Capítulo 6

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En todos los años de angustias y penurias que había vivido, Nellie no recordaba haber estado nunca tan triste. Le parecía una locura sentir dolor por haber decepcionado a quien la había secuestrado, pero así era. Algo se había fracturado dentro de ella y no era capaz de arreglarlo. Sabía que era culpa de su carácter obsesivo, de su tendencia a buscar siempre a alguien que le profesara el más mínimo afecto. Y esta vez casi había logrado tener una amiga, o al menos algo parecido, pero también la había perdido. Ahora sí que no le quedaba nada.

¿Por qué no se lo había contado? "Porque no quiero que crea que soy un monstruo... No quiero que sepa que soy un monstruo" se respondió con amargura. Pero se había equivocado. Aunque el resultado hubiese sido el mismo, al menos con la verdad no habría tenido que ver la expresión de desilusión de la bruja al sentirse rechazada. Bellatrix era una asesina, igual lo hubiese comprendido... pero no. Ella mataba por su causa, por un mago todopoderoso, por lo que consideraba un bien mayor; que lo hiciera una muggle por un enamoramiento enfermizo sería la demostración de que no eran más que alimañas. Aunque ya daba igual, había cumplido su palabra y no había vuelto a visitarla.

No se había engañado, no como con Sweeney: sabía que no iban a acabar viviendo juntas en una casita junto al mar. Pero igual verse de vez en cuando... Creyó que quizá, cuando acabase la guerra, la bruja le permitiría ir a visitarla una vez al mes o pasaría a verla por su tienda. O si se avergonzaba de que la viesen con una muggle podían escribirse cartas. No aspiraba a mucho, solo quería tenerla en su vida, poder hablar con alguien que la escuchaba y se reía con ella aun en contra de su voluntad. Y aunque siendo realista sabía que nada de eso resultaría factible, al menos pensaba haber disfrutado con ella los días que quedaban hasta que dejaran de necesitarla. Se dio cuenta de que tristemente sus paseos juntas habían sido lo más cerca que se había sentido de alguien en décadas.

Todos los días intentaba abrir la puerta varias veces, pero el sellado mágico resultaba infranqueable. Le suplicó a Ruffy que la ayudara a contactar con la mortífaga, pero él no solo se negó sino que dejó de entrarle la comida. Se quedaba al otro lado de la puerta y con un chasquido de dedos la bandeja aparecía dentro. A las dos horas los platos desaparecían intactos. No tenía hambre, no comía y apenas bebía. Probó a leer o al menos a mirar las imágenes en movimiento que antes la fascinaban. Ahora la hastiaban. Dejó de salir de la cama. Era una mujer alegre, optimista, hiperactiva, despreocupada... pero hasta su buen humor tenía un límite. Y lo había rebasado.

Estuvo sumida en esa especie de limbo durante cuatro días. Al quinto, en algún momento de la tarde, la puerta de la habitación se abrió. Despertó del letargo con la esperanza de que fuese Bellatrix. Pero no. Entró un hombre alto y fuerte que resultaría atractivo de no ser por su expresión de estudiado desdén. Le sonaba de algo pero no se molestó en recordar de qué, se lo habrían cruzado camino al jardín en alguna ocasión. La castaña volvió a dejarse caer sobre la almohada, ya ni siquiera tenía miedo.

-Tú, muggle -espetó él intentando llamar su atención.

No funcionó. La mirada de la prisionera seguía fija en algún punto del suelo. El visitante desde luego había esperado una reacción más intensa... Se acercó a ella con la varita desenfundada, pero siguió sin obtener respuesta alguna.

-¿Por qué no comes? -preguntó en el mismo tono desabrido.

Nellie recordó que la necesitaban con vida. El Señor Serpiente insistía en conservarla hasta cumplir la misión por si se le ocurría alguna otra estúpida pregunta. Mala suerte, ya le daba igual. No obstante, en deferencia a su visitante murmuró: "No tengo hambre". No era la respuesta correcta.

-Muy bien, igual un par de maldiciones te abren el apetito -comentó con crueldad.

Tampoco hubo contestación. Que la torturara si le apetecía. El mortífago se lo planteó, pero no era tonto. Se dio cuenta de que esa estrategia no era la que funcionaba con la muggle. Así que probó otra cosa. Murmuró que hiciera lo que quisiera, él ya lo había intentado. Se giró hacia la puerta y comentó:

Juntas en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora