El mayor de los consortes reales dio un largo suspiro.
- No hagas eso, Jin, querido. - Le rogó el rey. - No me dejes ir con el recuerdo de tu expresión desanimada.
- Lo lamento, amado esposo. Tanta guerra... - Suspiró de nuevo, como si estuviera cansado o incluso decepcionado.
- Jin, lo he intentado todo para mantener la paz en el reino. ¿Lo sabes, verdad?
- Por supuesto que sí. - Se apresuró a decir el consorte. - Pero eso no hace que me entristezca menos.
- Sé que es horrible y me duele abandonaros de esta forma pero necesito que seais fuertes. Los dos. - Pronunció cogiendo una mano de cada uno de sus esposos. - Necesito que mis hermosos consortes mantengan la esperanza y cuiden del reino en mi ausencia.
- Lo haremos. - Confirmó JiMin. - Siempre lo hemos hecho.
- Confío en vosotros. - Alegó el rey.
- Tú concéntrate en volver a casa de una pieza. Te lo ruego, mi amor. - Insistió Jin.
- Sí. - Se sumó JiMin cogiéndole de su manga como un niño abandonado. - Ten cuidado, por favor. Debes volver con nosotros. Es una orden. - Refunfuñó el menor de los dos consortes reales.
- Como rey no debería acatar órdenes. - Mencionó divertido.
- Pero como esposo nuestro... - Comenzó Jin. - ...más te vale no contradecir nuestros deseos. - Le advirtió bromeando con absoluto cariño.
- Jamás se me ocurriría tal insensatez. - Aseguró. Se acercó para darle un profundo beso a Jin y luego le otorgó a JiMin un beso más suave, menos profundo y más dulce, pero con el mismo amor. - Cuidad del pueblo. Y cuidad de los consortes del príncipe. Enseñadles bien cómo se gobierna cuando no hay rey en la capital de Silla.
- Por supuesto, mi rey. - Alegó JiMin. - Les enseñaremos a ser buenos regentes.
- Echad un ojo a la concubina de YoonGi, también. - Les recordó, aunque sabían que no hacía falta. - El bebé que esa muchacha llevaba en su interior podría significar el futuro de Silla.
- Lo sabemos.
- Pero ante todo cuidad mucho el uno del otro. Pase lo que pase manteneos unidos siempre. ¿De acuerdo? - Les pidió. - Nada os puede distanciar. Ya sabéis que es lo más importante. - Eran más fuertes estando juntos. Los dos lo sabían y por el bien de Silla jamás había habido conflicto entre ellos. Además, siempre había sido fácil para los dos consortes. El caracter amable y conciliador de ambos ayudaba en ello incluso en las malas épocas.
- Sí, mi ret. - Respondió Jin.
- Claro, amor. - Formuló JiMin.
En el patio del palacio les esperaban los sirvientes para despedirlos. También algunos soldados, sus caballos, y ya estaba allí YoonGi, despidiéndose de sus propios esposos. El rey llegó justo a tiempo para ver como YoonGi y TaeHyung se besaban. Sin embargo, no le dolió tanto como había imaginado. TaeHyung era el esposo de su hijo y se sentía normal y correcto. Sabía que TaeHyung había sido suyo. Sabía que aquel muchacho le quería. Y, aun si no había una segunda vez en la que estuviera entre sus brazos, estaría agradecido de haber estado con él una vez. Igualmente, apartó la mirada, no por dolor, sino por dejarles intimidad, y se subió a su caballo.
- NamJoon. - Le llamó JiMin. El consorte real se acercó hasta donde estaba el general, terminando de ajustar las riendas de su caballo. - Creo que ya te he dicho todo lo que queria decirte pero siento que si no me despido viviré una angustia terrible.
- Sólo no digas adiós. - Le pidió el general.
- ¿Si empiezo a patalear y a berrear como un bebé para que no os vayáis serviría de algo? - Propuso haciendo reír a NamJoon.
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DINASTÍA [Múltiples shippeos]
FanfictionCorre el año 576 dC y los tres reinos de Corea: Silla, Goguryeo y Baekje parecen muy cansados de luchar. Silla ha ganado una gran fuerza en las últimas décadas y su rey, JungKook, arregla el matrimonio de su único hijo, YoonGi, con los hijos de los...