La boda sería las más grandes de todos los tiempos. La corte estaba planeandolo todo para el gran día del Rey y la futura Reina, habían organizado como sería la boda, con todas las personas del pueblo, gente de noble linaje de Irlanda y de ese país y obviamente invitarían a los reinos aliados para poder conmemorar ese día.
Los únicos que no estaban a gusto con la boda eran el príncipe Zeldris y en cierto modo Elizabeth ya que la primera vez que conoció a Meliodas no parecía ser el amargado que era, antes parecía ser una persona tierna y comprensiva, ahora era alguien frío y algo temperamental.
La boda sería dentro de dos semanas, ella se estaba probando el vestido que llevaría en el gran día de ambos. Era un gran vestido hecho por sastres y costureros franceses. Tenía unos hermosos bordes dorados en las mangas y en la falda, con unas hermosas y amplias mangas. Tenía unos aretes de oro puro con incrustaciones de diamantes y unos colleres de oro de más de 14 klt.
— Señorita, luce preciosa.
— Gracias —replico la pelirroja viéndose en el espejo.
Su mirada era vacía, ya no le importaba si se casaba o no, lo único que quería era estar tranquila y ser feliz. Quizás Meliodas cambiaría después de la boda y hasta podría llegar a ser un gran amigo para ella.
Su madre le había dicho que si quería que su reino fuera próspero debía de alumbrar a varones, aunque nunca le explicaron de donde salían o como llegaban. Ella era hija única, ella pensaba que los bebés simplemente llegaban y ya, nunca nadie se tomó la molestia de explicarle el tema.
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Zeldris le había encargado a Cusack que llenara una bolsa de cuero con monedas de oro para pagarle al juglar su servicio en el festival de bienvenida. Él estaba bajando las escaleras junto a Cusack quien tenía las monedas y estaba bastante vigoroso a decir verdad.
Zeldris estaba muy enojado con su hermano, no lo podía ver sin hacer un gesto de desagrado, en el desayuno incluso se levantó de la mesa cuando éste le dirigió la palabra. Las cosas iban de maravilla para él, solo faltaban dos fases, el reconocimiento y el fortalecimiento, luego de eso todo estaría en las manos del destino aunque sería irrefutable el final y beneficioso para ambos.
— Buen día príncipe. Cusack —saludo Chandler con una reverencia— Su hermano, el Rey, desea verlo para discutir un asunto, en privado.
— Señor Chandler, dígale Al Rey que coloque sus labios sobre mí trasero y que lo bese repetidamente —solto con simpleza creyendo que lo que dijo fue demaciado grosero compara ofender a su hermano. A decir verdad, era bastante grosero para un niño de seis años— Y dígale que cualquier cosa que tenga que decirme que venga él mismo y que no mande a un vocero en su lugar.
Zeldris continuó con su camino dejando a Chandler perplejo y Cusack a punto de estallar de la risa y de la emoción, incluso mostró una gran sonrisa en su rostro. Era toda una maravilla.
— Perdone el atrevimiento, My Lord pero eso fue lo mejor que pudo haber hecho —se tomo la molestia de admitir— Usted será un niño pero es el más listo que conozco.
— G-gracias —susurro el pelinegro.
Cusack había resultado ser más hermano en medio año que Meliodas en toda su corta vida. Le tenía un gran aprecio a él y el hombre también le tenía un gran aprecio al niño. Era evidente, ya que aunque fuera el escudero de ambos, siempre demostró favoritismo hacia Zeldris.
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A Simple Maid
Teen FictionUna simple sirvienta, es lo que siempre va a ser. {τεrмιηαdσ} #1 en Melizabeth 23/6/20 #6 en Melizabeth 22/6/20 #40 en Melizabeth 29/5/20 #100 en Melizabeth 25/4/20 #2 en MundosParalelos 15/6/20 #5 en MundosParalelos 25/3/20 #13 en MundosParalelos 2...