá ayudado a conseguir su inmortalidad ¿Quieres que en ese momento ella te vaya a proponer matrimonio?— se burló Draco—, mira si eres todo un romántico encubierto.

Las risas de Nina y Draco fueron coreadas por las de los demás acompañantes, no obstante por primera vez en varios meses ellos se estaban riendo, riendo de verdad, así como cuando estaban en la escuela, cuando compartían tonterías en la biblioteca o la sala común. Sólo que ahora estaban allí, entre terrenos escarpados, entre los bosques oscuros, buscando a la nada en medio de cuevas encantadas y hediondas a humedad.

Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora