04. Es Compartir

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Aún obligándose a mantener la calma, Candy tomo aquel sobre, intuía lo que contenía y precisamente por eso no lo abrió, simplemente lo guardo en el bolsillo del uniforme que le habían llevado aquella mañana. Sé puso en pie haciendo uso de todas sus fuerzas y dispuesta a no bajar la mirada, salió de aquella oficina.

Ese no era el mejor momento para flaquear, tenía mucho que hacer, sobre todo, buscar un lugar en donde pasar la noche y también una manera con la cual salir adelante.

Era consciente de que la abuela no había dicho directamente que no quería volver a verla, pero había sido demasiado claro para ella.

-Candy... -en uno de los intermedios de la escalera, la hermana Margaret la esperaba y tan solo la vio, le abrazo-. Te acompañaré y ayudaré con tus cosas.

Incluso antes de terminar de bajar las escaleras, pudo ver a Terry esperándole en un rincón cerca de la puerta. Quizá por el agobio de toda esa situación, no estaba segura de desear verle. Había sido gracias a él que toda esa confusión había comenzado, pero a la vez, sabía mejor que nadie, que ellos no habían hecho nada.

-Candy... -se detuvo frente a él-. Dejaras la escuela por mi culpa... -era una afirmación, que pronunció sin quitar la vista de sus zapatos.

Ella no supo que decir, simplemente puso una mano en el hombro de aquel chico, provocando que éste le mirara y entonces intento una sonrisa.

-Por favor, hazme saber en qué escuela te inscriben...

-Sí... -musito incapaz de decirle la verdad-. Debo recoger mis cosas... -sin esperar a la hermana y con ganas de llorar siguió su camino.

-Ella no irá a otro Colegio... -la mujer, igualmente afectada con toda aquella situación, murmuró aquellas palabras.

-¿Qué ha dicho?

-Realmente aprecio a Candy y me duele lo que ha pasado y lo que pueda pasar con ella. Así que, joven Grandchester, quiero pedirte, por favor, que se haga completamente responsable de lo sucedido -la escuchaba con atención-. Para mí no es fácil salir de las instalaciones, pero usted sabe cómo hacerlo, ya sea de día o de noche. Además, ella necesitará un lugar en donde pueda vivir.

-Pero hermana; me expulsaron por quince días.

-Estoy segura de que, donde sea que esté en esa temporada, conoce o encontrará una forma -era directa-. Ella lo perdió todo, por ayudarle. No puede darle la espalda -entre ellos se formó un breve silencio, que volvió desaparecer en cuanto el afirmó-. Tome este papel y escúcheme bien. Llévela a esta dirección. Sin importar lo que tenga hacer, llévela aquí o no tendrá donde pasar la noche.

Comprendiendo la gravedad de la situación, afirmó despacio, haciendo un ligero movimiento con la cabeza e inmediatamente, leyó el contenido de aquel papel. Conocía ese barrio a la perfección, aunque estaba algo retirado. No era el mejor lugar para una chica de clase alta como ella, pero dadas las circunstancias, eso era mejor que nada.

Apresurando se fue hasta su alcoba, sin importarle nada, más que apresurarse. Tomo el resto de dinero que tenía guardado, y empacó algunos libros y un poco de ropa, preparo todas sus cosas y de inmediato volvió a salir en dirección a la enfermería, donde le pediría a la hermana que guardara sus cosas hasta su regreso, esperando que la rubia no se le hubiera adelantado. Pero ella estaba ahí. Siendo consolada por la monja.

-S-sé de un lugar en donde puedes quedarte -llamo su atención con aquella frase.

-¿Sí?... -murmuro son soltar el abrazo de la hermana.

¿Qué es el Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora