Capítulo 32

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Gabriela PDV

-Esto da asco. Dice Harry soltando su tenedor con carne a la parrilla haciendo que sonara fuerte contra el plato.

-¿Qué la carne?– Digo limpiándome la boca con una servilleta.

-No esto, todo. Dice señalando su alrededor.

-¿De qué hablas? Todo está genial, la comida es excelente, el ambiente y la música...

-Te apoyo con la comida, pero ¿el ambiente, la música? Por Dios parece que estamos en un asilo de tantos ancianos que hay aquí y la música parece como si alguien estuviera usando instrumentos desafinados y has oído al cantante, puedes torturar a un gato frente a un micrófono y sonaría mejor que él.

-Vamos no seas tan duro con él, al menos tiene sentido de la moda. Me burlo mirando al hombre de edad avanzada que se encuentra sobre una tarima detrás de Harry, el hombre llevaba una camisa de cuadros roja con blanca, unos jeans desgarrados junto con unas botas y un sombrero de vaquero.

-No soy duro con él, al hombre parece que se le escapara un botón de esa camisa en algún momento y le sacara el ojo a alguien. Tras tal comentario no pude evitar reírme a carcajadas y Harry hizo lo mismo, luego de que las risas se apagaran nos quedamos mirándonos fijamente de una manera intensa.

-Te propongo algo. Dice Harry sin apartar la mirada.

-¿Qué propones?– digo siendo la primera en apartar la mirada para introducir otro trozo de carne en mi boca.

-Jugaremos un pequeño juego y el perdedor le cumplirá dos deseos al otro, sea cual sea el deseo. Trague en seco tras el énfasis que Harry le hizo a sea cual sea el deseo.

-¿Qué dices?– agregó ante mi silencio.

-No sé, la última vez que aposte contigo no me fue muy bien. Digo jugando con mi comida para evitar el contacto visual.

-Vamos Gabriela, esta vez podrías ganar, y no se te concedería un deseo sino dos, piénsalo podrías vengarte y aún así te quedaría otro deseo. No podía evitar estremecerme cada vez que mi nombre se deslizaba por sus labios, había algo en la forma en que lo decía que hacía que mis rodillas temblaran y mi mente se nublara.

Me mordí los labios dudando unos segundos antes de responder.

-¿Y bien, aceptas o eres una gallina?– insiste utilizando la típica técnica del cacareo para avergonzarme.

-Está bien acepto. Dije finalmente.

-Bien, esto es lo que haremos–dice inclinándose un poco encima de la mesa– jugaremos a los retos,  yo te pondré retos que debes hacer y si no quieres hacer algo debes quitarte una prenda, el primero en quedar sin ropa pierde.

-¡Estás loco!

-Ya aceptaste no hay vuelta atrás. Dice con una sonrisa picara.

-Pero estamos en un restaurante, como pretendes que quede desnuda en público.

-Está bien seré más flexible– dice rodando los ojos– jugaras hasta que no tengas el valor de quitarte más prendas, pero recuerda que si decides no quitarte más prendas quedaras como la perdedora.

-Wow, que flexible fuiste. Dije en un tono irónico.

-Que empiece el juego–dice golpeando emocionado la mesa con sus palmas– a ver, comenzaremos con algo sencillo–dice mirando su alrededor– quiero que te acerques a un camarero y finjas que te caes y que tocas su trasero accidentalmente.

-¡Harry!– le digo acusatoriamente mientras me sonrojo.

-Hey, es tu decisión. Dice alzando las manos en defensa.

Un desconocido en casa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora