Madre 56

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LALI:

—Peter, mañana trabajo, y no puedo llegar tarde.

Él puso los ojos en blanco:

—En serio ahora me decís que no podés llegar tarde? La... De verdad, sé la buena relación que tenés con Pablo. Si llegas un poco tarde no creo que vaya a decirte nada —me sonrió y abrió la puerta del auto—. Dale, bajá.

—Esto es una especie de secuestro, Lanzani.

—Claro que sí, dale, bajá del auto —me repitió, mientras abría la puerta trasera del auto para sacar a nuestra hija en brazos.

—Y Allegra tiene colegio. Tiene que ir al colegio... —insistí.

—Puede faltar, son motivos familiares y necesito explicarte de una maldita vez todo lo que está pasando, por favor —me dijo poniendo cara tierna.

Suspiré y asentí. Después, abrí la puerta del auto y bajé. Seguí a Peter hasta la entrada de la casita. Tras abrir la puerta con llave, ambos pasamos dentro. 

—¿La acuesto... O cenamos? 

—Creo que tiene que cenar —le respondí de mala gana.

—No seas tan mala onda, La... De verdad, te juro, por mi vida —tragó saliva—, y te advierto que no me gusta jurar por mi vida, que después de que te lo explique todo, me vas a entender perfectamente.

Suspiré de vuelta y negué con la cabeza:

—De verdad...

—Ya veremos —comenté—. ¿Qué tenés para cenar?

—Pizza, fideos... Y —dijo abriendo la heladera—, y más pizza —continuó y se rió.

Revoleé los ojos y también sonreí:

—¿Anoche que cenaron?

—Pizza también —respondió riendo.

—Cualquiera diría que sos pediatra, y uno de los mejores... Creo.

—No hace falta que lo creas, soy uno de los mejores pediatras —dijo haciéndose el canchero—. Pero también me gusta consentir a mi hija, de vez en cuando.

—Creo que prefiere que la consientas de otra forma, y no con la comida. Al final va a odiar la pizza, y va a ser por tu culpa —le dije sentándome en la silla de la cocina. Y entonces, noté como mi hija comenzaba a moverse lentamente entre los brazos de su papá y a abrir sus ojitos—. Alle... —susurré.

—Hola pequeña —dijo Peter con ternura—. Buenos días —se río—, en realidad es la hora de cenar pero dormiste bastante en el auto.

—¿La hora de cenar? —preguntó mi hija mientras intentaba mantener los ojos abiertos. 

—Sí, la hora de la cena —respondí—. Vamos a cenar pizza —me levanté de la silla y la tomé en brazos.

—¿Otra vez? —dijo haciendo puchero.

—Sí, otra vez —dijo Peter—. En verdad enana no tengo otra cosa, así que o pizza, o fideos, pero la verdad es que no me apetece mucho cocinar. 

—Qué bueno Pitt... —me reí.

—Bueno, che... Mirá Alle, mamá ayer no comió pizza, y estas que compré están muy ricas, y quiero que las pruebes. 

Alle y yo nos miramos entre nosotras y nos reímos. 

Peter preparó el horno para la pizza y mientras, la nena y yo pusimos la mesa. Y como cuando éramos una familia, cenamos los tres juntos. Después, fuimos juntos a la sala y nos sentamos. Estaba nerviosa, realmente nerviosa por lo que Peter tenía que contarnos:

—A ver, dale —dije acomodándome—. Necesitamos escucharte.

Peter suspiró:

—En primer lugar, necesito pedirlas perdón por todo lo que ha ocurrido hasta el día de hoy. Siento muchísimo haberme comportado como un imbécil. Sé que esto ha ocurrido dos veces...

Lo miré raro, al igual que Alle:

—No sé a qué te referís con eso, Peter... —le interrumpí.

—Que mi mamá me ha manipulado ya dos veces para abandonar a mi familia, Lali. ¡Dos malditas veces! —gritó. Miré a Alle, escuchaba a su padre con atención, con los ojos muy abiertos.

—¿Cómo? —levanté una ceja y me crucé de brazos. Ciertamente, lo que me estaba contando, era muy importante. 

—Cuando se llevaron a Alle, y después nos la devolvieron, fue porque mi vieja me obligó a dejar la relación con vos —a Peter se le inundaron los ojos de lágrimas, bajó la cabeza y se puso a llorar—. Lo siento muchísimo, La, lo siento enana... Yo no quería —volvió a mirarnos con la cara mojadita por las lágrimas—. Yo no quería que esto ocurriera, pero mi hija es lo más importante que tengo y... No sé, Lali, pero hay cosas que pueden arreglarse y otras que tienen solución. Y creo que fue mejor que nos devolvieran a la nena que...

No pude soportarlo más... Me levanté del sillón y corrí para abrazarlo. Alle hizo lo mismo. Los tres nos quedamos abrazados juntos durante un buen rato. Sin separarnos en absoluto.

Pero, en ese momento, tenía ganas de irme a la casa de esa vieja maldita y de matarla. Como fuera: matarla a palos, matarla con un arma... ¡¡¡Dos malditas veces ya había destrozado una familia y ninguna de esas dos veces había pagado por ello!!!

—La abuela es muy mala, papá. Yo sabía que era mala, pero es la peor persona del universo... —dijo Allegra mientras seguía abrazándonos.

—Ya lo sé...

—Quiero que vaya presa —dije yo—. Necesito que vaya presa de una maldita vez...

—Lali, si las he contado todo esto, es para que las cosas entre nosotros se calmen. Pero mi mamá no lo puede saber. Es una persona muy poderosa Lali, antes de que puedas hacer algo, lo va a hacer ella. Y te aseguro que esa mujer tiene muchas peores intenciones que vos... Nunca podrías ser tan mala como ella por más que quisieras. Está completamente envenenada.

—¿Y qué tengo que hacer Peter?— le pregunté enojada.

—No podemos hacer nada. Ninguno de nosotros... No hay que decirle nada de esto a nadie, ¿de acuerdo? ¿Me lo prometen?

—Sí, pero te juro... -intenté decir.

—La, no hay que decirle nada a nadie, por favor te pido —me dijo Peter mientras me tomaba de las manos y me miraba fijamente a nosotros—. A nadie, por favor. 

Finalmente asentí y volví a abrazarlo. 

—No haré nada, ni diré nada...

—Yo tampoco papá —dijo Alle—, te lo prometo.

Peter asintió y volvió a abrazarnos. Pero, ¿por cuánto iba a permanecer esa buena onda entre Peter y yo?


MADRE (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora