Madre 2

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—Allegra —la preguntó la maestra—. ¿Sabes si tu madre va a tardar mucho?

La pequeña se encogió de hombros y se mordió el labio:

—No lo sé. Supongo que no, nunca se la olvida pasar a recogerme —respondió la pequeña.

—Está bien. Lo que pasa que yo me tengo que ir, pequeña —dijo la maestra acariciándole el pelo suavemente—. Te voy a llevar con la secretaria del jardín hasta que venga tu mamá, ¿si? 

Allegra asintió con la cabeza y le agarró de la mano a su profesora. Juntas caminaron hasta el pabellón de secretaría y dirección.

—¿Otra vez? —preguntó la secretaria más joven al verlas entrar de la mano a la profesora y a la alumna.

—Ya saben los problemas que tiene Lali con el horario del trabajo. Además, la nena es una dulzura, no da ningún tipo de problemas, ya lo sabe —dijo la maestra sonriéndole a la nena.

—No, ya sé lo buena que es Alle —la secretaria Martina sonrió—. Somos muy amigas, ¿verdad princesa?

Allegra asintió con la cabeza.

—Es una lástima —Martina salió de atrás de la ventanilla y agarró a Allegra de la mano—, siempre me dice que su mamá podía trabajar en otra cosa y así pasar más tiempo juntas. Es increíblemente madura para la edad que tiene.

—Lo sé —dijo la maestra—. Es la mejor de la clase, sin duda, muy inteligente. Ha sido la primera en aprender a leer y a escribir, cuando muchos nenes aún están aprendiendo a contar hasta diez. Va muy avanzada, la encanta estudiar —sonrió—. ¿Te importa ayudarla con la tarea de dibujo, Tini? Así cuando llegue a casa podrá jugar con su mamá, ¿verdad que sí?

Allegra asintió con una sonrisa y entró con Tini en la sala primera de secretaria. 

Martina, a la que todos llamaban Tini, y también Alle, era muy joven. Mucho más joven que su mamá, y la quería mucho. Casi siempre su mamá llegaba tarde a buscarla, y por eso, casi todas las tardes veía a Tini y hacía la tarea con ella. Y eso, la gustaba.

-...-

LALI:

No sabía a qué hora había terminado de hacer el amor con Santiago, la cosa es que cuando miré al reloj de mi mesilla, el despertador ya había sonado y yo no lo había escuchado.

Llegué nuevamente tarde a por Allegra. Menos mal que en el colegio, siempre eran comprensivos conmigo. 

Fui directamente a secretaría, ya que seguramente que Martina estaría cuidando de Allegra, otra vez. 

Entré a toda prisa. Allegra me vio rápidamente y sonrió:

—Ya me voy Tini, te podés ir a tu casita —dijo mi hija con voz tierna—. Muchas gracias por cuidarme otra vez —agarró su mochila de color rosa que era más grande que ella y salió por la puerta.

—Gracias nuevamente, Martina —dije sonriendo—. No sabés todo lo que tengo que agradecerte, sos un cielo.

—Tu hija si que es un cielo, ya sabés que no me importa quedarme con ella hasta la hora que haga falta —dijo Martina con una sonrisa, como acostumbraba a hacer—. No soy madre, ni tengo novio, porque soy muy joven todavía... Pero me encantan los niños y estoy deseando ser mamá en cuanto tenga unos cuantos años más. Con Alle voy practicando.

Martina, Allegra y yo nos reímos a la vez.

—Pasad buen fin de semana, chicas —nos deseó Tini.

—Igualmente —dijimos Alle y yo a la vez.

Agarré a mi hija de la mano y caminamos hasta fuera del pabellón de secretaría de su colegio. Fuimos hasta la parada y esperamos al colectivo, el cuál no tardó mucho en llegar. 

MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora