Capítulo 30.

192 18 18
                                    

Henry.

En los vestidores todo es un desorden; hay personas gritando y aplaudiendo por todo el lugar, hay muchos hombres sin camisa abrasándose entre sí mientras llenan de risa y de festejo el lugar. Todo retumba, fuera hay más de doscientas personas saltando y celebrando nuestro gane en la final. Pero entre tanto festejo y felicidad me encuentro perdido.

Camino entre el gentío con mi bolso al hombro, me detienen de vez en cuando para abrazarme, felicitarme e invitarme a un trago de la botella de champan que abrieron por el triunfo. Me niego repetidas veces, pero accedo a las muestras de afecto.

—¡Oye, hombre! ¿Dónde piensas que vas? Esta es nuestra noche, ¡festeja!

Esta es la noche de miles de personas, pero no la mía, pienso. Me encojo de hombros ante nuestro entrenador y le invento la peor de las escusas. Logro salir de los vestidores minutos después, mis guardaespaldas abren paso entre la multitud en el pasillo y me dan indicaciones para salir sin ser abarcado por el centenar de personas que gritan mi nombre.

Llegamos a la salida del estadio y una chica muy joven nos detiene, hay un chico detrás de ella con una cámara. Me explica a como puede que, necesita una entrevista para su proyecto de universidad. Estoy a instantes de negarme, pero no lo hago.

Pienso en la primera vez que me negué a Destiny, y un dolor agudo se instala en mi pecho.

—Adelante —accedo.

Tanto mis guardaespaldas como la chica se asombran. No tengo nada que perder, ya he perdido todo lo que una vez quise, y a quien comencé a querer. No puedo simplemente intimidarme ante unos futuros reporteros.

—¡Genial! —comienza la chica— Toda la multitud está enloqueciendo con este gane de la final, ¿cómo cree usted que se están sintiendo la mayoría con este gane? ¿Cómo se siente usted?

Puedo mentir, puedo hacerlo con una facilidad que asusta, y darle una feliz entrevista a esta chica, pero también puedo decir la verdad, y terminar siendo un patán frente a ella. Cierro mis ojos y tomo un respiro. A mi mente solo viene la imagen de un rostro moreno que me persigue desde que decidí salvarla de mi infierno. ¡Y joder! Duele como un demonio no tenerla a mi lado.

—Supongo que la mayoría beberá esta noche —levanto la vista ante la persona que responde por mí— ¿Y Lawrence? Este hombre se siente como un dios por ese gran partido.

La chica asiente satisfecha y se aleja agradecida por la respuesta. Mis guardaespaldas nos protegen en lo que resta del camino y cuando llegamos al parqueo decido hablar.

—¿Qué haces aquí, Paul?

Miro al hombre castaño de ojos celestes frente a mí.

—Me di cuenta que un gran amigo ganó la final —se encoje de hombros— supuse que podemos tomar un trago y charlar un poco sobre todo lo que se viene.

Doy un respiro hondo, Paul es amigo, no puedo hacer como con los demás y negarme, él ha hecho tanto por mí que, al tenerlo en persona cuando solo escucho su voz por teléfono, no puedo simplemente negarme a lo que diga.

—Andando —le digo.

Subimos a mi auto, él como acompañante y yo de chofer. Miro por el retrovisor, cerciorándome que el auto de mis guardaespaldas venga persiguiéndonos. Arranco y salgo del estadio.

—Encontramos a Wilson —suelta— ¿Quieres darle santa sepultura?

No contesto.

—¿Su familia sabe? —cuestiono.

—Sabes bien su historia, Barry asesinó a su única familia. Creo que solo nos tenía a nosotros.

Ajusto el agarre en el volante hasta que mis nudillos se vuelven blancos.

Hasta el Final #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora