Capítulo 36: II Parte.

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Phil teclea con rapidez en su laptop, luego toma un suspiro y nos mira.

—¿Podrían dejar de mirarme como si fuese algún tipo de dios a punto de salvar el mundo?

Retiro mi mirada del chico y la guío hasta Austin, él toma asiento a mi lado en el sofá y niega repetidas veces con la cabeza.

—Ahora entiendo por qué la pobre de Lorraine sufre con este chico —susurra, a penas para que yo escuche.

—No es un mal chico —miro a Phil de reojo— solo es un poco problemático.

Austin se encoje de hombros. Nos mantenemos en silencio mientras Phil hace de las suyas. Miro como esculca en mi celular, como se desenvuelve en su mundo sin problema alguno. Doy un suspiro largo, últimamente las opresiones en mi pecho que no me permiten respirar con facilidad son muy seguidas. Y sé que se deben a la angustia y el sufrimiento, al no saber si todo estará bien, si algún día Henry y yo podremos ser esa pareja que él mencionó.

Siento como Austin rodea mis hombros con uno de sus brazos, invitándome a recostarme sobre él. No me niego, su apoyo en estos momentos es lo que más necesito.

—¿Por qué nunca he visto que intentes algo por conquistar a Lorraine? —cuestiono.

Quiero despejar mi mente de todo esto que está sucediendo.

—Porque no puedo obligar a su corazón a amarme —suspira—, sé que él único embobado aquí soy yo.

—No te dejes llevar por ello, igual y puedes terminar conquistándola.

Niega con la cabeza, y aunque sonríe puedo notar que le duele que sus sentimientos no sean correspondidos.

—Des, por más que yo quiera conquistarla sé que nunca lo lograré. He notado que no soy más que un amigo para ella, además he notado como mira a ese hombre que...

—¡Lo tengo!

Los dos nos sobresaltamos ante el grito de gloria que profana Phil. Austin se deshace de nuestro abrazo y me permite llegar hasta el chico, cuando estoy a su lado miro su pantalla; me encuentro con un latiente punto rojo sobre un mapa.

—Tengo su ubicación en tiempo real —me explica— ¿Ves ese punto? Es el dispositivo en movimiento.

—¿Qué quieres decir? —cuestiona Austin.

—Que si se va a algún otro lugar el punto lo indicará, por donde vaya se sabrá. Al menos que pierda señal y todo termine en un mapa vacío.

—Lo importante es que tenemos su ubicación —interrumpo el pesimismo de Phil— ¿Puedes enviar eso a mi celular?

—Ya está listo.

Tomo el celular que me extiende, y con rapidez regreso a la cocina, tomo las llaves de mi apartamento y las carpetas sobre la mesa. Verifico en mi pantalla que el punto rojo siga ahí, y pido al cielo en una plegaria silenciosa que el celular de Henry nunca pierda la señal.

—¿Cómo sabes hacer este tipo de cosas?

Escucho la conversación de Austin y Phil mientras me preparo para salir.

—Eso no es de tu incumbencia.

Llego hasta la puerta y me detengo.

—Debemos irnos —indico a Austin—. Phil, te pagaré cuando pueda.

El chico se encoge de hombros restándole importancia. Lo perdemos de vista cuando bajamos del ascensor y subimos al auto. Me mantengo en silencio mientras nos adentramos a la avenida principal.

Hasta el Final #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora