Madre 38

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PETER:

No quería contarle a nadie lo que acababa de ocurrir. Aquella conversación con Lali me había roto el corazón, pero con Allegra secuestrada había tenido que arriesgarme. Era mi hija y tenía que salvarla.

Darle la cara a mi madre era un acto de mucho valor. Tenía mucho poder, mucho más que yo, y a la mínima cagada podía hacerme desaparecer, o hacer desaparecer a las personas que más quería en el mundo. Así que acepté su trato: dejarlo con Lali y que Allegra volviera con nosotros.

Segunda vez que abandonaba a Lali, ambas veces estando embarazada. Aquello ya se estaba convirtiendo en una especie de círculo perverso. No entendía como mi mamá podía saber tanto. Su capacidad para meterse en mi vida y saberlo todo era mágica. Toda una maestra. Tal vez, no estaba seguro en ningún lado, ni en el hotel, ni en casa de Lali, y ni siquiera fuera del país. Parecía tener ojos y oídos por todos los lados para localizarme y saber concretamente lo que estaba haciendo y con quién me estaba relacionando.

Pero mi plan, era el de volver con Lali. Pasara lo que pasara. Fuera difícil o no. Sabía que ella tardaría en perdonarme después de todo el bardo que había armado, pero... Había que intentarlo al menos. Era el amor de mi vida, la madre de mis hijos... Crear un hogar juntos era nuestro sueño. Y lo seguiría siendo.

Por lo que dejaría que se calmaran las aguas, una semana, o par como mucho. Y después contactaría con Lali. En el país, fuera o incluso en otro continente, íbamos a seguir con nuestra familia juntos.

-...-

LALI:

Pasaron las fiestas navideñas. Mi mamá se mudó a nuestra casa para que no estuviéramos solas, y además, alguien tenía que cuidar a Allegra mientras que yo estuviera en el trabajo. Por lo que mi madre se la llevaría a la tienda mientras que yo estuviera haciendo el curso para el ascenso y después pasaría la tarde junto con mi hija.

Pero por mucho que Allegra estuviera feliz con la llegada del nuevo hermanito y con que su queridísima abuela Majo estuviera viviendo en casa, sus ojitos rebosaban tristeza. Y todo desde que Peter se había marchado. Preguntaba por él, a todas horas. Me decía que porque se había ido, que si había hecho algo mal. Y yo no sabía responderla. Tan solo la decía que habíamos discutido y nos habíamos dado un tiempo.

Y además de triste, estaba enojada con su padre. No quería verlo. Solo Peter podía estar con ella si yo estaba presente. No quería ir con él a solas al cine, o a merendar o a cenar. Solo si yo iba también, aceptaba la invitación.

—¿Echas de menos a papá? —la pregunté aquella tarde calurosa del mes de enero, ambas estábamos en el jardín de nuestra casa, ella jugaba y yo tomaba el sol tranquilamente. Mi madre había abierto la tienda aquella tarde pues la habían hecho un par de encargos, y tenía que entregarlos. No obstante, no tardaría mucho en volver para que pudiéramos estar las tres juntas.

—Sí, mucho —respondió mirándome mientras hacía puchero—. Pero estoy muy enojada con él, lo que ha hecho no está bien. Y la abuela dice que ha pasado algo más que esa pelea con vos para que haya hecho todo esto.

Mi madre parecía saberlo todo acerca del amor. Me aconsejaba bien, pero siempre tenía como un tercer ojo para saber lo que estaba ocurriendo detrás de lo que se podía ver simplemente con los ojos.

—¿Cuándo te ha dicho eso la abuela? —pregunté bastante sorprendida.

—El otro día —mi hija dejó sus juguetes sobre el pasto bien cuidado y se sentó en la toalla conmigo—. Estábamos hablando de todo lo que pasó con papá y bueno... Me preguntó lo mismo que vos, que si le echaba de menos —me miró con carita tierna—. Y fue entonces cuando me dijo que ella no se creía todo eso de que necesitaba un tiempo y por eso ya no podía estar con nosotras. Que estaba ocurriendo algo más... Y mucho más grave y complicado de entender.

—¿Algo como qué? —tragué saliva.

