33 Buena nueva

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Tener a un sirviente en la entrada de su comedor no solía ser buena señal. ¿Qué vendría a decirle? ¿De qué nueva tarea tendría que ocuparse esta vez?

- Alteza real. - Dijo inclinándose. - Vengo a trarle noticias de su concubina. 

- Dile a NoRan que no iré esta noche a verla. - Se apresuró a decir YoonGi. - Órdenes del rey.

- Enseguida se lo haré saber  alteza. Sin embargo, yo me refería a la jovencita BoRa. - Añadió el hombre. 

- ¿Qué es lo que le ocurre? - Preguntó algo extrañado y un poco preocupado. Pocas veces recibía noticia o comentario alguno de la más joven de sus concubinas. Ella era tímida y le daba un tremendo apuro molestarle por nimiedades. Si se dirigía a él debía ser importante.

- La señorita BoRa lleva varios días despertándose con nauseas. - Informó el sirviente con una ligera sonrisa en sus labios. ¿Acado le parecía gracioso que su concubina estuviera enferma? - La joven no quiso importunaros por si se debía a una simple indigestión, pero ha visto la necesidad de comunicaros que tiene algunos días de retraso. - El hombre seguía sonriendo como disimuladamente y YoonGi sólamente se le quedó mirando esperando a que continuara, pero no lo hizo.

- ¿De retraso con qué? - Quiso saber YoonGi tras un incómodo silencio entre los dos. - ¿Acaso le encomendé alguna tarea de la que me olvidara? - Un poco confuso y, al mismo tiempo, enternecido por la inocencia o el despiste del príncipe, fuera lo que fuera, respondió cortésmente.

- Me temo que la única tarea que le encomendastéis fue la de quedarse encinta, alteza real. - Aseguró. - Lo que intento deciros es que es muy posible que ya haya cumplido dicha tarea. - YoonGi no sólo estaba cansado fisicamente, su mente también estaba agotada porque tardó unos largos segundos en comprender lo que decía el hombre, abrir mucho los ojos y echar a correr a trompicones por todo el palacio. A su paso, los sirvientes desperdigados con los que se topaba le seguían alertados por sus actos en un intento de asegurarse que no necesitaba nada de ellos. 

- ¡Ah! - Gritaron tres mujeres cuando YoonGi abrió la puerta de la habitación de su concubina precipitadamente y sin pedir permiso. YoonGi la buscó con la mirada entre las mujeres que la acompañaban.

- ¿Es cierto? - Preguntó al cruzar su mirada con la de la joven. Se acercó a grandes zancadas. - ¿Es cierto que estás en estado? - Le preguntó un poci más calmado. Ella, cohibida y tímida, como siempre, tardó un instante en hablar. 

- Es una posibilidad. De momento, así parece ser. Solo ruego a los dioses que no sea una falsa alarma y me bendigan con un hijo vuestro, alteza. - YoonGi sonrió. Era una muchacha muy dulce. 

- Príncipe, si me permitís. - Comenzó diciendo una de las mujeres de la habitación, sin duda la más anciana. La reconoció enseguida, era la matrona real. Esa mujer que pertenecía a la nobleza baja había asistido más nacimientos que ninguna otra persona de ese reino. Había asistido a su propia madre el día que él nació, de hecho. 

- Hablad, por favor. - Si quería saber la opinión de alguien era la suya.

- Le doy mi palabra y yo ya no me equivoco nunca en esto, alteza. Está embarazada. - YoonGi sonrió y apretó a la muchacha entre sus brazos. Se separó al pensar que la podía estar abrazando con demasiada fuerza. Ella sonreía con timidez. De pronto la vio pequeña a su lado. Demadiado joven, demasiado frágil. Sintió un nudo en su estómago. 

- ¿Estará bien? - Le preguntó a la mujer casi anciana. Ella, comprendiendo sus cabilaciones respondió con sinceridad, pero con optimismo.

- Es joven y sana. Degaducha y pequeñita. - Se burló con gesto divertido. - Pero tan fuerte como cualquier gran mujer de Silla. - Aseguró con firmeza. - La cuidaremos bien. - YoonGi asintió confiando ella. Le dio un suave beso en la frente a su concubina y susurró en gesto confidente, aunque todos pudieran oirles y no hubiera verdadera intimidad allí.

- Eres muy valiente. - Por el bien del reino, se había entregado a un hombre al que no conocía y al que obviamente tampoco amaba. Por él había entregado su pureza y había regalado esperanza a su pueblo. Eso requería valor. - Descansa, mi señora. - Le pidió con amabilidad. - Lo merecéis.

Al consorte real JiMin le gustaba ver los atardeceres. Los colores iban cambiando y el Sol descendía imponente e imparable. El campo de entrenamiento que estaba dentro de las murallas de la ciudad se veía desde la balconada de palacio. Hacía unos pocos minutos, JiMin les había visto retirarse. Le había parecido un poco extraño, pero no le dio demasiada importancia. Al consorte real solía gustarle ver a los soldados entrenar en la distancia. Imaginaba los movimientos de los combates como una hermosa danza. Le recordaba a un tiempo entrañable para él. Pocos conocían que, en el pasado, JiMin practicaba la danza de espadas. Nunca le habían entrenado para el combate, pero la espada tradicional coreana no era algo ajeno para él. Cerró los ojos un instante recordando esos momentos en los que, para él, las espadas sólo servían para bailar. No había que ser muy observador para saber que JiMin era un romántico. Quizá por eso, su imaginación voló aquella noche cuando escuchó el entrechocar de dos espadas. Abrió los ojos confundido. ¿Espadas de verdad?
¿Acaso había algún problema? No le fue difícil detectar de dónde provenía el sonido. Dirigió su vista al campo de entrenamiento y vio las dos siluetas moviéndose con fiereza bajo el Sol del atardecer. Las reconoció al instante. Él conocía sus siluetas y sus movimientos muy bien, quizá mejor que ningún otro. Había repasado sus cuerpos con detenimiento y devoción. Su rey, su esposo; un cuerpo que había devorado con pasión. En el otro lado, su general, su amante... ex-amante. También había estudiado su cuerpo con cuidado y dedicación. ¿Por qué estaban luchando? Una idea terrible pasó por su cabeza. ¿Por qué usaban espadas reales? JiMin salió corriendo desesperando imaginando el peor de los escenarios. Aún con su incómoda vestimenta, JiMin corrió para salir del palacio arrollando a cualquiera que se le pusiera por delante. Si llegaba tarde... No, no podía llegar tarde.

- Idiotas. - Dijo mientras avanzaba por el camino hasta el campo de entrenamiento. - ¡Idiotas!

Hola!!!!! Espero que os haya gustado mucho el capítulo

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Hola!!!!! Espero que os haya gustado mucho el capítulo.

Sé que no suelo subir capítulo los sábados, pero hoy había que recuperar porque ya sabéis que se ha descolocado todo un poco por la finalización de El Reino de los Dragones. La semana que viene todo volverá a la normalidad.

Un besazo!!!!

DINASTÍA  [Múltiples shippeos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora