Tyler asintió cabizbajo.
—Está bien. Gracias Josh, de verdad.
El rizado se encogió de hombros.
—No hay de que. Ahora serás mi demonio personal —Bromeó, pero el castaño lo fulminó con la mirada. —Bien, bien, lo siento.
El demonio sonrió un poco.
—Si voy a quedarme aquí tendremos que tomar algunas precauciones, por tu seguridad, y para que no suceda nada extraño cuando tus padres vuelvan. A propósito, ¿cómo haré para ocultarme de tus padres? —Tyler no perdió el tiempo. Sabía lo arriesgado que sería para él, Josh e incluso su familia si no tomaban las medidas necesarias cuanto antes. Lo último que necesitaría sería que lo descubrieran por haber dejado algún cabo suelto, o peor, que algo les pasara a aquellos humanos inocentes sólo por no ser lo suficientemente precavidos. No había tiempo que perder.
—Eso será lo más fácil, trabajan todo el día. Mi padre ni siquiera está viviendo aquí ahora. Y mi madre se va antes de que despierte y vuelve cuando yo ya estoy dormido, y casi nunca entra a mi habitación así que aquí dentro estás seguro —Se detuvo por un segundo. —Antes que nada, ¿podrías vestirte, por favor?
—¿Por qué? —Cuestionó, mirando su propio cuerpo desnudo.
—Porque... porque sí —Le tendió un par de pantalones intentando no mirarlo demasiado mientras él mismo buscaba algo para ponerse, aún cubierto por la sábana. Tyler los tomó y se los puso sin quejarse. —Ahora, ¿cuáles eran esas precauciones de las que hablabas?
—Primero que nada necesitas conseguir una soga. La más fuerte y resistente que encuentres, ¿si? —Lo miró con seriedad.
—¿Para qué? —Preguntó, con algo de miedo.
—Por tu propia seguridad. Es muy importante que la tengas contigo todo el tiempo, Josh. Sólo por si acaso. Espero que no tengamos que usarla jamás.
El menor se estremeció. ¿Para qué necesitaría una soga? Prefirió no indagar más sobre el asunto, y simplemente asintió, dubitativo.
—En segundo lugar, necesito saber si tienes algún elemento religioso en la casa. Crucifijos, biblias, rosarios, lo que sea.
—Creo que sólo hay una Biblia en la biblioteca de la sala —Pensó, tratando de recordar si había algo más.
—Tendremos que quemarla. De otra forma podrían pasar cosas extrañas en la casa y tus padres podrían descubrir todo.
—Eh... está bien. Espérame aquí —Salió de la habitación en busca de los elementos.
Tyler aprovechó los breves momentos a solas para observar la habitación que por un tiempo indefinido le serviría de refugio. Paredes color salmón y techo blanco, una ventana con lindas cortinas en una de las paredes y la cama contra la pared contraria. Esta parecía tener una estructura firme. Sería útil en caso de que ocurriese algún imprevisto. Había posters de distintas bandas pegados de manera aleatoria por todo el cuarto, y algún que otro portarretrato con fotos de Josh con quienes, asumió, eran sus padres. Detuvo su mirada en una fotografía en particular, donde se podía ver al rizado en lo que parecía ser su último cumpleaños, con una especie de bonete en su cabeza y un pastel con dieciocho velas en él. Sonrió. Se veía realmente adorable. Tenía suerte de, al menos, haber quedado atrapado en éste mundo con un chico tan bello y dulce. Aunque sea, pensó, haría que su existencia terrenal no fuese tan miserable como suponía que sería. Porque, ¿cómo se suponía que podría vivir alguien como él en la tierra, sin ser un humano pero sin tampoco poder regresar al infierno? ¿Cómo viviría entre seres mortales sabiendo que él no moriría jamás? Una única respuesta se le venía a la mente: entre las sombras, eternamente escondido. No podría llevar una vida normal, bastaría con que alguien viese sus cuernos o su cola para que el resto de su vida fuese insoportable. Condenado en todo aspecto.
Había un único escape, pero no estaba dispuesto a tomar esa chance. No quería que nadie más sufriese por su culpa, no quería lastimar a nadie otra vez. Sería demasiado para soportar. Aunque...
—Bueno, ya tengo todo —Josh entró en la habitación con una cubeta de plástico, una botella de alcohol etílico, fósforos, la Biblia y una soga. —¿Qué hacemos primero?
Tyler retrocedió unos pasos ni bien el rizado atravezó el umbral cargando ese libro. La atmósfera dentro de la habitación cambió, el aire se volvío denso, caliente, enrarecido, siendo evidente para ambos. Josh se asustó, no sabía que estaba sucediendo. Miró al demonio en busca de ayuda, pero sólo pudo ver un mínimo destello rojo atravezando sus ojos, lo que hizo que su miedo creciera aún más. La Biblia en sus manos comenzó a calentarse, por lo que la soltó de inmediato y dejó que cayera al suelo con un ruido sordo.
—No, no, tranquilo —Dijo el castaño, extendiendo sus brazos en gesto de calma, pero sin acercarse.
—¿Q-qué está pasando? —Murmuró con un hilo de voz.
El mayor hizo un gesto con la cabeza señalando el pesado libro en el piso, y Josh comprendió.
—¿Y qué hacemos? —Volvió a preguntar, nervioso.
—Lo que dije antes, quemarla. No tengas miedo, no pasará nada siempre y cuando yo no la toque —Josh asintió lentamente, aún dudando. —La soga ponla en algún lugar accesible, donde puedas tenerla a mano siempre.
El menor buscó con la vista hasta encontrar su mochila, la que llevaba a todas partes con él. Decidió que ese sería el lugar más práctico. La colocó allí y luego prosiguió a tomar la Biblia del suelo, con cuidado, y se dirigió nuevamente a Tyler.
—¿Debo hacerlo de alguna... manera en especial? —Cuestionó, sin estar demasiado seguro de qué debía a hacer o de qué forma.
—No, sólo hazlo. Cuanto antes.
Josh colocó la cubeta en el centro de la habitación y ambos se sentaron alrededor de ésta. Puso el pesado libro dentro y lo roció con algo de alcohol, encendió un fósforo y miró a Tyler en busca de aprobación. Éste asintió, y el menor tiró el palillo dentro. Una gran llamarada se desprendió de las viejas páginas amarillentas, y ambos se asomaron para ver cómo, dentro del balde, el libro se consumía rápidamente. Cómo las brazas arrasaban todo a su paso, cómo toda la historia de una religión y su simbolismo se reducían a negras cenizas.
El castaño le sonrió, conectando sus miradas por unos breves segundos, y Josh pudo ver el reflejo del fuego en sus ojos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero esta vez no fue de miedo, sino de anticipación, emoción, curiosidad. Por todas las extrañas cosas que les esperaban.

ESTÁS LEYENDO
personal demon; [tysh]
Fanfiction-Vamos Josh, no seas tímido. Dime, ¿qué quieres hacerme? [COMPLETA]