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El menor despertó de repente, sobresaltado, pensando que todo había sido una de sus peores pesadillas. No fue hasta que se dió cuenta de que tanto él como Tyler habían estado durmiendo en el piso, y hasta que vió las horribles heridas en el cuerpo del demonio, que se percató de que todo era verdad. Que todo lo que había pasado la noche anterior había sido, lamentablemente, realidad.

Lo último que recordaba antes de caer dormido era haberle prometido al castaño hacer lo que sea para que pudiesen estar juntos, y claro que no se arrepentía, pero no podía negar que tenía mucho miedo. Estaría dispuesto a hacer cualquier cosa, lo que sea, pero eso no hacía que estuviera menos asustado. Tyler ni siquiera le había dicho qué era lo que tendrían que hacer.

Pero, claro, no iba a despertarlo para preguntarle.

Dejaría que descansara todo lo que pudiera, después de todo, necesitaba recuperarse después de sea lo que sea que le hubiera pasado. Dejó un pequeño beso en su frente y se levantó, haciendo un gesto de dolor por haber pasado la noche en el suelo. Se puso un boxer y una remera y bajó a preparar el desayuno.

Aunque eso sólo consistía en abrir un paquete de Oreos y servir dos vasos de leche.

Cuando volvió arriba, Tyler estaba comenzando a despertar. Se sentó a su lado y acarició su cabello con cuidado, hasta que abrió por completo sus ojos y lo miró, aún adormilado.

—Hey —Saludó Josh.

—Hey, bebé —El castaño intentó sonreirle, pero su gesto se transformó rápidamente en uno de dolor cuando intentó incorporarse sobre sus codos, sintiendo el dolor de los cortes sobre su pecho.

—Tengo que terminar de desinfectarte eso... —El menor rápidamente se puso de pie para buscar el alcohol y algodón que había dejado a unos metros la noche anterior, rápidamente pasándolo sobre las heridas abiertas.

—¡Mierda! —Se quejó el demonio, sintiendo un fuerte ardor.

—Será sólo un rato... —Murmuró, concentrado. —¿Cómo demonios te hiciste eso?

—Fue un oso o algo así, creo —Respondió, cabizbajo.

Josh sintió un nudo en su garganta. Ni siquiera podía imaginar todo lo que Tyler había pasado esas horas. Negó con la cabeza, intentando ahuyentar esas ideas

—Te dije el bosque era peligroso...

—Ya lo se, ya lo se, no era conciente de lo que estaba haciendo —Suspiró. —Aunque, ya que mencionas el bosque...

—¿Qué? ¿Qué pasa con él?

—Bueno, es allí donde tendremos que hacer... lo que te mencioné anoche.

—¿Y qué es, exactamente?

Tyler lo miró dubitativo. Suspiró, y finalmente lo soltó.

—Un ritual.

Josh abrió grande sus ojos, sorprendido.

—¿Qué?

El castaño asintió despacio, pensando cuidadosamente qué le diría y cómo para no asustarlo más de lo necesario.

—Te explicaré todo mientras desayunamos —Hizo el amague de levantarse, y el rizado lo ayudó. —Vamos.

Simplemente se puso un bóxer y bajaron las escaleras, el demonio sonriendo al ver que Josh ya había preparado el desayuno.

—Eres increible —Besó su mejilla con amor, y el menor sólo le devolvió débilmente la sonrisa.

Se sentaron y se dispusieron a comer, mientras Tyler comenzó a relatarle todo lo que necesitarían para el ritual, y de qué se trataba el mismo.

Veinte minutos después, Josh tuvo que dejar a un lado las Oreos. Simplemente se le había quitado el hambre luego de oír una explicación tan detallada de lo que tendrían que hacer.

—No tienes que hacerlo, te lo dije, es demasiado... arriesgado —Tyler tomó su mano, con una expresión de tristeza en su rostro.

—¿Y no volver a verte nunca? ¿Y que tú sigas sufriendo esos ataques? Por supuesto que no, lo haré, lo haremos —Dijo, intentando sonar firme cuando en realidad estaba temblando por dentro.

El castaño acarició su mano con su pulgar, suspirando. El menor estaba decidido a hacerlo.

—Si esto sale bien seremos libres, Josh —Una pequeña sonrisa asomó en su rostro, permitiendo por un momento que su mente divagara sobre la posibilidad de un futuro feliz juntos. —No tendríamos que preocuparnos más por nada.

—Lo sé —Tomó su otra mano —No tienes idea de lo feliz que me haría eso —Sonrió también, pero sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

La posibilidad de ser feliz con Tyler por supuesto que valía el riesgo que estaba a punto de correr, pero parte de su mente no podía dejar de pensar en el lado oscuro de la situación. Podría morir. Su vida podría acabar esa misma noche, si las cosas no salían bien. ¿Cómo afectaría eso a su madre, a su familia? ¿Cómo afectaría eso al mismo Tyler, que tendría que vivir el resto de la eternidad cargando esa pena, sintiéndose culpable?

Y más importante, ¿estaba él dispuesto a terminar con su propia vida?

Pero no importaba. Pondía todos sus miedos a un lado, sería valiente. Se arriesgaría.

Por Tyler.

—No, no, no, Josh, está bien, ven aquí —Al notar las pequeñas lágrimas que asomaban de sus ojos, el castaño extendió sus brazos hacia él, indicándole que se acercara. El rizado se sentó de lado en su regazo y lo abrazó por el cuello. —Tranquilo, todo está bien... —Frotó su espalda, en un intento de reconfortarlo.

—T-te amo mucho, Ty —Sollozó contra su cuello. —Mucho, mucho, mucho —Se aferró a él con más fuerza, y el demonio abrazó firmemente su cintura. —V-voy a salvarte, lo prometo.

El castaño sentía una opresión en su pecho cada vez que veía a Josh angustiarse por él, era una sensación que casi no lo dejaba respirar.

—Josh, bebé, puedes echarte para atrás en cualquier momento, no quiero que hagas algo tan peligroso, y mucho menos por mí —Murmuró, acariciando sus rizos.

—Es una decisión t-tomada —Respondió, separándose para mirarlo a los ojos. A pesar de tener sus mejillas rojas y sus pestañas mojadas, no había ni un rastro de indecisión en su mirada.

Tyler juntó sus frentes, cerrando sus ojos.

—Te amo mucho más de lo que puedes llegar a imaginarte, Josh —Susurró, y el menor simplemente lo besó en respuesta.

Estuvieron largos minutos abrazándose en silencio, hasta que Josh habló.

—Si vamos a hacerlo esta noche tengo que ir a conseguir las cosas que necesitamos —Dijo, secando sus lágrimas.

Tyler asintió, pasando sus manos de arriba a abajo en los brazos contrarios.

—Bien, ve —Besó su frente, bajándolo de su regazo. —Cuídate, ¿si?

El rizado hizo un sonido de asentimiento y subió a terminar de vestirse, bajo la mirada preocupada del castaño.

No quería que Josh pasara por lo que tendrían que hacer.

El menor salió y al cabo de una hora y media regresó, con varias bolsas en sus manos. Fue sacando todas las cosas, una por una, y colocándolas sobre la mesa: cinco velas negras, una caja de fósforos, un paquete de sal, dos ramas gruesas, dos trozos de tela, alcohol y una cuchilla de unos veinte centímetros de largo.

—Esto es todo, ¿no?

Tyler asintió, tragando saliva de manera audible. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en lo que harían esa misma noche. No había tiempo que perder.

—¿Estás listo? —Preguntó, tomando a el rizado por las mejillas.

—Sí —Respondió con firmeza.

Ambos suspiraron, nerviosos. Se dirigieron una última mirada de confirmación para luego comenzar a meter todas las cosas en la mochila y prepararse bien. Tyler echó un último vistazo al reloj de la sala.

Había llegado la hora.

personal demon; [tysh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora