La noche de los cristales rotos

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Alemania. 9 de noviembre de 1938. 2:45 de la madrugada

Sarah: (entra llorando en la habitación como un vendaval) Emilia (la zarandea bruscamente) Emilia!!!
Emilia: (abre los ojos molesta)
Sarah: Agarra tus cosas, nos vamos. Rápido (la agarra del brazo y la saca de la cama. Le pone un guardapolvo por encima)
Emilia: Que pasa? (Se frota los ojos. Bosteza)
Sarah: Ponete los zapatos ya mismo. No te entretengas a agarrar nada más. Te espero en la puerta (se va)
Emilia: (se pone los zapatos rápidamente y sale) Pero decime que está pasando
Sarah: Nos vamos (se pone su guardapolvo, la agarra del brazo y la arrastra fuera de la casa)
Emilia: Y papá?
Sarah: (camina rápido sin mirar atrás)
Emilia: No cerramos la puerta mamá

Bajamos las escaleras tan rápido que a mis pies les faltó poco para enredarse y hacerme caer.
Cuando salimos del edificio entendí que no estaba pasando nada bueno. La calle era un descontrol. Muchos comercios estaban destruidos, la gente gritaba y corría sin ningún tipo de control. Habían personas tendidas en el piso ensangrentadas, otras simplemente tendidas en el piso. Mi mamá tiraba de mi sin querer mirar a su alrededor mientras yo, horrorizada no podía dejar de mirar.
Mamá aceleraba cada vez más el paso, hasta que llegó el momento en el que echó a correr sin soltarme la mano en ningún momento.
Nunca tuve tanto miedo como ese día.

Vi hombres atacar a otros hasta dejarlos sin sentido. Vi hombres que destruían nuestras casas y negocios. Una adolescente de 15 años nunca debería presenciar semejante nivel de odio.

Lo peor fue cuando conseguimos llegar a la estación...

Sarah: (ayuda a Emilia a subir al tren)
Emilia: (se da vuelta para ayudarla)
Sarah: Perdoname hija (traga saliva, se da media vuelta y se va)
Emilia: Mamá!! (Va a bajar pero un señor la agarra del brazo)
Abraham: Tranquila
Emilia: Suelteme!! (Se intenta zafar) Mamá!!! (Se rompe en mil pedazos) Mamá no te vayas, volve. MAMÁ POR FAVOR
Sarah: (se saca las lágrimas y acelera el paso)

Las puertas del tren se cerraron y dejé de verla

Emilia: (se deja caer sollozando) Mamá
Abraham: (se agacha a su altura) Creeme, es lo mejor para vos (le pone la mano sobre el hombro)
Emilia: (lo mira enojada)
Abraham: Ahora no lo vas a entender, pero más adelante estoy seguro de que podrás hacerlo y la perdonarás (le da un pañuelo) Vamos a sentarnos a un asiento y te cuento (la ayuda a levantarse y va con ella a sentarse) No nos presentaron. Soy Abraham. Tu mamá me pidió que me encargue de vos
Emilia: (se limpia las lágrimas)
Abraham: Me dedico a buscar familias de acogida para menores judíos
Emilia: (lo mira)
Abraham: Sí, te voy a llevar con una familia de acogida en un pueblo del interior. Ahí estarás a salvo (saca un papel con una foto adjunta) Está es Mirtha
Emilia: (mira la foto)
Abraham: Tiene dos hijos más, Nicohlas, de tu edad y Jennell, de 4 años. Ella te va a cuidar todo el tiempo que sea necesario
Emilia: (lo mira) Y padre no tienen?
Abraham: Está en el ejército
Emilia: (mira el pañuelo jugando con el) Cuando voy a poder volver a ver a mi madre?
Abraham: No lo sé
Emilia: Crees que estará bien?
Abraham: Seguro que sí
Emilia: No me mientas
Abraham: Emilia, la situación es complicada, lo sabes, se está impulsando una campaña cada vez más violenta contra los judíos indistintamente de la edad y el sexo. Si querés que te diga la verdad, no sé si estará bien
Emilia: (lo mira) Mi padre está muerto, no?
Abraham: Como?
Emilia: La última vez que lo vi, se iba a trabajar. Cuando salimos de casa él no estaba, es raro que a esa hora aún no hubiera llegado. Le pregunté a mamá pero me esquivó el tema. Se limitó a agarrarme del brazo y estirarme de él para llegar cuanto antes a la estación
Abraham: (niega con la cabeza) No sé nada, lo siento
Emilia: (mira por la ventana del tren) A donde vamos?
Abraham: A un pueblito cercano a Múnich, no lo debes conocer
Emilia: Podré escribir cartas a mamá desde allá?
Abraham: No creo que sea seguro, pero sí, podrás escribirle alguna, yo se la puedo llevar. Iré a visitarte cada cierto tiempo para asegurarme de que todo está bien
Emilia: (lo mira) Y mamá podrá escribirme también? Me traerás vos sus cartas?
Abraham: (sonríe y asiente)
Emilia: (vuelve a mirar por la ventana) Es grande la casa?
Abraham: No, son una familia humilde y estoy seguro de que te sentirás muy bien recibida
Emilia: (suspira)

Apoyé mi cabeza sobre el cristal frío con una mezcla desagradable de sensaciones.

Los paisajes nevados se sucedían uno detrás de otro generandome una sensación hipnótica. Cuando me quise dar cuenta los ojos se me cerraron y me quedé dormida

¿Qué ves cuando cerrás los ojos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora