Capítulo Décimo Tercero

322 58 13
                                    

Me esforse muchísimo con este capítulo, espero que les guste :)
_____________

Cuatro años más tarde

— Me encantas, Mael —dijo la princesa besándolo en los labios de manera apasionada.

El hombre se separó un poco de ella para poder hablar mientras la veía a los ojos, hambriento de más.

— Usted también me gusta, princesa —replico éste acariciando el cabello de la joven con una sonrisita en su rostro.

— Por favor, nombrame por mí nombre de pila —pidio ella tomando la mano de él de manera provocativa y colocándola en su mejilla— Me gusta como lo decís vos.... Elizabeth... por favor, decilo.

El monje se acercó a ella a punto de estar pegados el uno con el otro y se preparó para pronunciar las palabras indicadas por ella.

— .... Elizabeth... —dijo éste volviendo a besarla en la boca haciendo que ella la abra para poder introducir su lengua.

Ambos se querían profundamente pero no podían tener nada entre ellos, lo único que podían hacer eran esos encuentros amorosos que ambos les gustaban.

Elizabeth seguía siendo virgen, pero deseaba desesperadamente que Mael en algún momento pudiese penetrarla sin culpa y sin tener que cuidarse por el "¿Que dirán?" esa era una de las cagadas que tenía la monarquía, solo desposar a hombres de noble linaje o de sangre Real. Ella solo quería estar con Mael, disfrutaba más de estar con él, en los cuatro años que convivieron se conocieron mejor y ambos se agradaban entre sí. Si el no fiera monje y ella quizás fuera una campesina al menos podrían casarse y ser felices juntos.

Ella dejo de lado esa necesidad de tocarse con él que tenía cuando era más joven y después de un periodo de tiempo solamente lo hacían una vez cada dos meses, pero besarse lo hacían cuando querían, pero obviamente lo hacían en privado.

Su hermana Margaret ya se había casado con el Zarevich Gilthunder hace dos años y medio. La boda había sido muy íntima dónde solamente estaban invitadas las familias y nadie más, aunque fuera pequeña fue muy hermosa y eso a Elizabeth le despertaron aún más ganas de estar con Mael y casarse con él, de un modo u otro debía de conseguir estar con él.

Ambos seguían besándose apasionadamente mientras no le prestaban atención a su entorno. La felicidad habría durado más tiempo si no fuese por la repentina interrupción de una de las nuevas empleadas del palacio, la cual al verlos besándose tán íntimamente dió un gran grito el cual alertó a los guardias haciendo que pasen a la habitación casi de inmediato encontrándolos allí extremadamente juntos.

Ambos amantes al oir ese grito tan aturdidor se habían separado con rapidez con toda la cara sonrojada por la vergüenza. El miedo invadió a ambos por unos instantes, luego los invadió el horror absoluto al pensar en lo que podría llegar a pasarle al otro, Elizabeth entro en pánico al borde de las lágrimas. Luego de que los guardias entrarán separaron a la peli plata del hombre, tomando al Monje por los brazos para que no se moviera sacando a Elizabeth de la habitación para ponerla "a salvo" de él. Al ver a la joven que estaba por llorar, los guardias lo tomaron como algo más grave de lo que parecía.

— Mande a llamar al Zar —dijo el guardia que había quedado en la habitación reteniendo a Mael: a la empleada mientras ponía la cabeza del monje contra el suelo poniendo cada vez más presión en su nuca y dejándolo inmóvil poniendo todo su peso pobre él— ¡¿Que demonios planeaba hacerle a la princesa, maldito bastardo?!

A Simple MaidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora