Sarah: (entra apurada en la casa) August, August. Me llegó una carta (se la ofrece) Es de mi marido? Decime qué sí, por favor
August: (la agarra y la abre. La lee por encima)
Sarah: (lo mira expectante)
Ava: (baja rápido) Llegaron noticias de tu marido?
August: (levanta la mirada) Sí, es de él
Sarah: (se tapa la boca con las manos. Se sienta frente al hombre) Donde está? Está bien? Dios mío, dice algo sobre nuestra hija? Sabe dónde está?
August: Me temo que sobre la niña no dice nada. Cuenta que está en la cárcel. En la noche de los cristales rotos estaba reunido en un bar con un grupo más de hombres que planeaban una dura manifestación en contra de Hitler. Entró la policía y entre golpes y retenciones disolvió la reunión. A él le tocó la mejor parte, los demás terminaron todos en un campo de trabajo. Está condenado a cadena perpetua
Sarah: (le caen las lágrimas)
Ava: (le pone la mano sobre el hombro) Yo te dije
Sarah: Dios mío está vivo (se pone la mano en el pecho. Se ríe un poco negando con la cabeza. Se para y abraza a Ava) Está vivo
Ava: No tenías que perder las esperanzas, viste?
Sarah: (se separa y se saca las lágrimas) Tengo que ir a visitarlo
Ava: No Sarah, no vas a ir a ningún lado, sabes que es peligroso
Sarah: Necesito verlo una vez más. Los dos estamos en constante peligro, yo necesito verlo y...
August: Pienso igual que mi mujer. No es buena idea
Sarah: Yo tambien pienso igual que Ava, es muy peligroso y soy consciente, pero hace 2 años que no lo veo, que pienso que está muerto. No lo está. Merezco poder verlo, abrazarlo y besarlo tal vez por última vez
August: No te dejarán tocarlo, hay un cristal de por medio entre los presos y los visitantes
Sarah: (golpea la mesa con el puño con bronca y se va a la cocina)
Ava: (mira a su marido)
August: Que? (niega con la cabeza y guarda de nuevo la carta en el sobre)
Ava: (se sienta frente a él) Tal vez deberíamos pensar algún plan para ayudarla, lo merece. La guerra le sacó todo, tiene la oportunidad de volver a ver a su marido sano y salvo. No podemos dejarla seguir sufriendo
August: Es mejor vivir con sufrimiento, que morir con sufrimiento, no crees? Mira si la agarran...
Ava: (baja la mirada)
August: Se me ocurre que podemos tratar de buscar a la hija. Seguro le hace feliz saber que está bien
Ava: Y cómo vamos a conseguir eso? Ni siquiera sabemos si está bien como vos decís, y tampoco sabemos si está acá en Alemania. Mira si se fue
August: No dijo que un hombre la llevó con la familia esa? Bueno, podemos buscarlo. Él debe saber
Ava: August, tambien dijo que ese mismo hombre fue detenido. Seguramente no esté más entre nosotros. Es prácticamente imposible encontrar a esa niña. Ayudemosla a reencontrarse con su marido.Alguien golpeó entonces la puerta con tanta fuerza que hizo temblar los cimientos de la casa. Una voz salvaje y ruda ordenó abrir la puerta provocabdo un sobresalto en la pareja de ancianos que trataban de mantener la calma
August: (entrecierra los ojos) Yo voy (se levanta y camina con dificultad hasta la puerta. Abre) Buenas noches caballeros, que se les ofrece?
X: (lo empuja apartandolo y entra. Detrás de él 5 hombres más)
Ava: Que pasa acá? No entiendo nada
X: Control rutinario señora. Muchachos, arriba. Nosotros buscaremos acá
August: Buscarán, qué? (Mira a su mujer)
X: (los ignora yendo hacia la cocina)
-
Sarah: (levanta unas maderas del piso y se tumba en el hueco. Se coloca un par de sacos con grano de maíz en la zona del estómago y el pecho y su cabeza. Vuelve a colocar las maderas. Cierra los ojos y contiene la respiración)Lo había hecho tantas veces que estaba acostumbrada, aún así, el miedo la invadía en esos momentos. Cualquier ruido, por minúsculo que fuera, podría ser suficiente para firmar su sentencia de muerte. También la de August y Ava.
Las pisadas de la Gestapo hacían crujir la madera escalofriantemente. Al abrir los ojos podía ver las suelas de los zapatos de aquellos hombres prácticamente sobre su cara. Disparaban unas tres veces contra las paredes, pensando que ella podría estar tras alguna. Aquellas paredes que ya lucían más agujeros que un queso gruyer.
También disparaban contra el techo. Era como una rutina. Después se iban frustrados con las manos vacías.
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¿Qué ves cuando cerrás los ojos?
Фанфик«¿Qué ves cuando cerrás los ojos?» esa pregunta siempre me la hacía mamá cuando no podía dormir o tenía miedo. Era una especie de juego: Yo cerraba los ojos y, ella, a veces, me relataba paisajes de ensueño; otra veces lo hacía yo. Mundos imaginario...