12. Es Estar Equivocado

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Lemon

¿Qué es el Amor?
Es Estar Equivocado

-¿Terry?
A pesar de que al principio se había asustado, saber que era él, le alivio, a pesar de que al igual que su novio, también ella estaba segura de que se encontraba ebrio y por la forma en que se había reído, seguramente también había ingerido otras cosas.
-Me alegra tanto encontrarte
Sí, había tomado y había fumado otras sustancias, su aliento lo delataba, pero no fue lo suficiente como para no saber lo que hacía o incluso, para cometer ciertas tonterías. Aún así, si fue lo necesario como para arriesgarse a buscarla, sobre todo cuando vio que el patán de Brower se marchaba junto con su grupo de amigos, pero sin ella.
-¿Estás bien? -algo en su expresión le preocupo.
-Sí -se sintió como una tonta cuando se le acercó y el aliento alcohólico rozo su nariz.
-Debo irme. Mi taxi debe estar esperando -no entendía porque le daba explicaciones.
-Espera. Yo...
-Tú estás demasiado ebrio o drogado o las dos cosas -ella también había ingerido alcohol, pero había procurado no tomar demasiado.
-No tanto -sonrío-. Te acompaño -musito al ver que ella se alejaba, deseando prolongar ese encuentro-. Yo también ya me quería ir.
Por alguna razón no le creyó, pero aún así, permitió que le acompañara, sin atreverse a acercársele mucho.
Tan solo salió, vio el taxi que ya le esperaba y abordo tan pronto pudo.
-¿A dónde? -pregunto el chófer.
-¿Terry? -pregunto ella a su vez.
Entonces Terry dio la dirección y se adelantó a darle un billete al taxista, mientras trataba de no quedarse dormido.
-Es agradable verte de nuevo -estaba furiosa, podía percibirlo.
-Sí. Me doy cuenta -quiso ser sarcástica.
Sin decir nada más, continuaron en silencio, mientras le mandaba un mensaje a su novio.
Llegaron a un edificio y aunque le pidió al chófer que esperara, tan solo cruzó la puerta principal vio como este se marchaba. Suspiro resignada, tendría que llamar otro o ir caminando, después de todo, estaba cerca de donde ella vivía, tanto, que le pareció curioso el que en todo ese año medio no se hubieran encontrado antes.
-Vamos, te ayudaré -presiono el botón del elevador-. ¿En qué piso y departamento vives?
-Tres -doblo el dedo índice y pulgar de su mano derecha-. B -ella presionó el botón del tercer piso.
-No estaré tranquila hasta dejarte en tu apartamento.
-Ah -balbuceo, deseando convencerla de quedarse y así fuera ella la primer y única chica a la que le permitiera dormir con él durante toda la noche.
-Las llaves -le extendió la mano y espero mientras el buscaba por el bolsillo de su chaqueta y pensaba que sería divertido esconderlas dentro de su pantalón, aunque al parecer ella se percató de su intención y se las arrebato antes de que hiciera algo-. Entra -abrió la puerta de par en par, mientras él entro tambaleándose y cerrando tras de sí.
Si bien no habían sido muchas las chicas con las que había compartido una cama, al menos si sabía que no recordaba nada de ellas, ni siquiera lo que habían hecho y la única prueba de sus acciones siempre la encontraba al otro día, en el cesto de la basura.
Al percatarse de que él se había quedado suspendido y luego de examinar el lugar y comprender que vivía solo, a la mitad de la pequeña estancia, le tocó el hombro, regresándole a la realidad.
-¿Estás seguro que estás bien? -tan pronto le volteó a ver, noto que aquella mirada que tantas veces le había visto con cariño, ahora denotaba dolor, nuevamente un dolor tan profundo que incluso había olvidado que era perceptible en él.
-¿Por qué con Brower? Es un maldito imbécil. Es peor que yo, al menos yo no finjo algo que no soy -nunca espero aquella pregunta, ni los comentarios y no supo que decir-. He vivido, esperándote, durante casi dos años -ella no comprendió que también se refería a esa ocasión, en el colegio, cuando coincidieron bajo el árbol apartado.
Simplemente bajo la mirada y supo que, en su estado, no comprendería nada de lo que dijera, además de que no sabía que decirle al respecto. Mientras el aprovecho su distracción y la tomo en sus brazos, se apoderó de sus labios y la aprisionó en la pared más cercana que tenía, a un costado de la barra que dividía a la cocina del resto de la vivienda.
No podía dejarla ir, no quería dejarla ir, no otra vez.
Ella, a pesar de sus dudas y de que podía percibir el aliento alcohólico del muchacho, respondió el beso, le había extrañado tanto y el estar sintiendo, una vez más, todas aquellas sensaciones que solo él había logrado en ella, no le ayudo a pensar. Pero algo en ella reaccionó a tiempo, cuando le sintió aún con ropa pero prácticamente sobre ella. Aquella sensación causó tal urgencia en su interior, que deseo hacer caso omiso a esa alerta y simplemente, sin poder y sin querer evitarlo, consciente de que tendría que marcharse tan solo consiguieran complacer aquella necesidad, le besó con mayor demanda.
Sin pensarlo más le desabrochó el pantalón y mientras él seguía entretenido. Ella se había puesto un vestido corto, de botones delanteros y un sostén con broche delantero, por lo que para él fue fácil adueñarse de sus pechos. Pero, tan pronto sintió la forma en que las manos de la pecosa le recorrían en toda su extensión, simplemente hizo a un lado la prenda interior, único obstáculo a su cálido interior y la levantó, haciendo lo posible por sostenerle.
Jamás había sentido tal  necesitad por ella, ni por nadie, era como si fuera a morir de tardar un segundo más y mientras daba la primer embestida, sintió como ella luchaba por desabrochar su camisa, que de algún modo, logro quitarle a medias.
-Terry... -deteniéndose de sus hombros, la sintió vibrar ocasionando que en ese momento, tanto la borrachera como cualquier otro efecto que aún pudiera recorrer su cuerpo, fuera nada, comparado a lo que sentía al estar nuevamente dentro ella, permitiéndole seguir su propio ritmo, durante todo el tiempo que quisiera.
-Pecas... -la beso tanto como pudo, recorriendo cada milímetro a su alcance-. Candy... -ella gimió como solo en dos ocasiones le había escuchado hacerlo y entonces la besó con mayor intensidad, mientras acrecentaba la velocidad, podía sentir que ambos estaban igual de cerca de conseguir la misma sensación  placentera-. ¡Oh! Candy... -pujo tan solo unos segundos después e inmediatamente volvió a besarla, al sentir las contracciones de la rubia, acompañando las suyas.
Entonces todo volvió a la calma, poco a poco, mientras el pensamiento de que, aunque esa no era la primer vez en que lo hacían sin protección, quizá él se había vuelto más responsable cuando estaba completamente inconsciente; llego a su mente al ver la chaqueta en el suelo, tirada solo a un paso de ellos, con el paquete de preservativos saliendo un poco de esta.
Entonces Candy volteó hacia aquel punto en el suelo, en que Terry mantenía la mirada. Cerró los ojos y se aferro aún más a él. Estaba estudiando enfermería; ¿Como había podido ser tan irresponsable?
-Bájame... -pidió con voz casi inaudible.
-Lo lamento -con suavidad hizo lo que ella le pidió, pero ella solo hizo un ligero movimiento negativo con la cabeza.
-Es culpa de ambos -aun sentía debilidad en las piernas-. ¿El baño? -señalo una de las únicas dos puertas y ella entró enseguida, tambaleándose, sintiendo como el resultado de aquel instante comenzaba a escurrir por el interior de sus piernas.
Sabía que ese instante había resultado una imprudencia y en lugar de alegrarle, el percatarse de aquel pequeño descuido, lo había arruinado todo. Frustrado, soltó un golpe y un gruñido que fueron a parar en la pared, se estiró un poco y de la misma barra en que había recargado a Candy, Tomo una servilleta de papel con la cual se limpio, luego abrochó su pantalón, se acomodó la camisa sin abrocharla y levantó la chaqueta junto con todo su contenido, justo cuando Candy salió del baño y le sonrió con timidez.
-Julia dice que, siempre es bueno hacer pipí en caso de una emergencia, aunque no es ninguna clase de método anticonceptivo... -no conocía a ninguna Julia, pero si conocía la expresión que ella tenía en su rostro.
Quiso decir algo, pero su mente quedó en blanco justo en ese momento.
-Debo irme.
-Te llevaré.
-No es necesario, vivo cerca y... necesito caminar un poco antes de llegar a casa.
-No importa. Es tarde y... prometo que esperaré en donde me lo pidas -ella volvió a sonreír con tristeza.
-Por favor no. Yo... -tan solo escucho la duda en su voz, sé apresuro a abrochar su camisa y a tomar su chaqueta, afuera hacia demasiado frío y al dar un vistazo a la forma en que ella iba vestida, tomo su abrigo largo y se lo ofreció-. Estoy bien, no te preocupes.
-Hace frío afuera -con el brazo estirado, insistió, hasta que finalmente ella lo tomo y se lo puso; había llevado abrigo a la fiesta, pero no estaba segura de que había hecho Anthony con este.
Caminando en medio de un incómodo silencio recorrieron dos de las tres cuadras que distanciaban un edificio de otro y casi cuando llegaron al final de la tercera, él se animó a hablar.
-Candy; ¿Te gustaría ir a tomar un café, mañana, conmigo? -ella se detuvo y apretó los labios, mordiéndolos por dentro.
-No puedo, Anthony es mi novio y ni siquiera sé cómo haré mañana para verle a la cara -enseguida comprendió.
-¿Tú?... -no estaba seguro si lo que deseaba preguntar era si lo amaba o si ellos ya habían tenido algo más, no estaba seguro de que podría lastimarle más.
-Llevamos más de medio año saliendo -fue honesta-. Bueno, como novios.
-¿Tal vez otro día? -insistió y ella volvió a apretar los labios; era claro que solo deseaba alejarse.
-Sí, tal vez -musito y se quitó el abrigo-. Gracias...
A pesar del frío, corrió dejándole ahí, simplemente observando cómo entraba en su edificio. Entonces regreso sobre sus pasos y suspiro. Necesitaba dormir.

