Capitulo Quinto

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El consejo había estado hablando con Meliodas sobre desposar a una noble de una maldita vez, estuvieron discutiendo aquello toda la mañana. Aunque Meliodas simplemente fingió estar prestando atención, no escuchaba nada de lo que le decían.

Luego de terminar aquella reunión que parecía eterna, Meliodas quería hablar en privado con su consejal. A ese incompetente que no le avisó nada sobre la reunión que había.

Se habían quedado solos en la habitación, Chandler sabía muy bien lo que ese "chiquillo" diría y ya tenía su respuesta preparada.

— ¿Por qué demonios no me avisaste que la corte me esperaba? Quedé como un idiota frente a todos. Incluso ese estúpido canciller me regaño.

Señor, iba a avisarle y justo había aparecido Cusack....

Chandler estaba volviendo para la habitación del Rey y en las escaleras se encontró con el Cusack, quien era el que el jefe los guardias y se supone que guardaespaldas de el Rey y el príncipe (aunque se encargaba más que nada en Zeldris). En resumen, era como un escudero.

¿A dónde vas con tanta prisa, Chandler? —pregunto éste juguetón— A tu edad ese apuro podría matarte.

Muy gracioso —fingio una carcajada— Tengo que avisarle al Rey que la Corte Real lo espera. Con permiso.

Chandler había subido cuatro escalones dispuesto a hablar con Meliodas, pero de la nada Cusack se había interesado en eso que estaba haciendo.

Emm.... Yo puedo avisarle —dijo sereno tratando de sonar honesto— Iría más rápido y el Rey no se retrasaría ¿Verdad?

— No sé, este es mí trabajo.....

Por favor, viejo. No pierdes nada dejándome esto a mí, además estoy libre por ahora —insistio con una media sonrisa en el rostro.

Chandler se resignó ante el pedido de Cusack, era verdad, no perdía nada. Le agradeció la ayuda y se fue directo para donde estaba la Corte Real dejándole a Cusack la tarea de avisar al Rey aunque en el momento que Chandler se había ido, Cusack simplemente bajó las escaleras hasta el comedor...

— ... Ese cretino me dijo que le avisaría sobre la junta —se explicó Chandler.

Meliodas se cruzó de brazos frente a él, con el entrecejo fruncido y a Punto de perder la poca paciencia que le quedaba. Ya de por si se preocupaba bastante por tratar de expandir su reino y tener que aguantar esas ridiculeces, iba a morir del estrés en dos años. Quizás menos.

— ¡Mirá! ¡No tengo ni el tiempo ni la paciencia para aguantar este tipo de "confusiones" —dijo con simpleza pasando su mano por su cabello con frustración— Que no se vuelva a repetir, o tu futuro va consistir en recoger el estiércol en el pueblo —le amenazó para acabar con esa conversación.

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El príncipe Zeldris estaba caminando por los alrededores del palacio. Se sentía muy solitario y triste, faltaban literalmente dos semanas para que cumpliera los seis años y su hermano no había mencionado absolutamente nada.

Cuando salió al jardín, fue a su "lugar secreto" que tenía desde poco antes de la coronación de su hermano. Era un lugar pequeño, muy parecido a un cobertizo abandonado donde tenía muchas cosas con las que hacía cosas experimentales para él, como espadas de madera y objetos para luchar con la esperanza de que su hermano algún día jugara con él.

Los guardias estaban al tanto de lo que Zeldris hacia allí dentro y lo cuidaban desde afuera para procurar de que no le pase nada. El cobertizo era solamente uno de sus lugares, dentro del Castillo había pasadizos que él había descubierto. De esos pasadizos solamente él sabía los caminos de memoria y todas sus entradas y salidas. Ahí era donde llevaba varias de las mejores armas que hacía que eran capaces de herir a las personas.

Pensar que un niño de casi seis años pueda hacer eso es casi increíble. Justo cuando había terminado de crear una lanza, a partir de una piedra afilada y una estaca; iba a salir para guardarla dentro del Castillo a través de los pasadizos pero fue ahí cuando se encontró con Cusack.

— Oh, joven Príncipe —dijo con felicidad en su expresión. Se percató de lo que el niño tenía en sus manos— Oh, príncipe ¿Que es eso?

— Es.... Una lanza, Cusack —dijo con timidez el pelinegro— La hice yo mismo.

Cusack tomó la lanza en sus manos para poder verdad mejor. Zeldris lo miró muy ansioso para ver lo que opinaba su guardaespaldas.

— Es un gran trabajo, joven amo. Casi creí que la había hecho un herrero —Zeldris al oir esas palabras sonrió ampliamente.

— Es de piedra, lo que pasa es que la afile —le comenta muy orgulloso.

— Oh, ya veo. Usted podría engañar a cualquier comerciante, príncipe —ambos echaron unas carcajadas— Lo que vine a proponerle, señor, era que inicie unas lecciones de arquería.

— ¿Arquería...? ¿Que es eso? —pregunto el niño.

— Acompañeme, My Lord.

Zeldris comenzó a caminar a la par de Cusack y segundos después tomo la mano del hombre. No era del todo correcto que vieran a Cusack haciendo eso pero solo era un niño, príncipe o no, el solo quería un amigo.

Habían llegado al campo de entrenamiento, en el sector de los arqueros dónde estaban entrenando arduamente para mejorar su puntería. El pequeño pelinegro no pudo evitar asombrarse, era increíble como podían apuntar desde tan lejos y siempre.dar en el blanco. Necesitaba intentarlo.

— Príncipe, lo voy a dejar en manos del mejor de nuestros caballeros de tiro con arco y ballesta —Zeldris noto como un joven rubio muy alto y fornido se les acercó. Sus ojos eran de color rojo, como los de un conejo y su cabello era corto; tenía una ballesta sobre sus hombros.

— Príncipe, yo le enseñaré todo lo que debe de saber en ésta área —le dijo haciendo una reverencia.

Zeldris miró a su escudero algo dudoso. Él nunca había visto a ese sujeto antes y se le hacía un poco raro.

— No sea tímido, joven Zeldris.

— Mí nombre es Rou, príncipe —se presentó el rubio— Acompañeme a la diana de tiro.

Cusack dejó en manos de Rou el entrenamiento del príncipe. Si iba a llevar a cabo su plan, más valía empezar temprano o quien sabe lo que pueda a llegar a suceder el día de mañana...

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Another Chapter.

I hope you liked it and leave your opinion about it... (Jajaja me salió lo gringa)

Creo que a estas alturas ya casi nadie lee está historia. Caballeros, fue un honor tocar con ustedes esta ésta noche.

[El barco es está historia y yo soy el capitán]

A Simple MaidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora