• CAPÍTULO 46 •

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46. Dos aurores, un león y una serpiente en la mesa.
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Nina estaba echa un lío, tenía esa inquietud latente en su interior. Sabía que había llegado la hora de contarle a sus padres sobre su noviazgo y eso le generaba ansiedad, mucha para ser exactos. Irina jugueteaba con su estambre en la cama de la bruja; Nina por su parte se encontraba leyendo un libro sobre hechizos, no se permitía hacer magia fuera de Hogwarts todavía, sin embargo tenía que refrescar sus conocimientos; el punto es que había otro tema que no le permitía concentrarse.

Dió vueltas por la habitación y suspiró, no le quedaba más remedio que tomar una hoja y una pluma para enviarle un mensaje rápido a Fred y  esperar que este llegara oportunamente.

Las vacaciones habían sido tranquilas  no había salido fuera del país debido a la situación en la que se encontraba Inglaterra; sus padres tenían compromisos con ello y no tendrían días libres hasta quien sabe cuando. Nina por su parte había estado en casa y se entretenía leyendo, practicando algunas pociones y hablando con sus amigos.

No obstante sentía que había llegado la hora de hablar con sus padres un tema importante del que no había mencionado nada anteriormente. Ella y Fred habían iniciado una relación y sus padres estaban al margen de aquello, por ende eso no podía seguir siendo de esa forma; no sabía que pensaba su novio de aquella situación y por eso el motivo de la carta enviada.

Cuando la contestación llegó, ella sonrió. No podía esperar menos de Fred Weasley. Bajó las escaleras y suspiró, dándose ánimo pues sabía que se avecinaba una larga conversación, al menos con su madre. Siempre habían tenido confianza y Amelie ya le había explicado todo acerca de los métodos de protección y de no ser ingenua a la hora de conocer a los chicos, no obstante sabría que ella se preocuparía por su bienestar de igual manera.

—Mamá —le llamó mientras ella leía unos documentos que venían del ministerio. —¿Estás muy ocupada?

Amelie levantó la vista de sus pergaminos y le sonrió. Ella era una mujer cálida, de eso no había duda; era increíble el hecho de que podía convertirse en un ángel y después ser dura y fría a la hora de tratar con criminales. Nina asumía que eran los años de experiencia la que le habían dado ese poder.

—Cariño, siempre tendré tiempo para tí —respondió y Nina alisó el vestido que usaba antes de sentarse en el taburete de la cocina junto a ella.

—¿Papá no está?

—Oh, le he enviado a realizar compras en el supermercado —se rió—, ya sabes que alguien debe encargarse de las cosas de la casa ¿por qué? —hizo una pausa —¿Te ha sucedido algo?

—Sí, pero es algo bueno—declaró la joven —, es algo que quiero contarles porque es importante para mí.

—Oh, pues bueno; John tendrá que enterarse más tarde porque no puedo esperar. Sabes que mi curiosidad es incontrolable.

Nina sonrió y asintió, su madre era una mujer muy espontánea y apegada a sus sentimientos y corazonadas, era impresionante la forma en que solía expresarse ante la gente y cómo los demás recibían sus ideales. Sin duda en algún momento Nina quería llegar a convertirse en alguien como ella, pues era uno de sus pilares, un ejemplo y un referente.

—Madre hubiera querido comentarte esto mucho antes, sin embargo sé que han tenido mucho trabajo y quería esperar a que pudieran también conocer más en profundidad a Fred.

—Oh, ya veo. Es sobre aquel pelirrojo—mencionó su madre en tono risueño.

—Sí— asumió la bruja —, estamos juntos, ya es algo oficial.

Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora