Capítulo 1

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Nota: La historia se desarrolla en el universo de Harry Potter al comienzo del séptimo libro. Está centrada en Voldemort y los mortífagos. El mundo de "Sweeney Todd" aparece solo en el primer capítulo y no es necesario conocerlo (solo me interesa el personaje de Helena). Aunque "Sweeney Todd" se desarrolla un siglo antes, aquí lo he trasladado a 1997.

Tanto Bellatrix como Mrs. Lovett tienen 36 años; salvo eso, intentaré mantenerlas en el personaje. Sé que es un ship raro (hay poco y nada en español), pero es mi favorito porque al parecer mi orientación sexual es Helena Bonham-Carter despeinada, loca y con corsé... Espero que os guste y estaré más que feliz de leer cualquier comentario o mensaje.

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-Id y sembrad el caos -siseó Voldemort.

Inmediatamente, una docena de mortífagos desaparecieron dejando tras de sí una estela de humo negro. Tras el asesinato de Dumbledore, su estrategia se había centrado en desestabilizar a la Orden y a cualquier simpatizante que esta pudiese tener entre aurores y trabajadores del Ministerio. Hubo ataques en el callejón Diagon, la Madriguera e incluso en Hogsmeade. Cuando los asaltos en el mundo mágico se volvieron predecibles, el Señor Oscuro decidió pasar al lado muggle. A Él no le importaba exponer la magia y romper el secreto, esa gente eran simples bestias de carga y poco podrían hacer. Sin embargo, para sus oponentes mantener la magia oculta y proteger a los muggles resultaba fundamental. Ya habían atacado varios espacios del centro de Londres y el trabajo de los aurores desmemorizando testigos había sido ímprobo. Como resultado, el bando luminoso había incrementado la vigilancia en la capital británica. Así que esta vez, los asaltos se localizaron en zonas de las afueras. Los mortífagos elegidos se habían dividido en cuatro grupos y se aparecieron en puntos opuestos de la ciudad.

-Joder, viven como alimañas...

El desdeñoso comentario salió de un hombre alto y musculoso de pelo castaño. Él y sus dos compañeros encapuchados miraron a su alrededor. Habían aparecido en un barrio gris que parecía anclado en el siglo pasado. Los comercios se veían sucios y anticuados, con letreros desgastados y fachadas desvencijadas. La mezcla de olores que salía de las chimeneas sumada a la falta de limpieza de las calles resultaba casi nauseabunda. Incluso los transeúntes parecían ajados por el trato que les había dado la vida. Pasaban a su lado con prisa, la vista fija en el suelo y completamente absortos en sus cavilaciones. Estaba anocheciendo y la luz mortecina de las farolas le confería a la escena un aspecto aún más decadente.

-Es lo que son -respondió el otro varón.

Ambos se parecían, pero el pelo de este era más claro, su físico más atlético y sus rasgos más atractivos. Dedicaron unos minutos a familiarizarse con el entorno (solo el primero de ellos conocía la zona, era quien los había aparecido) y a la hora prevista, la mujer tomó el mando de la situación:

-Rab, tú esa avenida de ahí -le indicó al primero-. Rod, ahí está la entrada al transporte ese que llaman "metro", al parecer lo usan mucho, sé creativo. Yo me ocupo de esta calle. Centraos en pequeñas explosiones, un par de muertos, algún edifico destruido... Nada de fuego ni grandes catástrofes; no sabemos si algún mago vive por esta zona y cuantos más minutos tarden en enterarse, más fácil será.

-De acuerdo -respondió Rabastan con la emoción intrínseca al caos-. Menos mal que nos ha tocado destruir y no interrogar como a los otros, esto es mucho más divertido.

Sus dos compañeros estuvieron de acuerdo.

-Ya sabéis, cinco minutos como máximo y de vuelta a la Mansión -les recordó Rodolphus-. Y ante cualquier duda, desapareced y fin. Solo cinco minutos, no te vuelvas loca, Belle.

Su mujer asintió con una sonrisa cruel y se separaron. La calle que se desplegaba ante ella bajo la placa de "Fleet Street" parecía aún más decrépita e inquietante que las demás. "Perfecto" pensó la bruja adentrándose en la vía. El tacón de sus botas de combate repiqueteaba contra el suelo de piedra y el viento revolvía los rizos oscuros que escapaban de su capucha. Con discretos movimientos de su varita que apenas sobresalía de su manga, formó una densa niebla que lo cubrió todo. Reventó un par de escaparates, hizo chocar un par de coches y lanzó crucios a media docena de muggles que cayeron al suelo retorciéndose sin entender qué les sucedía. Siguió caminando y curioseando con tranquilidad.

Juntas en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora