Madre 46

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LALI:

Estuvimos la noche entera en el hospital. Todo se hizo eterno: médicos por allí, enfermeras por allá, camillas pasando por delante de nuestros ojos continuamente... Era horrible. Y era más horrible aún cada vez que pensaba que me quedaba poco tiempo con Isa en este mundo. Pronto desaparecería de nuestro lado. Dejaría solo a su hijo, a Bauti y al resto de sus amigos. Se marchaba, sin despedirse personalmente de cada uno de nosotros.

Por la mañana, pedí un taxi, el cuál me llevo directamente al trabajo. No estaba en condiciones de trabajar, pero debía hacerlo. Tenía que ayudar a Pablo con todo, tenía que seguir haciendo el curso.

Entre en el aula del curso y allí estaba Pablo, esperándome, con la misma sonrisa de siempre, de oreja a oreja. Me miraba fijamente, me estaba esperando a mí y no sabía para qué:

—Buenos días, Lali.

—Hola —respondí.

Él levantó una ceja:

—¿Qué te pasa? —me preguntó—. No tienes buen aspecto, ¿no has dormido bien?

Tragué saliva y me mordí el labio inferior. En verdad, no sabía que responderle. Así que tan solo lo abracé, y él me devolvió ese dulce abrazo rápidamente:

—No estás bien, preciosa, ¿qué te ocurre? —me preguntó mientras seguía con los ojos clavados en mí—. Tienes ojeras, tienes el gesto triste... ¿Qué ocurre? —insistió.

—Mi mejor amiga, bueno, una de mis mejores amigas, mi vecina... Isabella. Tiene 21 años y se muere —cerré los ojos e intenté no llorar. No podía mostrarme tan débil ante Pablo porque entonces le rompería el corazón y le estaría provocando. No quería que se sintiera mal aunque yo me estuviera sintiendo fatal por todo lo que estaba pasando—. Tuvo un accidente a finales de noviembre, la tuvieron que internar en el Hospital, y todos pensamos que saldría, y sí, después de muchas semanas internadas, salió del hospital y regresó a su casa, con su novio y su hijo. Pero, ayer se desmayó, y ahora ya sí que no hay vuelta atrás. Está muy mal, va a morirse... No hay solución a lo que la ha ocurrido esta vez, Pablo. Ya está, se va... Deja a un hijo solo, a un novio, a sus amigos... Incluso a su hermana —sí, su hermana, Camila. A ella también la dejaba sola. Por mucho que estuviera con Peter, recién se reencontraba con su hermana después de tantos años y ahora la perdía para siempre.

—¿No hay nada de nada? —preguntó Pablo mientras seguía abrazándome—. ¿Ninguna solución?

Negué con la cabeza:

—Nada. Los médicos lo han dicho. Peter, mi ex, estuvo preguntando también a algunos de sus colegas de la profesión, pero dijeron que sería un auténtico milagro que pudiera salir de esta, un milagro mucho más imposible que la última vez. Así que, ya está, se acabó. Y te juro, que no puedo soportar que se vaya... —no pude contener las lágrimas y rompí a llorar. Pablo me envolvió con sus brazos y me apretó contra su pecho fuertemente.

—Tranquila —me susurró en la sien—. Tranquila... Todo va a estar bien. Seguro que ese milagro ocurre.

Negué con la cabeza mientras seguía llorando de forma desconsolada.

—Lali, ya sé que muchas veces, en estas circunstancias, se pierde la fe. Pero, en serio, los milagros existen, y tal vez ocurra uno...

—No... Ya está, se ha acabado. Se ha acabado —lo miré a los ojos fijamente. Sus labios estaban tan cerca de los míos que casi podía rozarlos. No podía moverme, me tenía completamente secuestrada con sus fuertes brazos. La había cagado, otra vez.

-...-

PETER:

Pedí la mañana libre. Necesitaba estar con mi hermano y darle apoyo. La mala suerte les perseguía a Isabella y a él, eso estaba claro.

—Tienes que desayunar, Bauti —le pedí en la cafetería del Hospital. Me había costado muchísimo que bajara a desayunar conmigo. Camila estaba cuidando de su hermana en la habitación, y yo intentando que mi hermano pequeño se bebiera el maldito café.

—No me merezco seguir aquí. Ella se va y yo me quedo... ¡Y ella es la que debe quedarse! —chilló, haciendo que todas las personas que estaban en la cafetería lo mirasen.

—Deja de chillar y de llamar la atención. Sé que esto es muy duro para vos, pero seguramente que es el deseo de Isa, quiere que sigas luchando, por Enzo y por vos mismo. ¿Qué querés? ¿Dejar al nene huérfano de padre también? ¿En serio es lo que querés?

Bauti se mordió el labio y negó con la cabeza:

—No tengo tanta facilidad como vos de abandonar a las personas a las que más quiero Peter...

Levanté una ceja:

—¿Querés empezar con el tema otra vez?

—No estaría mal... ¿Es en serio todo lo que la estás haciendo a Lali? ¿No te duele que ella esté sufriendo? —me preguntó Bautista con voz de enojado.

—¡Tomate el café! —exclamé golpeando la mesa.

—Respóndeme y entonces me tomaré el café.

—No acepto chantajes.

Entonces, Bauti frunció el ceño y me tirón café caliente encima. Traté de contenerme e mientras las voy titán de café caían por mi remera y el vapor caliente humedecía la tela y me quemaba el pecho:

—No te reviento la cara tan bonita que tenés porque tu novia está a punto de morirse, sino, te aseguro que lo hacía. ¿Sos idiota?

Bauti se levantó de la mesa y sin responderme se marchó de la cafetería. Suspiré, mi hermano me odiaba, Lali me odiaba y mi hija también,¿mi vida podía ser más horrible?

La envié un mensaje a Eugenia pidiéndola que me trajera una de las remeras de Nico para ponerme durante el día. Esperé como unos diez minutos, con el pecho mojado y con algo de frío, pero entonces, la que apareció por la puerta de la cafetería no fue Eugenia, sino Camila. Al verme, me miró con sorpresa:

—Ha sido mi hermano —la respondí rápidamente.

—Oh, lo siento... —musitó.

—¿Qué querés desayunar? —la pregunté poniéndola la carta de plástico delante de sus ojos. Pero ella me miró negando con la cabeza.

—No quiero nada —dijo—. Tan solo quiero hablar con vos, seriamente.

Asentí:

—Está bien, hablá.

—Bien, pues... Creo que lo nuestro no funciona. Es decir, en algún momento desde que nos conocemos, pensé que entre nosotros había algo, pero, no es así... —Camila se colocó el pelo detrás de las orejas—. En realidad, sí hay algo, pero, es algo que no funciona, como bien te he dicho. Tu hija te necesita, y tus bebés también. Y no voy a ser yo la que destruya una familia. No quiero que tus hijos pasen por lo que yo he pasado, padres en diferentes países y no ver a mi hermana hasta que no ha estado enferma y postrada en una cama sin poder moverse... Nada de eso es fácil, y no le deseo a una pequeña de cuatro años y a sus futuros hermanitos lo mismo, así que, si me disculpa, mantente alejado de mí, por favor.

Cada palabra de Camila me había dejado helado. ¿Se iba a separar de mí tan solo por mis hijos?

—Cami, vos y yo...

—Vos y yo nada... Podemos ser amigos, pero nada más. Tus hijos te necesitan, y la mamá de tus hijos también... Necesita amor —la voz de Camila sonaba sincera—. Además, ahora tengo que estar con mi hermana, ella me necesita más que un corazón roto de una persona que apenas conozco. Lo siento, pero, si buscas una amiga, estaré en la habitación de la planta 5, con mi hermana —me acarició la mano por unos segundos, me dedicó una leve sonrisa y después se fue.

Me toqué el pecho mojado y cerré los ojos: ¿qué mierda estaba haciendo?

MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora