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Corrió, corrió como nunca antes. Con el frío perforando sus pulmones y sus piernas temblando por el miedo, corrió lo más rápido que su cuerpo le permitió. A los diez minutos comenzó a sentir que sus músculos se entumecían y su respiración se cortaba, pero siguió. Siguió sin importarle nada.

No podía creer la situación en la que se encontraba, no podía concebir todo lo que estaba pasando. En la casa que acababa de abandonar se encontraban ahora dos cadáveres. Gente muerta. Josh no había visto a nadie morir antes, y estaba seguro que esas horrendas imágenes quedarían plasmadas en su mente por un largo tiempo.

Lo único que esperaba era no encontrarse con otro cuerpo sin vida al llegar a su destino.

Llegar a tiempo.

Diez minutos después, la vegetación del bosque comenzó a ser visible. Podía observar las altísimas copas de los pinos erguidas imponentes en la oscuridad a unos cuantos metros adelante, por lo que con las poquísimas fuerzas que le quedaban aceleró el paso.

Llegó. La negrura era total, era como correr a ciegas. Los gruesos troncos a su alrededor eran como monstruos, las ramas que crujían bajo sus pies sonaban como vidrios rompiéndose. El bosque era inmenso. ¿Cómo podría encontrar a Tyler allí? ¿Cuantas chances había de que ya estuviera muerto para cuando lo encontrara, si es que lograba hacerlo?

Muchas, realmente.

Pero no se daría por vencido. No hasta ver al castaño con sus propios ojos, vivo o muerto.

Miró a su alrededor. No podía ver nada. Sus manos sudaban a pesar del frío. Agudizó su oído.

Risas lejanas.

Un miedo helado recorrió su espina dorsal de punta a punta. Corrió en dirección al sonido.

No oía la voz de Tyler.

A medida que se fue acercando pudo divisar luces blancas de lo que parecían linternas. Una de ellas lo apuntó y se detuvo en seco en su sitio, intentando recobrar el aliento. Vio a los cinco hombres acercarse a él y retrocedió, aterrado. Cubrió su rostro de la luz que lo cegaba.

El que venía delante se rio de su actitud.

—Tranquilo, no te haremos daño, ya tenemos lo que queríamos —Josh pudo ver el brillo de su espeluznante sonrisa en la oscuridad. —¿Qué les parece si volvemos con Belcebú a festejar, muchachos? —Preguntó, volteando hacia el resto del grupo. Muchos vitorearon alegremente, riendo.

—¿Q-qué le hi-hicieron? —Susurró, con su voz completamente rota y su rostro empapado en lágrimas. Estaba absolutamente seguro de que no quería oír la respuesta.

Por favor, por favor, por favor, por favor.

—No hizo falta que hiciéramos nada, en realidad —Rió, divertido. —Jugamos un rato con él, lo hicimos sufrir un poco... pero cuando llegó la mejor parte, él solo se llevó toda la diversión —Hizo un falso puchero, fingiendo tristeza.

—¿A q-qué te refieres? —Su voz tembló en el silencio de la noche.

Por favor, por favor, por favor, por favor.

—Se suicidó, idiota.

Josh sintió su alma abandonar su cuerpo. Su corazón detenerse. Su garganta se cerró con un dolor insoportable, su estómago se contrajo.

No podía ser real. No. No, no, no, no, no, no, no. No podía ser. No. No.

—¿Qué? —La pregunta salió apenas como un suspiro. Su mente estaba por completo bloqueada. En blanco. Sus piernas fallaron, cayó de rodillas.

personal demon; [tysh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora