Capítulo 14

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"¡Tarta de chocolate!" exclamó Rodolphus emocionado al colarse en su segundo desayuno habitual. Su mujer ni se molestó en intentar echarle, llevaban ya meses con ese ritual. Simplemente se levantó y se sentó sobre Nellie. El pequeño de los Lestrange ocupó su asiento y se dio cuenta de que aunque los dulces de la muggle siempre eran espectaculares, el de ese día tenía aún mejor pinta. "¿Celebramos algo?" preguntó mientras se servía una enorme porción.

-Cumplimos seis meses juntas y quería hacer algo especial -explicó la muggle sonriente.

La morena se ruborizó ligeramente al verse en esa situación tan cursi y extraña para ella, pero adoraba a Nellie. Ese tiempo junto a ella había sido su época más feliz. El que no se avergonzó en absoluto de haber interrumpido la celebración fue Rodolphus, que las felicitó y siguió comiendo con tranquilidad.

-Pues viéndolo así, tengo una especie de regalo para vosotras -comentó él-. Bueno, más para Eleanor; tú aportas poco a mis desayunos, querida, solo tu mirada habitual de odio... ¡Sí, esa, justo esa!

-¿El qué, Mr. Rod? -preguntó la muggle con interés mientras besaba en la mejilla a la indignada mortífaga.

-Recibí una lechuza de uno de mis primos franceses que vendrá esta noche a la fiesta del equinoccio. Alexandre se casó hace poco con una mujer de sangre pura que posee riqueza y buena posición, pero al parecer es terriblemente fea. Ha venido solo y me ha pedido que le presente a alguien que pueda hacerse pasar por su pareja para acompañarlo al baile y mantener su buena fama. Así que si quieres, podrías acompañarlo tú. Asistirías a la fiesta y verías lo excesivo y absurdo que es todo.

Por mucho que Nellie hubiese aceptado no ir para que Bellatrix no se pusiera nerviosa, sus deseos de asistir a un evento de la alta sociedad mágica no habían disminuido un ápice. Miró a su novia con dudas y le preguntó si a ella le parecía bien. La morena frunció el ceño. Aunque no era un mal plan, seguía sin estar segura.

-Belle, estará con nosotros, nadie la conocerá y lo pasará bien.

"De acuerdo", suspiró la bruja al rato mientras Nellie la abrazaba agradecida, "Pero como le pase algo, Rodolphus, te haré a ti responsable". No hizo falta añadir una amenaza, con eso bastó. El mago terminó el desayuno (ninguna amenaza le separaba de la comida) y les comunicó que su primo acudiría al almuerzo, así la muggle podía conocerlo y decidir si aceptaba. El resto de la mañana lo dedicaron a practicar con las dagas y puñales de Bellatrix. Cuando terminaron, se dirigieron al salón.

-Alex sabe que eres muggle -le explicó la mortífaga-, pero está tan desesperado que con que seas guapa le basta. Esta noche fingiremos que eres bruja, no habrá problema. Como se supone que eres francesa, diremos que apenas hablas nuestro idioma. Así no tienes que responder preguntas ni se dan cuenta de que tu acento no es el que debería, aunque se te nota mucho menos que cuando llegaste.

-De acuerdo -respondió algo nerviosa-, pero... ¿y si cree que no soy guapa no podré ir?

-No digas estupideces, por favor, bastantes problemas tengo ya -la cortó Bellatrix hastiada.

La comida fue muy bien. La duelista no había errado: a Alexandre le dio igual que su cita fuese muggle, su atractivo compensaba cualquier carencia. Hasta tal punto se mostró absorto en su físico que la mortífaga se puso nerviosa y hubo riesgo de crucios. Su marido la calmó y lo atribuyó al típico carácter seductor francés de su primo. A Nellie también le pareció bien y quedaron para esa noche. De hecho, el varón la invitó a acompañarle a dar un paseo por los jardines para conocerse mejor, pero Bellatrix rechazó la invitación en su nombre alegando que tenían asuntos importantes que solventar antes de la fiesta. Y los tenían: dormir la siesta.

Juntas en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora