DINASTÍA [Múltiples shippeos]

22 La propuesta de Goguryeo

TaeHyung se había perdido de nuevo. ¿Cómo podía ser tan lioso ese campamento? Todas las tiendas eran iguales. TaeHyung echaba de menos sus cómodos aposentos en Silla. Por suerte no quedaba mucho tiempo para que emprendieran el viaje de vuelta. Partirían bien de mañana, antes de que despuntase el sol. YoonGi les había dicho que no debían alejarse de él, pero TaeHyung quería despedirse de su familia. De su madre, por lo menos. Les había dicho a YoonGi y a HoSeok que no se iría lejos, que sólo tenía que ir al servicio un momento, y se había escabullido por entre las tiendas y se había terminado perdiendo. Todas eran iguales y todo estaba muy oscuro. No estaba seguro de si encontrarse con alguien era una buena idea. No. Definitivamente no lo fue.

- El rey quiere verte, principe consorte de Silla. - Esa voz le hizo sentir un escalofrío. ¿Qué rey? Se preguntó al principio. Pero pronto reconoció el acento y el uniforme del guardia que le hablaba. Era del reino de Goguryeo.

- Tengo que ir con mi esposo. - Anunció en réplica.

- Al rey pareces haberle gustado, muchacho. - Dijo otro guardia tomándole por el brazo. - Andando.

- ¿Qué? ¡No! - Exclamó TaeHyung. - No debería verle. Si me ven con ese hombre podrían pensar que...

- Silencio, príncipe consorte. No des problemas. - Le condujeron hasta la tienda del rey de Goguryeo. Era más ostentosa que la que él y HoSeok compartían con YoonGi.

- TaeHyung. - Pronunció el rey. - Me alegro de haber podido verte antes de que te fueras. - Comentó.

- Majestad, yo no debería estar aquí. - Aseguró TaeHyung. - Si mi esposo se entera...

- Nadie se enterará, a no ser que tú quieras. - Afirmó el rey de Goguryeo. - Mira, voy a serte muy claro porque no me gusta perder el tiempo. - Se acomodó en el mullido asiento que los sirvientes debían haberle hecho con cogines y mantas. - Yo fui quien mandó a ese hombre para que se introdujera en el palacio de Silla. La guerra es necesaria para Goguryeo. Me ha costado llegar a esa horrible conclusión, pero, a veces, un rey tiene que tomar decisiones difíciles.

- Entiendo eso de las decisiones difíciles pero... - Susurró TaeHyung.

- Tú no tienes nada que entender. - Opinó bruscamente. - Sin embargo, si hubiera sabido como eras no habría ordenado nada contra ti. Quiero hacerte una propuesta, TaeHyung. - El joven esperó. No quería escucharle, pero no podía huir. - Me gustas, TaeHyung.  - Dijo de pronto. - Si vienes conmigo estarás a salvo.

- ¿Qué... qué quiere decir? - TaeHyung no podía creerlo. ¿Acababa de decir que su ataque hubiera sido sólo contra su hijo sólo porque él le gustaba físicamente? ¿Qué clase de psicópata era ese hombre? ¿Qué criterios tiene para decidir a quién matar?

- Una guerra está a punto de empezar. El príncipe YoonGi y HoSeok son soldados, pero tú no. - Le recordó. - ¿Qué será de ti cuando la guerra empiece?

- Yo... yo...

- Ellos no tendrán tiempo para protegerte. - Siguió hablando. - No perderán el tiempo con un muchacho que no sabe pelear y que sólo está allí por un trato entre reinos y no porque el príncipe os ame. - Aseguró. - Y no sólo eso. Ellos irán a la guerra y perderán. Y entonces, ¿qué será de ti?

- Usted es el culpable de esto. - Formuló TaeHyung. - El rey JungKook no quiere la guerra. Ha venido aquí para impedirla.

- ¡No puede impedirla! ¡Y eso a ti no te incumbe! - Bramó. - No eres más que un niño bonito bien educado para ser el esposo de un verdadero futuro rey. ¿Entiendes eso? Tú única misión en la vida es complacer los deseos de tu esposo. Cualquier deseo que tenga el idiota mimado del príncipe YoonGi. - "YoonGi", pensó TaeHyung. "Quiero ir con YoonGi". Lo que ese hombre le proponía le asustaba terriblemente. Parecía que le estaba realmente haciendo una peopuesta, pero ¿y si sólo era una forma de hablar? ¿Y si le separaba de Silla a la fuerza? Ese hombre era capaz de hacerlo sin dudar. - Pero eso podría cambiar. - Expuso el rey de Goguryeo. - Vente conmigo a Goguryeo. Sé mi amante y yo cuidaré de ti. Te cubriré de joyas y suaves ropas de seda. Serás mi tesoro más preciado. YoonGi es sólo un niño inutil sin futuro alguno. Yo soy la elección correcta.

Si TaeHyung fuera una persona fría y calculadora quizá se lo hubiera planteado. ¿Acaso él le debía algo a Silla? No se había casado con YoonGi porque se amasen realmente. Él era sólo un regalo. Un presente de paz que su padre le había entregado al rey de Silla. ¿Y si ese hombre tenía razón y el reino de Silla perdía la guerra? Si TaeHyung fuera de esa forma, se hubuera planteado cual era su mejor opción para sobrevivir por si mismo, porque si Silla caía y él decidía quedarse con YoonGi, él caería también. Pero claro, TaeHyung no era esa clase de persona, ni tampoco era tonto. ¿Qué valía la palabra de un rey que estaba dispuesto a matar a su propio hijo sin miramientos? ¿Cuánto tardaría en cansarse de él? TaeHyung ni siquiera se planteó eso tampoco. YoonGi ya le había cubierto de joyas y vestiduras de seda, las cuales eran inútiles para él. Pero también le había cubierto de amabilidad, comprensión, cariño. De acuerdo, no iba a fingir, no le amaba. Al menos aún no. Pero se sentía a salvo con él y quizá un día aprendería a amarle.

- Lo siento, rey de Goguryeo. Mi lugar está en Silla, junto a mi esposo el príncipe YoonGi.

- ¡Idiota! - Se levantó furioso y le cogió del brazo con fuerza. - ¡No entiendes nada! ¡Nadie rechaza al rey de... - Sus palabras se detuvieron de repente. Oyeron como la lona de la tienda se rasgaba a sus espaldas y justo después había una espada en el cuello del rey de Goguryeo.

- El muchacho ya os ha dado su respuesta. - Anunció el rey de Silla, quien parecía enfurecido y a la vez orgulloso. - Se queda con nosotros. Vuélvete a tu reino y prepara tus tropas, que yo prepararé las mías. - Le hizo un gesto de cabeza a TaeHyung para que saliera por el roto que él mismo había hecho. - Vámonos. Vayamos lejos de este desgraciado.

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