Mi hija se encogió de hombros:

—No lo sé. Pregúntaselo a la abuela, lo sabe todo —respondió mientras entrecerraba los ojos, cegados por el sol.

Obviamente, claro que se lo iba a preguntar. Mi madre siempre parecía tener la respuesta correcta para todo.

Y mi madre volvió una hora después. Juntas preparamos la cena, después la tomamos y vimos una película. Después de la película ayudé a Allegra a bañarse, pues los baños justo de antes de ir a dormir la ayudaban a conciliar el sueño. Y sí, dormía mal desde que Peter se había ido. El abandono por parte de su padre había sido un trauma para ella. Y estaba demostrado en muchos aspectos.

Metí a Allegra en la cama y esperé unos cuantos minutos a que se durmiera. Después volví con mi madre a la sala, la cuál leía una novela con sus gafas.

—Mamá —la llamé.

Ella dejó la novela sobre la mesa alargada de madera y se quitó las gafas, colocándolas también sobre la mesa.

—¿Qué?

—Allegra me ha contado algo —me senté en el sillón junto a ella—. Me dijo que el otro día estuvieron hablando de todo el tema de Peter... Y me dijo que vos no te crees lo de que necesita un tiempo.

Mi madre negó con la cabeza:

—Por supuesto que no —dijo con voz clara y firme—. Yo creo que tampoco tiene que ver con otra chica, puesto que Brenda está en la cárcel y no creo que haya conocido a alguien tan rápido para romper con su familia así porque sí.

Y sí, se me olvidaba. Brenda había dejado de molestarnos. El juez había decretado para ella prisión por tres años consecutivos por "secuestro".y sorprendentemente, Ava había sido adoptada por Claudia hasta que su madre saliera de prisión. Así que ahora, la mini bruja y la bruja vieja estaban juntas. En realidad me daba pena de la pobre criatura, por mucho que a mi hija y a mí nos cayera mal, pero ninguna pequeña tenía que ser torturada por una mujer tan cruel como Claudia desde su más tierna infancia.

—¿Y entonces? —suspiré. Me preocupaba su respuesta.

—Creo que es Claudia la que está detrás de todo esto.

Abrí mucho los ojos, impresionada:

—¿Otra vez?

Mi madre asintió con la cabeza:

—Sí hija, otra vez —mi madre me tomó de las manos y cerró los ojos como si se estuviera armando de valor para decirme algo—. He estado muchos años en prisión, y allí se conoce a mucha gente, gente buena, gente mala y gente que te enseña a vivir en el mundo, y a conocer a las personas con solo verlas una vez en la vida. Sé como es esa mujer, como actúa. Quiere tener a Peter comiendo de su mano de forma constante, y sabe que vos sos un obstáculo. Por ello te quiere fuera de la vida de su hijo.

—Pero si Peter no se habla con ella... —tragué saliva.

—Eso es lo que nosotras creemos —mi madre me miró de forma seria—. Hay muchas cosas que ocurren y que no se ven, el mundo está lleno de mentiras y solo puedes confiar en tu familia. ¡Y ojo! No estoy culpando a Peter de todo esto, pero él es muy frágil. Cualquier cosa le lastima y entonces busca la solución para arreglarlo, aunque esa sea la peor decisión que puede tomar.

—¿Decís que me ha dejado porque Claudia se lo ha dicho? —pregunté levantando una ceja.

Mi madre volvió a asentir con la cabeza.

—Pero mamá... Si Peter... —intenté decir.

—Peter es muy frágil, mi vida —me interrumpió mi mamá—. Es muy buena persona y muy de manejar. Ya te lo demostró cuando se creyó lo que le dijo su mamá cuando estabas embarazada de Allegra. Quien hace daño una vez, puede hacerlo más veces —mi madre se mordió el labio y suspiró.

—¿Y cómo puedo saber que es en realidad lo que está pasando? —la pregunté, nerviosa.

—Dejame a mí —respondió—. Ya me han pasado muchas cosas, y me da igual que vuelvan a pasarme siempre y cuando mi familia esté a salvo. Y Peter también es de mi familia, solo que no sabe ver la verdad de las cosas. Está cegado por su madre Lali, y hasta que no vea con claridad la serpiente que es esa mujer, va a seguir cayendo en las mismas trampas una y otra vez.

MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora