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Warning: sangre, heridas, descripción detallada de ritual satánico.

















El viento helado de una madrugada de invierno chocaba con fuerza contra los rostros del chico y del demonio. Largos abrigos negros con capucha cubrían sus cuerpos, haciéndolos irreconciliables ante cualquier persona conocida con la que se cruzaran. Aunque, a decir verdad, por las calles de Columbus no había ni un alma a esa hora y con ese frío.

Caminaban en silencio, y a cada paso que daban Josh sentía que el nudo en la boca de su estómago crecía más y más. Cada uno llevaba una de las gruesas ramas en sus manos, y el menor traía la mochila colgada en sus hombros. Ya tenían todo lo necesario, cada paso del ritual pautado y memorizado cuidadosamente. Sólo restaba llevarlo a cabo.

Al cabo de veinte minutos de caminata, llegaron al comienzo del bosque. Su vasta oscuridad y extensión eran imponentes, intimidantes, haciendo que ambos jóvenes tuviesen escalofríos al estar ante tan misterioso lugar. En el silencio de la noche se podían oír aullidos lejanos, gruñidos bajos y el sonido del follaje moverse al pasar algún animal, pero aún así no lograban ver nada entre la abrasadora negrura de sus proximidades.

—Dame las telas, el alcohol y los fósforos —Murmuró Tyler, en voz baja.

Josh se apresuró en quitarse la mochila y sacar los elementos pedidos. El castaño hábilmente cubrió el extremo superior de cada una de las ramas con los trozos de tela, enredándolos y haciendo un nudo en ambas. Luego, roció un poco de alcohol en cada una y encendió un fósforo, prendiendo fuego los exremos de las ramas cubiertos con la tela.

Un par de antorchas.

—El fuego ahuyentará a los animales, y con algo de suerte nos permitirá ver por donde caminamos —Explicó el demonio, dándole a Josh su antorcha ya lista y encendida.

El rizado asintió, tomándola, y sin más comenzaron a adentrarse en el bosque.

El crujido de las ramas bajo sus pies era inquietante, y no hace falta decir que ambos estaban realmente nerviosos. Tyler iba adelante, asegurándose se que no hubiese ningún animal salvaje cerca y buscando ése lugar específico que había encontrado la otra noche. Josh, tan sólo unos pasos detrás de él, volteaba de un lado a otro ante el más mínimo sonido, sintiendo su pulso acelerarse conforme pasaban los minutos, quizás los últimos minutos de su vida.

Poco después el demonio se detuvo en seco en un lugar que parecíca ser un pequeño claro entre todos los árboles, volteando a ver al menor.

—Es aquí —Sentenció.

El rizado sintió que su corazón subía hasta su garganta. Sus manos habian comenzado a sudar y temblaban ligeramente. Tenía náuseas. No quería demostrar inseguridad, pero el miedo le estaba carcomiendo los nervios. Tyler lo notó de inmediato.

—Hey, hey, tranquilo —Clavó la antorcha en el suelo y se acercó a él, tomándolo por sus hombros. —¿Estás completa y absolutamente seguro de que quieres hacer esto?

—Completa y absolutamente —Afirmó, intentando sonar firme.

El castaño asintió y comenzó a quitarse su abrigo, y Josh prosiguió a hacer lo mismo. Clavó su antorcha a un lado de la de Tyler y se quitó la mochila, siguiendo con su ropa. Se deshicieron de sus prendas una por una hasta quedar por completo desnudos, enseguida comenzando a temblar por el frío.

—¿Es ne-necesario estar sin ropa? —Preguntó el menor, temlando de frío y abrazando su propio cuerpo desnudo, intentando darse un poco de calor.

—Sí —Respondió, sacando las cosas de la mochila de Josh. —Toma, tienes que hacerlo tú —Le tendió el paquete de sal. —¿Recuerdas la forma, no?

personal demon; [tysh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora