Capítulo 31

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Louis PDV

Tras aquella extraña noche, me levante moviendo las manos en busca de algún cuerpo a mi lado pero en su lugar encontré sabanas vacías, me senté en la cama y mire a mi alrededor en busca de alguna señal de que lo que había pasado no había sido un sueño pero no encontré ninguna que me lo confirmara. Me levante de la cama y baje los escalones sin preocuparme por colocarme algo sobre mi semi–desnudo cuerpo, a fin de cuentas vivía solo con Marcus aunque aun estaba en proceso de adaptarme a sus mañas y andanzas así como él a las mías.

Cuando llegue al primer piso saltando los escalones de dos en dos, me encontré con Marcus en la cocina quien a tales horas de la mañana se encontraba vertiendo vodka en su café matutino, me quede fijamente mirando la cantimplora vaciar su contenido mezclándose con el oscuro color del café.

—     ¿Qué?– me pregunto Marcus al ver mis ojos fijos en la taza.

—     Nada. Digo sacudiendo ligeramente la cabeza.

—     Oye no seas tan fácil, si quieres llegar más lejos en esta relación deberás coquetear conmigo un poco primero. Se burla mirándome de pies a cabeza.

—     Como digas– digo rodando los ojos irritado– por cierto ¿de casualidad no has visto a una chica alta de cabello largo negro marcharse?– le pregunto esperanzado de obtener una respuesta a mis dudas.

—     ¿Te refieres a una qué andaba con un vestido de fiesta?– me pregunta sorbiendo el café.

—     Si.

—     No viejo, yo no vi nada.

—     Marcus…– le advierto alentando al chico serio que guarda en su interior a salir.

—     Está bien, se fue hace como treinta minutos.

—     Vale, gracias. Le digo dándome la vuelta para volver a subir las escaleras.

—     Louis. Me detiene.

—     ¿Sí?

—     Un chico llamado Jeremy te ha llamado unas diez veces desde que me levante.

—     Está bien, ya lo llamare. Le digo subiendo las escaleras y como si fuera por arte de magia nada más hice entrar a mi habitación para que mi celular empezara a sonar.

Me acerque a él y la pantalla me mostraba una llamada entrante de Jeremy, era ahora o nunca. Tome el teléfono y conteste.

—     Si es por la pelea de anoche, descuida ya la he olvidado. Le digo a mi hermano antes de que pudiera decir una palabra. Pero en vez de aliviarme con sus usuales palabras de "Lo siento" o "¿Entonces estamos bien?". Llega para angustiarme con terribles noticias.

—     ¿Estás seguro de eso?– le pregunto tragando en seco y sintiendo mi cara palidecerse.

—     ¿Cuándo?– pregunto por más información.

—     Está bien, te llamo luego. Le digo colgando el teléfono y tirándome en la cama para digerir la noticia.

Gabriela PDV

Aparcamos frente al típico restaurant texano con su gran letrero fosforescente y su madera crujiente. Nos acercamos a la entrada donde un hombre cuidaba la puerta parado frente a un podio.

—     Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlos?– dice con una sonrisa reluciente.

—     Una mesa para dos, por favor. Dice Harry.

—     Claro, si podría usted esperar unos treinta minutos por favor.

—     ¡¿Treinta minutos?!– pregunta irritado.

Un desconocido en casa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora