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La conciencia alcanzó a Josh la mañana siguiente mucho antes de que sus párpados se elevaran. No quería abrir los ojos todavía. Aún en un estado indefinido entre el sueño y la realidad, se sentía realmente bien. Relajado, tranquilo. Satisfecho. Y no se hubiera forzado a abrir sus pesados párpados de no ser por la sensación de un peso inusual sobre su estómago. Cuando dificultosamente logró enfocar su vista identificó un brazo yaciendo sobre su cuerpo. Peso muerto, dormido. Volteó perezosamente su cabeza hacia la derecha para posar sus ojos sobre el dueño de aquella extremidad, y al ver su rostro automáticamente su mente se vio desbordada por ráfagas de recuerdos de la noche anterior. Sonrió para sí mismo. Quizás se estuviera volviendo loco, de otra forma sería incomprensible que tomase la situación con tanta naturalidad, pero en ese preciso momento nada ni nadie podía liberarlo de aquella cálida tranquilidad y satisfacción que sentía. Que hace varios días no sentía.

Vaya primera vez, pensó. Rio para sus adentros imaginando cómo sería contarles a sus amigos que había perdido su virginidad con un demonio. Obviamente, no lo haría. No podía contarle a nadie si no quería que pensaran que había perdido la cabeza, estaba súmamente conciente de que no existía persona en la faz de la tierra capaz de creer semejante historia. Además, tampoco era como si quisiera compartirlo. De ahora en más, sería su pequeño secreto.

Irónicamente, le inquietaba más lo cómodo que se encontraba con la situación que la situación en sí. No estaba asustado, ni preocupado, ni nervioso, ni ansioso, como podría esperarse de cualquiera en esa circunstancia. Si fuese por él, no tendría inconveniente en pasar el resto de la eteridad en esa misma cama con aquel demonio.

Un pequeño movimiento por parte del castaño lo sacó de sus pensamientos. Aún estaba dormido. Ahora, con la tenue luz solar que entraba por la ventana, tenía oportunidad de verlo con más claridad que la noche anterior. Era veraderamente bonito, cada rasgo facial súmamente delicado. Belleza en su máxima expresión.

¿Serían todos los demonios así de atractivos?

Acarició con las yemas de sus dedos los pequeños vellos del brazo que aún se encontraba sobre él. Sin intenciones de desprarlo, sino por el mero capricho de volver a tocar su piel. Tan suave como hacía unas pocas horas. Tyler murmuró algo inentendible entre sueños y movió sus ojos debajo de sus párpados, parecía que estaba, ¿soñando? ¿Acaso los demonios sueñan? ¿Acaso los demonios sienten? Josh no sabía nada sobre ellos.

Algo pareció perturbar su sueño. Frunció el su ceño ligeramente y se quejó, y por más que a Josh le resultó de lo más adorable, decidió acariciar su cabello para calmarlo. Al parecer funcionó, pero como resultado secundario Tyler comenzó a despertar de a poco. Josh decidió reibirlo con la mejor de sus sonrisas.

—¿Qué... —Murmuró, más dormido que despierto, apenas abriendo los ojos. Ajustó su vista a luz, parpadeando un par de veces hasta despertarse por completo. —¿Qué? ¡¿Qué?! —Se levantó de la cama casi de un salto, completamente alterado. Caminó hacia atrás en la habitación de manera nerviosa, como si se tratase de una presa a punto de ser devorada, hasta que su espalda chocó contra una de las paredes. —¡No! No puede ser, no puede ser... —Se repetía a sí mismo una y otra vez, sus manos temblaban visiblemente y, de haber sido un humano Josh hubiera jurado que estaba teniendo un ataque de pánico.

Se desplomó en una esquina de la habitación y rápidamente adoptó una posición fetal, su cabeza sobre sus rodillas y sus brazos abrazando sus piernas, murmurando cosas que el chico en la cama no llegaba a oír. Todo su cuerpo temblaba y sus alas tenían pequeños espasmos, se veía tan inestable y vulnerable que era realmente difícil creer que se trataba de la misma criatura decidida y descarada de aquella madrugada.

—¿Tyler? —Josh se incorporó en la cama, sintiendo en el instante en que se movió un punzante dolor en su espalda baja. Trató de ignorarlo, y al ver que el demonio no parecía escucharlo se cubrió con una sábana y caminó hacia donde se encontraba. El castaño no pareció inmutarse por su cercanía. —¿Tyler? ¿Qué sucede? —Colocó con mucho cuidado una mano en su espalda.

personal demon; [tysh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora