-Estás preciosa -murmuró Nellie adormilada desde la cama.
Le encantaba contemplar a Bellatrix cuando se vestía. Adoraba la delicadeza y elegancia tanto de sus prendas como de sus gestos. La bruja contempló su reflejo en el espejo, terminó de ajustarse el vestido de terciopelo negro y se tumbó en la cama junto a su novia.
-¿Sí? ¿Crees que así estoy bien para asistir al juicio de mi hermana?
Desde que terminó la batalla Bellatrix se había convertido en la segunda, la tercera y prácticamente la única persona de confianza de Voldemort. No solo por ser la única que nunca le abandonó y siempre le apoyó por devoción y no por dinero o poder. También recordaba que solo ella caló a Snape desde el primer momento. Si quería establecer su reinado en toda Inglaterra necesitaba seguidores inteligentes a su lado, necesitaba a su lugarteniente. Por supuesto la bruja estaba encantada, o lo habría estado en circunstancias normales. A causa de los continuos juicios y misiones en las que la embarcaba su Maestro apenas podía pasar tiempo con Nellie. Deseaba que aquello terminase pronto y todo se estabilizara.
-Lo siento, cielo -susurró la muggle abrazándola.
-¿Por qué? Ella se lo ha buscado. Yo hubiera muerto de no ser por ti y Narcissa ni siquiera hubiese estado presente.
Bellatrix no había vuelto a ver a los Malfoy desde la batalla. Sabía que seguían confinados en su mansión con dos mortífagos vigilándolos. No se imaginaba cómo estarían apañándose para cocinar, limpiar y valerse por si mismos sin un elfo y con las limitaciones de magia que Voldemort había impuesto a su hogar. Por lo menos estaban solos, los prisioneros del sótano habían sido repartidos entre Azkaban y las celdas del Ministerio. A la morena no le inspiraban mucha compasión. Narcissa seguía teniendo a su marido, el cobarde de Lucius había huido de la batalla. ¿Cuántas veces los Lestrange y ella le habían ayudado? Quizá si se hubiese quedado Rodolphus hubiese tenido más apoyos y no habría muerto... Pero eso ya resultaba irreversible.
-Tengo ganas de que terminen los juicios -murmuró la bruja mientras su novia le besuqueaba el cuello-. Ya controla por completo Hogwarts, el Ministerio y el Tribunal de Magia. De momento va todo bien, pero... Me da miedo que no tenga un plan, aparte de matar a Potter nunca le he visto planificar nada más. Yo confío en Él, pero...
-Exacto, es asunto suyo, amor -le recordó Nellie-, algo tendrá pensado. Que se apañe Él solo porque yo necesito que mi peluchín pase más tiempo conmigo.
-¡Te tengo dicho que no me llames así! –protestó la morena al punto.
Para hacerla callar, Nellie buscó su boca y la besó. Se besaron y abrazaron durante unos minutos, pero nada más. Bellatrix no tenía ganas ni se veía capaz de hacer nada, se sentía demasiado triste y desesperanzada. La muggle lo comprendía y lo respetaba. Procuraba apoyarla y reconfortarla el poco rato que podían estar juntas.
-Me tengo que marchar, ¿irás a ver a Dol?
Nellie asintió. Como su novia siempre estaba ocupada y Rabastan solía recibir continuos encargos de Voldemort, ella se entretenía visitando a Dolohov. Pasaba horas en la enfermería charlando con él y le ayudaba con la rehabilitación. También daban paseos por la mansión o por el jardín. Al igual que los demás, el mago enseguida le había cogido cariño y se sentía menos solo. Bellatrix estaba profundamente agradecida a su novia por ocuparse del amante de su marido.
-Intentaré volver lo antes posible. Te quiero, muggle molesta -susurró besándola.
-Claro que me quieres, soy adorable -sonrió Nellie.
La bruja sacudió la cabeza y le revolvió el pelo, pero no pudo negarlo. Bajó al salón y utilizó la red flu para aparecer en el Ministerio. El clima ahí era más tenso que el moño de McGonagall. El Señor Oscuro había permitido a los trabajadores mantener su puesto a cambio de jurarle lealtad (grabándoles una especie de marca tenebrosa de segunda clase). Dado que declinar su oferta no era una opción real, la mayoría habían aceptado. Esos días, con los juicios, Voldemort se paseaba por los pasillos con frecuencia y hasta sus más fieles temblaban en su presencia. Salvo Bellatrix, claro. La gente la temía casi en la misma medida que a su Maestro y eso le encantaba. Ante cualquier mirada que no fuese de terror, el espectador recibía un crucio.
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Juntas en la oscuridad
FanficLa guerra se acerca. Voldemort manda a sus mortífagos a sembrar el caos en el Londres muggle para desestabilizar a los aurores. Siguiendo un impulso, Bellatrix secuestra a una muggle. No es consciente de que esa decisión complicará su vida de un mod...