22. Es Creer

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¿Qué es el Amor?

Es Creer

El tiempo pasó tal como habían planeado, Candy finalmente se había mudado a un apartamento para ella y a pesar de que a veces se sentía sola, estaba más tranquila al saber que su hermano también podía vivir tranquilo, aunque en algunas ocasiones, sobre todo cuando Terry le avisaba que saldría tarde del teatro y era obvio que no pasaría la noche con ella o su hermano salía a atender algún negocio, era cuando solía quedarse en lo de la pareja de futuros padres, durante aquella temporada Albert finalmente se graduó, mientras ellos solo habían pasado a otro semestre.

Aquellos tiempos eran amables con todos, entre momentos felices y una que otra discusión, pero mejor aún, a inicios de Julio, adelantándose solo un poco, fue que nació la hija de Albert: Angélica Ardlay.

Para la rubia resultó gracioso el tener que ser ella quien continuamente les explicaba sobre los cuidados que un recién nacido requería; la inexperiencia de los jóvenes padres era notoria, y todo gracias a la ansiedad de su hermano pero ahora por su hija, termino regresando al departamento, con ellos; a ella no le disgustaba apoyarles. Sin embargo, en más de una ocasión, se pregunto si cuando fuera su turno, estaría igual de inquieta con su primer bebé.

Lo inevitable sucedió cuando la pareja de padres se mudó a Londres, cuando la bebé contaba solo con tres meses de edad. Surgió la idea de ir con ellos, pero había declinado solamente por no dejar solo a su novio, quien seguía lidiando con el teatro, la licenciatura y los constantes y agotadores viajes a las oficinas; esa era su forma de agradecer a Albert, aunque nuevamente casi no saliera con la rubia y solo se encontraban en algunos momentos entre clases, al terminar estás, cuando salía temprano de su trabajo y podía quedarse con ella, o uno que otro domingo, en que no estaba tan agotado y no tenía otros compromisos matutinos.

No importaba, pues de una forma u otra, seguían juntos. Pero a la larga, aquello comenzó a parecerle tedioso y fue entonces que una idea surgió en su mente.

Un lunes a inicios de diciembre, cuando los exámenes finales estaban en puerta, se lo comento a Terry durante uno de sus almuerzos entre clases.

—No creo que Albert este de acuerdo —fue su respuesta, mientras recordaba una charla en que fugazmente tocó el tema con el empresario.

—Seguido me pregunta al respecto, no directamente, pero lo hace y Sally me dijo que quizá, él estaría más tranquilo. Ya sabes, suele preocuparse por mí.

—Sería complicado cuando tenga que salir tarde del teatro.

—No intento obligarte a nada —musito—. Pero también, de esa manera podríamos pasar más tiempo juntos.

El castaño le ofreció la mano y ella le acepto de inmediato, ambos buscaron sus miradas; por alguna razón, él recordó la primera vez en que coincidieron en la enfermería del Colegio y sin comprenderlo, volvió a percatarse de aquella tristeza que ella guardaba en lo profundo de su corazón.

Durante varios minutos no hubo más palabras, simplemente reconoció que quizá, al estar sola la gran mayoría de sus noches aquella tristeza le atormentaba, tal como a él le sucedía, tal vez incluso pasaba las noches llorando. Pero había algo más, algo que no podía identificar y que era tan reciente entre ellos, como ese tema.

—Albert también sugirió que podía irme con ellos para el siguiente semestre, a Chicago.

—Y; ¿Qué piensas sobre eso?

—Extraño a Angie —musito, con temor de confesar todo lo que la presencia de ese bebé había causado en ella—. También a mi hermano. Fueron casi dos años en que volvimos a estar juntos después de años en los que los colegios nos lo impidieron. Pero no quiero irme.

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