x - x - x

-¿Tienes idea de lo preocupado que estaba? -tan solo cruzó la puerta, Albert estallo.

-Lo siento. Debiste llamarme.
-Lo hice, en cuanto Anthony me llamo para preguntar si habías llegado bien, porque te había estado marcando y no le respondías, también quería decirte que habías olvidado tu abrigo, hace más de una hora de eso  -contrariada, busco en el bolsillo de su vestido, pero no lo llevaba.
-Debí haberlo dejado en... -se detuvo a tiempo.
-¿En donde?
-En casa de Julia -respondió rápido, usando el primer nombre que le vino a la mente-. La encontré en la fiesta y tomamos un taxi para su casa -a partir de ese momento, lo que dijo no fue cien porciento mentira-. Ella estaba mal y aunque le dije al del taxi que me esperara, se fue y como no vive tan lejos, vine caminando.
-Bien -le creyó-. Sé nota que tomaste alcohol. Date un baño, toma un par de Aspirinas y vete a la cama.
-Sí -no quiso alargar más esa conversación.
-Y quiero que mañana vayas por ese teléfono.
-¿Podría ser el domingo? -quería dormir todo el día, de ser posible.
-Sábado, domingo, da igual -en eso estaba cuando sonó el teléfono-. Sí... gracias por llamar... ya llegó... ella está bien solo que dejó el móvil en algún lado...
Ya que estaba por tomar la ducha sugerida, no termino de escuchar esa charla y solo hizo lo que su hermano le había aconsejado.
Para luego, por más que lo intentará, no lograr conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos creía volver a sentir los besos de Terry recorriendo su piel.

x - x - x

Tan solo entro al apartamento, sintió que algo había cambiado en su entorno. Incluso el aroma era diferente, pues aunque era leve, aún podía percibir el perfume de la rubia mezclado con la esencia de lo que había sucedido minutos antes.
Sin compañía alguna, deseando tener cerca a alguien con quien conversar, escucho un zumbido intermitente y trato de rastrearlo, hasta que le ubico. Era un móvil blanco, atorado bajo el sofá cercano a la barra de la cocina.
En nombre "Julia" parpadeaba mientras esté volvía a retumbar entre sus dedos.
-Candy... -sabia que no debía contestar, sin embargo lo apago y guardo dentro de su alcoba, sobre la mesita de noche; era el pretexto perfecto y solo debía esperar a que ella fuera por él.
Sin nada mejor que hacer, tomo un baño, quería dormir pero le dolía la cabeza y tenía hambre, por lo que tomo un par de Aspirinas y reviso el refrigerador.
Aún tenia dos rebanadas de la pizza que había comprado en la semana y las calentó para comerlas en la única compañía de un programa de compras por televisión. Pensó que debía ser patético estar en sus zapatos. Luego, simplemente se durmió en el sofá, aún con el televisor encendido

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Chicas, estoy muy triste. Con quiénes comparto amistad en facebook saben bien porque.
Pero para quienes no, lamento avisar que gracias a un error mío, solo tengo disponible hasta el capítulo 15, por lo que, después de este, quizá tarde en subir los siguientes.
Ustedes saben bien que a veces llegó a tardar haya una semana, quince días o más en un solo capítulo (eso, si no me desaparezco por algún tiempo; espero no sea el caso)
Besos y gracias a todas 😘
Monse

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