Capítulo Vigésimo Segundo

228 32 11
                                    

┌(✯)Los sucesos en este capitulo transcurren al mismo tiempo que en el capítulo anterior, por eso la diferencia de tipografía(✯)┘

ᕙ[۝][۝][۝]ᕗ

¡Rápido, no quiero que ese pesado de Gustaf me vea salir a estás horas! —hablo la peli plata a su empleada acompañante colocándose su chal de cuero para poder salir al exterior con esas temperaturas tan bajas.

La mujer y la princesa salieron del Castillo con suma cautela en  dos caballos lo más rápido que pidieron. Era muy temprano, aún no salía el sol pero no faltaba tanto tiempo como para que amaneciera y por eso trataban de llegar lo antes posible a su destino pero la nieve aún estaba muy alta y era un poco más complicado para los caballos atravesarla pero al final pudieron llegar sin muchos inconvenientes, era en una parte del Reino dónde no había muchas viviendas y ahí había una choza pequeña pero llamativa con varios árboles al rededor y un inquietantemente lindo y acomodado sendero de rocas sobre la nieve que parecía que lo habían colocado recientemente.

Las mujeres al ver qué ya habían llegado a su destino ataron a sus caballos a un árbol y se aproximaron hasta la choza que no parecía estar bien construida para soportar el invierno pero por alguna extraña razón seguía en pie. Elizabeth tenía el corazón en la boca ya que no sabía a quién se encontraría allí dentro, si a un loco o loca o a alguien que le ayudaría a resolver sus persistentes dudas mientras que su empleada acompañante simplemente estaba muerta del miedo.

Se acercaron hasta la puerta que estaba reforzada en hierro y un tanto astillada. Antes de pasar así como así, Elizabeth tocó tres veces y espero unos segundos para después poder escuchar una voz femenina decir "Adelante" y ambas de atrevieron a pasar.

Bienvenidas, señoritas —saludo una mujer de cabello tan negro como la noche, labios color carmín y una vista misteriosa a ambas mujeres que pasaron a su "santuario" mientras tenía una taza en sus manos— ¿Que es lo que quieren saber? ¿Amor? ¿Fortuna? ¿O algunos maleficios?pregunto ésta sin rodeos lo que intimidó a ambas forasteras.

Las dos la miraron con un dejo de inseguridad, no era correcto meterse en ese tipo de cosas pero ya no había vuelta atrás. La joven peli plata, que estaba encapuchada para no ser reconocida; tomó asiento delante de ella que se había sentado en la mesa donde había varias cosas muy curiosas a la vista de la princesa mientras que su acompañante le sacaba la capucha.

Ah, princesa —comenzo a hablar ella al reconocerla— No es la primera vez que un miembro de la nobleza viene a escondidas a verme por algún tema en particular —dijo risueña ésta.

¿Ya la visitaron antes? —pregunto Elizabeth de manera crédula y muy sorprendida mientras que la mujer asentía Entonces supongo que mí problema no le ha de parecer del todo extraño —asumio reuniendo el valor para hablarle del tema— ¿Es verdad que... Puede comunicarse con los muertos? —las últimas frases las dijo casi susurrando por alguna razón que ni ella comprendió ya que no había nadie más en la habitación que ellas tres.

La mujer comenzó a reír a carcajadas en la cara de la confundida Elizabeth apartando su taza a otro lado, mientras que la joven y su acompañante la miraban muy incómodas y extrañadas sin saber que decir o que hacer.

Yo vivo sola, no tiene porqué ser tan discreta, su Alteza —le guiñó un ojo reincorporandose nuevamente Y sí, puedo hacerlo.

La mirada de Elizabeth se iluminó por unos instantes, pero sabía que tal servicio no sería para nada barato, todo en el mundo tiene un precio y seguramente esa bruja también lo tenía.

A Simple MaidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora