Madre 24

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PETER:

En primer lugar, no tenía ningunas ganas de ver a Brenda, pero mucho menos en ese estado de prepotencia e inocencia falsa. Sí, según ella era la víctima de toda esta historia, pero, ¿y Lali? ¿Cómo la había tratado aquel día? ¿Y yo? ¿Y cómo me había tratado a mí? Peor que si de una basura se tratase.

Y no, esta vez no iba a soportarlo más.

—¿Qué querés? —la pregunté con tono de asco. Además, la miré mal.

Ella levantó una ceja:

—¿Me estás preguntando lo que quiero? —suspiró—. ¿En serio? Llevas todo el fin de semana sin hablar conmigo, sin atenderme las llamadas, sin darme bola, ¡y estoy harta!

Me pasé la mano por la cara:

—Y vos llevas todo el fin de semana molestando a mi mejor amiga y a mi familia, y no me quejo —la respondí de mala gana—. Lo mejor será que dejes de creerte el centro de atención, no sos importante para mí. Olvídate de que existo, esto se ha terminado acá. Te lo advertí el jueves, no podés venir a mi casa con ese alto grado de prepotencia. No sos la reina de ningún lado... No sé aún como he podido soportarte durante tanto tiempo, debía estar loco, ¡rematadamente loco! —exclamé.

Miré a mi alrededor. La gente me estaba mirando como si estuviera loco, pero me daba igual. No soportaba a Brenda ni un minuto más y quería cortar toda relación con ella. No quería que ni ella ni su hija volvieran a acercarse a mí. Eran insoportables. Amaba a Lali y a Alegra, y con ellas estaba bien. Eran realmente las dos personas con las que deseaba pasar y estar el resto de mi vida.

—¿Me estás dejando? —me preguntó—. ¡¿Me estás dejando?! —repitió, esta vez chillando como si estuviera loca.

—¡Sí! —grité yo—. ¡Te estoy dejando! ¡Vete de mi vista! ¡No me busques más! ¡No molestes a mis seres queridos!

—¿Es por ella verdad? —me preguntó Brenda. Yo sabía a quién se refería, pero me hice el estúpido.

—¿Quién? —la pregunté.

—Tu ex —respondió—. Todo esto, es por tu ex. Yo lo sé. Lo sé todo. Tu madre me lo ha contado. Sé la clase de persona que es, no deberías confiar en ella. Tal vez ni siquiera es tu hija, me lo ha dicho tu madre.

La miré:

—Para empezar, Allegra es idéntica a mí, y que ni se te vuelva a ocurrir hablar mal de Lali delante mío. Y perdona que te diga, pero yo sé bien lo que me conviene y lo que no. Y sé perfectamente que si he aguantado tantos años a tu lado ha sido por pena... ¡Vos y Ava me daban pena! ¡Pero ya sé porque el padre de Ava te abandonó! —grité—. Y lo entiendo perfectamente, yo también lo hubiera hecho porque si no te soporto así, imagínate embarazada, ¡qué horror!

Euge me agarró por el hombro y me separó, haciéndome que caminara un par de pasos hacia atrás:

—Vete, yo seguiré hablando con ella —susurró—. Bloquéala en el celular, en WhatsApp... Pero vete, te estás alterando mucho, y aún te quedan bastantes pacientes por hoy, además, estás dando mala imagen, y sos uno de los mejores pediatras de la capital. No dejes que esa estúpida haga que tu reputación quede por el piso.

—No la puedo soportar —la dije mientras aún la miraba.

—Ándate —me repitió Eugenia—. Ándate, por favor.

Asentí con la cabeza y me fui a mi consulta. Hice que pasara el siguiente paciente, un niño de unos ocho años llamado Julián, el cuál estaba resfriado.

MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora