¿Qué ves cuando cerrás los ojos?

Pacto de paz

Desde aquel día no vivimos tranquilos nunca más. Las alarmas por amenaza de bomba sonaban día sí, día no independientemente de la hora; cada vez que llamaban a la puerta se nos paraba el corazón a los 3.
Hacía un par de semanas que me había mudado a un recoveco escondido de la casa, ahí pasaba la gran parte del tiempo temiendo que en cualquier momento podrían venir a por mi. La puerta de entrada al escondite se mimetizada perfectamente con la pared así que era prácticamente imposible descubrirla a primera vista

El tiempo genera cambios, a veces son para mejor y otras para peor. En este caso fue a peor. Empezamos a vivir con miedo a lo que podría pasar en cualquier momento y aunque mi mamá trataba de disimular el peligro que corríamos para protegernos, sabíamos de sobra que no era así, hasta Jennell se daba cuenta, pero era demasiado ingenua para llegar a entender la gravedad de la situación.
En medio de todo aquel caos llegó el día de Navidad. Hacía tiempo que no vivíamos unas navidades tan especiales como aquellas...

*Llaman a la puerta*

Mirtha: (mira hacia la puerta)
Nicohlas: (levanta la cabeza del libro de texto) Yo voy
Mirtha: Vos no estabas estudiando?
Nicohlas: Pero puedo ir a abrir (se levanta)
Mirtha: No (deja de bordar) Sentate ahi, después te voy a preguntar y si no te sabes las respuestas...
Nicohlas: Me quedo sin postre, sí, ya sé
Mirtha: (abre y se le abre la boca) Herman
Herman: (sonríe)
Mirtha: (se lanza a sus brazos)
Herman: (la abraza con fuerza)
Nicohlas: Papá!!! (Va corriendo)
Mirtha: (le mira la pierna) Que te pasó? (Lo mira a los ojos)
Herman: Nada grave (entra apoyando su peso sobre las muletas) En un momento de caos me dispararon en la rodilla, no puedo mover la pierna
Nicohlas: (le coloca una silla)
Herman: Gracias (se sienta)
Mirtha: (se acerca) Pero...
Herman: (la mira) No, no lo voy a poder mover nunca más, por eso me mandaron a casa, pero bueno dejemos el drama a un lado, estoy acá de vuelta! (mira a su hijo y le tiende los brazos)
Nicohlas: (sonríe y lo abraza)
Herman: Y Jennell y Emilia?
Nicohlas: (mira a Mirtha)
Herman: Les pasó algo?
Mirtha: Anda a buscarlas Nico
Nicohlas: (asiente y se va)
Mirtha: (se acerca) Herman...
Herman: (le agarra la mano) Sabía que cuando me vieras así te ibas a angustiar. Estoy vivo, o no? Eso es lo que importa
Mirtha: (suspira)
Herman: Como es eso que Jennell no está haciendo lío por la casa?
Mirtha: Las cosas cambiaron mucho por acá. Empezaron a buscar en el pueblo, van con una lista donde tienen nombres y apellidos. Preguntan en tiendas, pastelerías, florerías. Cada vez que llaman a la puerta se me para el corazón Herman
Jennell: (aparece por el living corriendo) Papá!!! (Se frena al verlo de frente) Que te pasó?
Herman: Holaaaa, como está mi princesa? Vení acá
Jennell: (se acerca con cuidado y se abrazan)
Herman: (la sienta sobre su regazo y le da un beso en el cachete) Estás re grande
Jennell: Y vos tenes la pierna lastimada, que te pasó?
Herman: Larga historia. Como estás?
Jennell: Bien
Emilia: (se acerca caminando más decaída) Hola Herman (lo saluda con un abrazo) Que te pasó?
Herman: La guerra
Emilia: (lo mira a los ojos)
Herman: Ya abriste el regalo que te di antes de irme?
Emilia: (sonríe un poco) Sí, gracias
Herman: (sonríe)
Emilia: Habría posibilidad de conseguir otra foto?
Herman: Otra?
Nicohlas: (se miran con Mirtha)
Emilia: (niega con la cabeza) Por nada, simplemente me gustaría tener más fotos, nada más
Herman: Puedo intentar mover unos hilos pero va a ser difícil, no te prometo nada
Emilia: (asiente)

Papá no dejó de contarnos historias increíbles sobre las cosas que había vivido en este último tiempo, la mayoría de las cuales seguramente inventadas, pero no nos importó, lo escuchamos creyendo todas y cada una de sus palabras.
El hecho de escuchar todo lo que tenía para contarnos no me impidió fijarme en la tristeza que había en la mirada de Emilia. Se notaba que añoraba con toda su alma estar en ese día tan especial con sus padres.