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Josh ya no podía soportarlo. Estaba verdaderamente harto de su situación. Desde hacía más de una semana que no podía tener ni un solo momento a solas con Tyler, ya que su madre siempre estaba ahí.

No era fácil para ninguno de los dos. El rizado estaba ya tan acostumbrado a dormir con el castaño que ahora se le hacía prácticamente imposible conciliar el sueño por las noches sin tener a alguien a quien abrazar. Tenía que contenerse, además, de cualquier mínima demostración de afecto en presencia de Laura: nada de besos, abrazos ni mimos si no quería ganarse una mala mirada o comentario incómodo. Tampoco podían salir demasiado, ya que la mitad de las tardes Laura organizaba "tardes en familia" para los tres y, de no ser así, quería saber a dónde irían, qué harían, a qué hora volverían. Josh no estaba acostumbrado en absoluto a ese tipo de control y se sentía atrapado.

Para el demonio también era bastante complicado. Tenía que usar su beanie todo el tiempo, sin contar el hecho de que -obviamente- ya no podía andar por la casa en boxers todo el día. La ropa lo incomodaba, pero era la única forma de esconder lo obvio. Tampoco estaba contento con no poder desplegar sus alas en todo el día y, claro, con tener que dormir separado de Josh. Era realmente difícil convivir con alguien que no tenía idea de lo que él era en realidad.

Pero sus horarios no les dejaban demasiadas opciones. Durante la mañana Laura trabajaba y Josh iba a la escuela, mientras que Tyler aprovechaba esas horas solo en la casa para poder estar como el quisiera. Al mediodía madre e hijo llegaban casi al mismo tiempo, y por las tardes Laura se empeñaba en pasar todo el tiempo posible con los dos chicos, en parte para -según ella decía- "recuperar el tiempo perdido". Todavía no había tenido turnos en la tarde o en la noche, por lo que Josh y Tyler aún no habían podido tener el respiro que tanto ansiaban.

De todas formas, sabían que pronto las cosas necesariamente tendrían que cambiar. El menor en pocos días terminaría las clases y podrían pasar todas las mañanas juntos, y, además, contaban con el hecho de que quizás, con algo de suerte, Laura tuviera un viaje de trabajo pronto. Pero mientras tanto, sólo les quedaba esperar.

Y la espera parecía interminable.

Esa noche estaba siendo particularmente difícil para Josh. Se movía de un lado a otro en la cama, inquieto, incapaz de quedarse dormido. Extrañaba desesperadamente el contacto con Tyler, la abstinencia lo estaba matando. Los últimos días había estado nervioso, ansioso, irritable. Todo le molestaba. Era insoportable ver al demonio todos los días y no poder siquiera robarle un beso porque su madre estaba en cada maldito lugar.

Bufó, se cambió de posición en la cama. Se enojó porque la sábana se le enredaba en las piernas, la sacó, la tiró al piso con rabia. Volteó hacia el otro lado, suspiró. No había forma de que el sueño viniera por él. Contempló por décima vez la posibilidad de escabullirse a la habitación de Tyler. Imposible, quedaba al otro lado del pasillo y la habitación de su madre estaba en el medio, era demasiado arriesgado. Volteó otra vez, volvió a bufar, impotente.

En su campo de visión llegó a observar la almohada que usaba el demonio para dormir hasta hace una semana atrás, ahora ubicada a los pies de su cama. Se abalanzó en esa dirección con movimientos desesperados y tomó el objeto entre sus brazos, abrazándolo con todas sus fuerzas. Enterró su rostro en la suave superficie e inhaló profundamente, jadeando de gusto al oler el característico aroma de Tyler. Mordió su labio con fuerza y continuó frotando su rostro contra la tela, impregnando en sus fosas nasales ese exquisito olor. Abrazó con más fuerza, con brazos y piernas, aprentando la almohada contra su cuerpo.

Mierda. Necesitaba tanto a Tyler.

No debería hacerlo, sabía que su madre dormía a unos pocos metros de su habitación, sabía que podría oirlo.... Pero ya no lo soportaba. Sería silencioso.

personal demon; [tysh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora