Madre 41

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LALI:

Miré a mi reloj, muy nerviosa. Volví a mirarlo y preferí evitar el tema:

—Me tengo que ir —tragué saliva.

—¿Te ha incomodado lo que te he dicho? —me preguntó mientras parecía ponerse mal.

Negué con la cabeza, mintiendo:

—No, no te preocupes —volví a tragar saliva.

Él me agarró de la mano y comenzó a acariciármela. Yo lo miré raro, cada vez me estaba incomodando más..

—Pablo, entiendo tu situación pero acabo de dejarlo con mi ex pareja y necesito un tiempo para comprender un poco mejor toda este tema. Espero que no te duela —intenté sonreír—. De verdad, no quiero que te molestes pero...

—Tranquila, te entiendo perfectamente —él también sonrió y dejó de acariciarme la mano—. Tomate el tiempo que necesites. Te estaré esperando.

Asentí con la cabeza y pedimos la cuenta al mesero. Después me llevó a casa.

Me sentía sumamente mal. Pablo era una gran persona y el pobre había tenido la valentía de declararse delante de mí, pero para mí no significaba nada. Mi corazón seguía muy confundido, seguía amando a Peter por muy enojada que estuviera con él.

Todo me había dejado destrozada, por lo que, sin apenas desmaquillarme y desnuda, tan solo vestida con la ropa interior, me metí en la cama muy triste. Estaba haciéndole daño, y no sabía como rectificar mi error. Pero, ¿por qué iba a estar con él si ni siquiera me gustaba? Era muy lindo y muy buena persona, estaba siendo muy amable conmigo, intentando que fuera la mejor del curso y dándome autonomía en la toma de decisiones de la empresa, pero... No podía obligarme a mí misma a que me gustara cuando aún seguía enamorada del padre de mi hija.

La envié un mensaje a mi madre diciéndola que había llegado bien a casa, abracé a la almohada y cerré los ojos llenos de lágrimas. Intenté dormir, pero no pude. Últimamente no podía hacerlo, cada vez mi cuerpo parecía estar más enfermo de amor.
-...-

PETER:

—Me alegro mucho de que hayas querido pasar el fin de semana conmigo, peque —la dije a mi hija durante el desayuno. Lali vendría a buscarla en un rato, y la verdad era que me sentía muy feliz de que Alle hubiera aceptado quedarse conmigo a solas.

Pero ella, en vez de responderme, se encogió de hombros.

—Creo que una pequeña preciosidad sigue enojada conmigo —la dije con una sonrisa.

Pero ella permaneció muy seria.

—No tengo ganas de hablar con vos —me explicó sin más.

—¿Es mamá la que te ha dicho que estés enojada conmigo? —la pregunté.

Mi hija me miró, pero no con la misma cara angelical de siempre, parecía furiosa:

—A mí mamá no me obliga a hacer esas cosas —se puso de pie y frunció el ceño—. No es como tu mamá que siempre va diciéndole a todo el mundo lo que tiene que hacer.

—No hables así de la abuela Claudia —la advertí.

—Ella nos ha hecho cosas peores, mamá y la abuela me lo han dicho —cada vez, mi hija estaba más enojada—. No entiendo como todavía puedes defenderla.

Suspiré:

—¡Oh! ¡Ya lo entiendo! —exclamé, un poco furioso—. Es tu abuela la que te ha dicho que me digas todo esto, ¿verdad? —la pregunté con una risita irónica—. Claro, Lali no es tan mala, pero tu abuela... Ya sabemos que clase de persona es. Ha estado en la cárcel. Te diría que no te fíes de ella, pero seguramente se lo contaras a tu madre y ella me llamara para decirme de todo.

Mi hija se acercó a mí:

—A la abuela la metieron en la cárcel por defender a su hijita nada más —gruñó—. Mamá y la abuela dicen que fue un actor de amor y de valentía. Y que sepas que la abuela dice...

—La abuela dice... —volví a reírme—. Siempre la abuela dice.

—¡Sí! —me gritó—. La abuela dice que nunca harías eso por mí porque tu mamá no te ha enseñado a amar de verdad. ¡Porque sos horrible y te dejas manipular por todo el mundo! —volvió a gritarme. Nunca había visto a mi hija en ese sentado. Lali siempre me decía que era demasiado caprichosa, pero ese no era un acto de puro capricho, era un acto de furia. Mi hija me odiaba, estaba claro.

Y lo que también estaba claro era que su abuela la había metido mil cosas en la cabeza contra mí.

—Voy a hablar yo con tu abuela —la advertí—. Que deje de meterte cosas malas en esa pequeña cabecita.

—No son cosas malas, son cosas de verdad —se cruzó de brazos—. La abuela dice que Claudia te está haciendo mal a la cabeza —se tocó su cabecita e hizo puchero.

—Te repito que no vuelvas a decir nada malo de la abuela Claudia... —tragué saliva algo nervioso, ¿qué sabía Majo sobre el trato que tenía con mi madre por la devolución de Allegra? Esa mujer era todo un misterio.

—Que sepas que mamá ya no te quiere, ahora tiene otro novio, se llama Pablo y es su jefe —dijo mi hija sin más—. Y ahora, llama a mamá. No quiero pasar más tiempo con vos. Me quiero ir con mi familia.

—Soy tu padre y formo parte de tu familia —la advertí con el corazón destrozado.

¿Cómo que Lali tenía novio? ¿Cómo que estaba con su propio jefe? ¿Acaso ya lo había llevado a casa y por eso ya le conocía y le identificaba como "el novio de su mamá"?

—¿Cómo sabes que tu mamá está con ese Pablo? —la pregunté sin atender a sus ruegos de que llamara a su madre.

—Llama a mamá. No te pienso decir nada más —me advirtió.

—Sé que no querés hablar conmigo por todo lo que está pasando, perdón por lo que te dije de Claudia —dije mientras me sentía mal. Realmente, Claudia había destrozado tanto la vida de Lali como la vida de Alle, y ambas tenían todo el derecho a hablar mal de mi propia madre, e incluso yo tenía el derecho a hablar mal de ella. Pero lo que estaba haciendo Majo me estaba poniendo de tan mal humor que olvide hasta los modales y las formas que tenía que utilizar con mi hija.

—Quiero irme con mamá y que me dejes en paz —me dijo sin mirarme.

—Alle, papá te ama —la dije agarrándola de la carita—. En serio, perdóname por lo que te he podido decir, entiendo que estés enojada con todo lo que estoy haciendo, pero te juro que necesitaba un tiempo.

Continuó sin mirarme y volvió a repetir:

—Llama a mamá, por favor. Me quiero ir de acá.

—No la digas nada a mamá de lo que ha pasado hoy —la dije—. Por favor, no quiero que mamá se ponga peor, va a tener dos bebés y si les pasa algo...

—No la diré nada —y en ese momento me miró—. Pero vos trátanos bien, a las tres. Sobretodo a mamá, está muy afectada y siente que no nos quieres. Así que, aunque ya no estén juntos, tenés que darla un poco más de cariño para que no se sienta tan solita —tragó saliva y agarró mi celular—. Y ahora, llámala.

Y sí, por mucho que se hubiera suavizado, seguía muy enojada conmigo. Y poco me quedaba para ser reemplazado por "Pablo" como padre por toda la mierda que acaba de soltar por la boca.

Era idiota.

MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora