Madre 30

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PETER:

    Pasamos por la farmacia antes de tomar la carretera para ir a la casa del lago. Sin decir nada, me bajé del auto y entré en la farmacia. Me sentí un poco nervioso, era la primera vez que iba a comprar algo de ese tipo, pero lali estaba demasiado nerviosa para hacerlo.

    Así que lo hice por ella.

    Pedí dos test de embarazo, pagué y regresé al auto:

    —¿Qué la pasa a mamá? —preguntó Allegra nuevamente.

    —No te preocupes princesa, mamá está bien —respondí tomándola de la mano a Lali. Después la miré, aún tenía los ojitos llorosos. No se sentía bien.

    Tal vez había sido un poco brusco con ella. Pero era la primera vez que me enteraba de un posible embarazo y no había sabido como actuar.

    Manejé hasta la casa y apenas hablamos. Mi hija se durmió por el camino, y Lali tan solo miraba por la ventana, como sin querer hablar conmigo.

    —Quiero que sepas que voy a estar ahí —la dije justo cuando quedaban unos diez kilómetros para llegar—. Perdón si me puse un poco a la defensiva, pero te amo... Igual que la amo a Alle e igual que lo voy a amar a él si es que estás embarazada.

    Me miró pero no dijo nada.

    —No me enteré de la mejor manera posible e igual... —intenté decir.

    —No te preocupes —su boca dibujó una media sonrisa—. Tal vez fui un poco demasiado dramática. Hace tiempo que no tenía estos retrasos... Por no hablar de que anímicamente no estoy bien. Todo lo que está ocurriendo con Isa...

    —Lo sé, pero confiemos en que se va a poner bien. Soy médico, y a veces ocurren milagros. Tal vez se salve, no podemos ser tan pesimistas en este aspecto —me mordí el labio—. Hay que confiar. Isa es joven.

    —Ya sé que Isa es joven —respondió Lali con un hilo de voz—. Pero no está bien. Hay todos los días jóvenes que están enfermas y mueren. Sos doctor, deberías saberlo —tragó saliva y suspiró hondo.

    —Pero yo creo en ella, y también se que en él área de la medicina existen los milagros —repetí—. Tan solo hay que confiar un poquitito y no ser tan pesimista al respecto. Si todos los médicos fueran como vos...

    —Peter, he pasado mal día, no quiero que peleemos —suspiró.

    —¿Por qué mal día? —la pregunté, mirándola de reojo y frunciendo el ceño—. ¿Por lo del tema del retraso y el posible embarazo? ¿Por eso? —insistí.

    Ella negó con la cabeza y volvió a tragar saliva, colocando su cabeza en la almohadilla lentamente:

    —Tu ex —me dijo—. Ella me ha arruinado el día.

    Me sorprendí y comencé a toser:

    —¿Cómo que mi ex? ¿Qué te ha hecho mi ex ahora? —la pregunté, nervioso. Hacia justamente tres semanas que no sabía nada de Brenda, y así, de repente y sin aviso, volvía a aparecer en nuestras vidas de la nada. No comprendía lo que estaba ocurriendo.

    —La han contratado en mi trabajado, y en mi sección —me respondió—. No sé, pero tengo la sensación de que todo esto es obra de tu vieja. Sino, ¿por qué Brenda iba a estar en mi trabajo? —me preguntó con voz seria—. Es demasiado raro todo...

    Me pasé la mano por la cabeza y suspiré. En ese momento, llegamos a la casa del lago. Atravesamos la entrada en auto y Lali despertó a Allegra con voz dulce. Hablaríamos de todo más tarde. Ambos habíamos decidido que no se hablaba de Brenda ni del resto de los problemas delante de la nena.

MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora